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Polvorín. La disputa por los Altos del Golán

La comunidad internacional teme que el reconocimiento, por parte del gobierno de EU, de la soberanía israelí en este territorio ocupado derive en violencia, mientras Netanyahu disfruta del “regalo” recibido

Soldados israelíes cerca de un señalamiento en Mount Bental, un punto de observación en el territorio ocupado por Israel en los Altos del Golán. Foto: RONEN ZVULUN. REUTERS
30/03/2019 |04:21Gabriel Moyssen |
Redacción El Universal
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El reconocimiento estadounidense de la soberanía israelí sobre los Altos del Golán en Siria, ocupados desde 1967, lanza un nuevo desafío a la precaria estabilidad de Medio Oriente, inmersa en un profundo replanteamiento a partir del arribo de Donald Trump a la Casa Blanca y de la intervención militar rusa que salvó al gobierno del presidente Bashar al-Assad en Damasco.

Trump, quien se ha jactado de que ganaría “98% de los votos” si fuera candidato en las elecciones de Israel, comenzó a derrumbar el status quo al reconocer en 2017 a Jerusalén como la capital hebrea —medida descartada por la mayoría de los miembros de Naciones Unidas, como México—, y firmó el 25 de marzo pasado la orden ejecutiva que consumó su decisión respecto al Golán.

Apenas la semana pasada, expresó que “después de 52 años es tiempo para Estados Unidos de reconocer totalmente la soberanía de Israel sobre los Altos del Golán, que son de importancia estratégica y de seguridad crítica para el Estado de Israel y la estabilidad regional”.

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Polvorín. La disputa por los Altos del Golán

Envuelto en cuatro escándalos de corrupción y soborno que involucran a empresarios, ministros, colaboradores, periodistas y su esposa Sara, con pesquisas que se remontan a 2016, Netanyahu y su partido Likud arrancaron esta semana con una desventaja en los sondeos de la televisión israelí que les asignaron 28 escaños en el Knesset o Parlamento, por debajo de los 30 o 31 que obtendría la alianza Kahol Lavan de Benny Gantz, exjefe de las fuerzas armadas.

Sin embargo, las encuestas registraron una tendencia al crecimiento del Likud y su alianza establecida por la fusión de los partidos Hogar Judío (ortodoxo) y Fuerza Judía (ultraderechista), por lo que se espera que el “regalo” del Golán influya en las urnas pese al surgimiento de un nuevo caso de irregularidades contra Netanyahu, por autorizar la venta de submarinos a Egipto sin el visto bueno del mando militar, además de lucrar personalmente con la operación.

De hecho, la coalición creada por Netanyahu con Fuerza Judía, cuyo origen se halla en el movimiento kahanista discriminatorio y antiárabe, prohibido en el país, también exhibe el estrechamiento de la relación con los “evangélicos sionistas” de EU, con la que Trump, quien recibió fondos de campaña del magnate proisraelí Sheldon Adelson por 25 millones de dólares, fue calificado por su secretario de Estado, Mike Pompeo, como un “posible” salvador bíblico de Israel ante Irán.

Israel capturó dos terceras partes de los Altos del Golán durante la Guerra de los Seis Días en 1967, en la que también ocupó la Franja de Gaza y la península del Sinaí (bajo administración egipcia), Cisjordania y Jerusalén Oriental (administrados por Jordania).

Se trata de una meseta montañosa de casi 2 mil kilómetros cuadrados con una elevación máxima de 2 mil 800 metros —el monte Hermón— enclavada entre Siria, Jordania e Israel, que en la antigüedad fue disputada por los hebreos y los arameos, conscientes de su relevancia al dominar el Valle del Jordán —que incluye al Mar de Galilea— y el río Jordán.

Más tarde fue conquistada por los árabes y en el siglo XVI pasó a jurisdicción otomana; tras la Primera Guerra Mundial se mantuvo bajo mandato francés y en 1946 se integró a la nueva República Siria.

Israel se anexó el Golán en 1981, aunque la acción fue repudiada por la comunidad mundial, que consideró ilegales las colonias hebreas. En su Resolución 497, el Consejo de Seguridad de la ONU declaró a la medida “nula e inválida, así como sin efectos legales internacionales”.

El ejército israelí rechazó el intento sirio de recuperar el territorio en la Guerra del Yom Kippur de 1973; ambos países acordaron el año siguiente crear una zona desmilitarizada de 70 kilómetros que es patrullada por “cascos azules” de la ONU, pero continúan técnicamente en estado de guerra. Las últimas conversaciones con intermediación de EU se efectuaron en 2000, mientras que Turquía promovió el diálogo indirecto en 2008.

En su visita a Washington, que interrumpió debido al reavivamiento del conflicto con las milicias palestinas de Gaza, Netanyahu enfatizó que la decisión del mandatario estadounidense es “histórica” y dijo que “llega en un momento en que el Golán es más importante que nunca para nuestra seguridad”, por la presencia iraní en Siria. Agregó que “Israel ganó los Altos del Golán en una guerra justa de autodefensa y las raíces ahí del pueblo judío se remontan a miles de años”.

Sin embargo, Siria subrayó que es “irresponsable” la medida de Trump, que muestra su desprecio por la legalidad y reiteró que recuperará el Golán “a través de todos los medios disponibles”. En el mismo sentido, se pronunció la Liga Árabe, al tiempo que un vocero del secretario general de la ONU, António Guterres, indicó que “es claro que el estatus del Golán no ha cambiado”.

La cancillería rusa, a su vez, refrendó su apoyo a la Resolución 497 y advirtió que la orden de Trump “podría impulsar una nueva ola de tensiones” en Medio Oriente, en coincidencia con Turquía, que consideró “imposible” aceptarla.

El plan de paz de Kushner

En sus primeras reacciones al reconocimiento estadounidense de la soberanía israelí en el Golán, diversos gobiernos y organismos coinciden en que la medida atizará las tensiones regionales y dificultará los esfuerzos de paz promovidos por el propio Washington.

Human Rights Watch, por ejemplo, resaltó que la orden ejecutiva de la Casa Blanca constituye una “bola de demolición” que atenta contra los pobladores sirios del Golán, mientras que la cancillería de Alemania afirmó que la ocupación israelí sigue representando el estatus quo bajo las leyes internacionales.

En el mundo árabe e islámico sin duda fortalecerá las acusaciones de que el premier Benjamín Netanyahu, con el visto bueno de Estados Unidos, busca construir el “Gran Israel” en el territorio de sus vecinos.

Después de los comicios legislativos hebreos del 9 de abril Jared Kushner, asesor principal y yerno del presidente Donald Trump, anunciaría su plan de paz que, según declaró, fijará fronteras, resolverá “asuntos de estatuto final” y tendrá un impacto económico en toda la región.

Según versiones de la prensa israelí y del libro Kushner, Inc.: Greed. Ambition. Corruption. The extraordinary story of Jared Kushner and Ivanka Trump de Vicky Ward, el consejero de 38 años, quien también juega un importante papel en la relación con México, propondría que Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos construyan un oleoducto entre el primer país y Gaza, donde se edificaría una planta potabilizadora de agua.

Asimismo, Jordania cedería territorio a los palestinos, que sería compensado por Arabia Saudita con su propia tierra a cambio de dos islas del Mar Rojo administradas por Egipto.

En entrevistas concedidas a la cadena Sky News, Kushner no aludió, sin embargo, a la creación del Estado palestino, lo que para la Autoridad Palestina, que gobierna en Cisjordania, resulta inviable a la luz del rechazo del presidente Mahmoud Abbas para seguir negociando con la mediación de Estados Unidos, luego del reconocimiento de Jerusalén como la capital israelí.

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