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Jerusalén.—Más de 6.5 millones de israelíes están llamados a votar hoy en las cuartas elecciones para poner fin al bloqueo político —en medio de cierta euforia por la rápida vacunación y la reapertura económica— y en las que el primer ministro Benjamín Netanyahu confía salir reelegido.
Ayer, Netanyahu reiteró su apoyo a la legalización de las colonias de Cisjordania no regularizadas por Israel, una promesa electoral que nunca ha llegado a cumplir, y tras una campaña donde la cuestión palestina ha estado casi ausente.
Apoyamos la regulación de las regiones que integran el movimiento de comunidades de asentamiento jóvenes, declaró el premier desde una colonia en el norte de territorio ocupado de Cisjordania.
Casi 40 partidos políticos concurren a estos comicios, aunque serán alrededor de una docena los que entren en el Parlamento (Knéset). Están en duda tres de ellos: el centrista Azul y Blanco, con Beny Gantz; el islamista Raaam, con Mansour Abás, y el izquierdista Meretz.
Un total de 12 escaños —cuatro cada uno, según el mínimo para tener representación— están en juego para sumar una mayoría de 61 diputados de los 120 de la Knéset. Nadie se atreve a predecir los resultados.
El alto número de indecisos estimados no permite alumbrar un bloque mayoritario en un parlamento tradicionalmente fragmentado, que depende de complejas coaliciones para crear gobierno, más basadas en un eje pro o anti-Netanyahu que en la acostumbrada confrontación ideológica de derecha frente a centro-izquierda.
Un total de 124 mil 829 israelíes más tienen derecho de voto respecto a las pasadas elecciones.
En el país, con 6 millones 578 mil 84 ciudadanos, muchos de los cuáles no habían podido regresar por las restricciones fronterizas de la pandemia, relajadas desde el domingo pasado, se han habilitado cuatro puntos de votación en el mismo aeropuerto internacional de Ben Gurión. La participación es clave.
Israel también invertirá más de 170 millones de euros para acercar las urnas a los ciudadanos contagiados y en cuarentena.