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Dubái, Emiratos Árabes Unidos.— Qatar estará en el escenario mundial como nunca antes, cuando la pequeña nación sea la anfitriona de la Copa Mundial de la FIFA 2022.
El país, en una península en forma de pulgar que se adentra en el Golfo Pérsico, ha visto crecer su perfil internacional cuando Doha utilizó sus enormes yacimientos de gas natural en altamar para convertir a su nación en una de las más ricas per cápita del mundo. Ha utilizado ese dinero para albergar el torneo, así como para construir el canal de noticias por satélite más reconocido del mundo árabe, Al Jazeera, edificar una importante base militar que alberga a las tropas estadounidenses y convertirse en un interlocutor de confianza para Occidente, incluso con el Talibán.
La mayoría de sus 2.9 millones de habitantes viven alrededor de su capital, Doha, en la costa este. Qatar es un país principalmente plano y desértico, donde las temperaturas en el verano superan los 40 grados centígrados con mucha humedad.
Es una nación autocrática dirigida por su emir gobernante, el jeque Tamim bin Hamad Al Thani. Sheikh Tamim, de 42 años, asumió el poder en junio de 2013.
El emir ejerce poder absoluto en el país, aunque un consejo de 45 escaños ofrece asesoramiento. Como en otras naciones del Golfo Pérsico, los partidos políticos están prohibidos.
Como gran parte de los países asiáticos, la ley islámica (sharía) es una especie de “guía” de la vida de sus habitantes. A tan sólo dos días del partido inaugural, Qatar prohibió el viernes la venta de cerveza en los estadios de la Copa Mundial, un giro de última hora en el acuerdo que el emirato musulmán pactó.
El derecho a formar sindicatos y a la huelga sigue siendo extremadamente limitado. No hay organizaciones independientes de derechos humanos que operen en el país. Sólo alrededor de 10% de su población son ciudadanos que disfrutan de amplios beneficios gubernamentales desde la cuna hasta la tumba. Qatar sigue una forma ultraconservadora del Islam sunita conocida como wahabismo.
Qatar respaldó a los islamistas en la Primavera Árabe de 2011.
Después de permitir que las tropas occidentales tuvieran su base en Qatar durante la Guerra del Golfo de 1991, el país construyó su enorme Base Aérea Al Udeid por más de mil millones de dólares.
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