México avanza en contrasentido al desarrollo industrial sustentable y de cuidado del medio ambiente que se vive a escala global, al privilegiar la generación de energía eléctrica a través de insumos fósiles, lo que pone en riesgo futuras inversiones de empresas trasnacionales en el país, advierten especialistas.
“Con la nueva ley eléctrica se impulsa el consumo de combustóleo para la producción de energía, por lo que el país va en contrasentido de los compromisos que se tienen para continuar en el proceso de transición energética y ser congruentes con una política industrial de largo alcance que vaya en camino de sustituir el consumo de minerales fósiles por el de energías verdes”, dice Raymundo Tenorio, profesor emérito del Tec de Monterrey.
“En términos generales, el gobierno ha optado por una estrategia de desarrollar primero lo que considera como sectores estratégicos, es decir, la parte de energía eléctrica vinculada con el sector petrolero, pues los considera elementos claves donde el Estado debe tener una participación sólida, por lo que ha optado por fortalecer esas áreas antes de continuar con la estrategia de energías verdes”, explica José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico, A.C. (Idic).
En opinión de Tenorio, lo anterior afecta en principio la relación con los principales socios comerciales del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), debido a que el mismo contempla que la presencia de empresas en los tres países deberá seguir una política energética coordinada.
Lo anterior significa que la producción de energía que se consume en la industria para exportar bienes intermedios y finales en los tres países debería avanzar hacia una cada vez mayor participación de fuentes renovables. “En eso, Estados Unidos y Canadá están más empeñados en hacerlo, pero México no”, destaca Tenorio.
Considera que esta situación pone en riesgo futuras inversiones en el país desde el momento de que en las decisiones actuales han reordenado el mercado eléctrico, en el que se da prioridad a la energía producida por CFE y se deja al último el abastecimiento de tipo renovable.
La inversión extranjera directa en México destinada a la generación de energía eléctrica se ha desplomado en los últimos años, al pasar de 4 mil 799 millones de dólares en 2018 a sólo 584 millones en 2021.
Análisis de riesgos
Además de estar ya en una situación de consultas al amparo del T-MEC, las medidas de la presente administración atentan seriamente contra los compromisos del país en materia de cambio climático, perfilando a México como un líder regional en el aumento de la huella de carbono y el calentamiento global, advierte Juan Carlos Machorro, socio a cargo de la práctica transaccional y experto en materia energética de la firma legal Santamarina y Steta.
“En su informe Hoja de Ruta para la Acción Climática en América Latina y el Caribe 2021-2025, el Banco Mundial indica que México y Brasil representan más de la mitad de las emisiones regionales de gases de efecto invernadero generadas por el sector de energía, coincidiendo en que debe mejorarse la infraestructura de transmisión y distribución, diversificarse la generación eléctrica, almacenamiento y soluciones de redes inteligentes”, señala.
El estudio del Banco Mundial advierte que debe evitarse la dependencia de los sistemas que hacen un uso intensivo del carbono y que los países que continúan por la senda de la expansión a corto plazo de las inversiones en tecnologías de combustibles fósiles se enfrentan al riesgo creciente de que las futuras acciones de mitigación del cambio climático generen activos varados.
Machorro menciona las grandes oportunidades de desarrollo que tiene México si aprovecha su potencial de energías limpias y las inversiones y ganancias que podrían generarse.
Ventana de oportunidad
Las empresas en general, pero sobre todo las grandes transnacionales, requieren avanzar hacia las energías verdes y muchas de sus inversiones están privilegiando esa opción, advierte De la Cruz, quien también es presidente de la Comisión de Estudios Económicos de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin).
Ante los conflictos que hay en las cadenas globales de valor y proveeduría, el tema de las energías renovables si bien es prioritaria no necesariamente está siendo el primer elemento que están considerando las firmas, menciona el especialista. En su opinión, México tiene una ventana de oportunidad de atraer esas inversiones todavía con la matriz energética actual, pues esas inversiones van a considerar primero la relocalización (nearshoring), es decir, estar cerca de las cadenas de producción de América del Norte, y en segunda parte estaría la parte energética renovable.
Sobre las mesas de negociación que llevan a cabo México, EU y Canadá, De la Cruz reconoce que los países tienen elementos diferenciados, por lo que a partir de las reuniones van a tener que encontrar puntos en común, un proceso de transición en el que México pueda aprovechar sus energías tradicionales y, pasado el tiempo, ir hacia una matriz de energías verdes.
Ideología del pasado
Respecto a las razones por las cuales el gobierno sigue esta estrategia, Raymundo Tenorio advierte que se debe a que el presidente Andrés Manuel López Obrador y el director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), Manuel Bartlett, tienen una ideología del pasado.
Creen que rescatar el monopolio de la CFE es prioridad, en lugar de impulsar el proceso de transición y hacer de la compañía una empresa que genere energía renovable, lamenta: “Pero es un asunto ideológico, el gobierno está negado a la transición energética”. En su opinión, “este asunto de la producción de electricidad va a terminar mal, porque va a hacer que se vayan inversiones a otros países que caminan rápido en producción de energías renovables”.
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