San José.— Chile disputará hoy una peculiar competencia política y… otra vez, o como siempre, entre la derecha y la izquierda.
Más de 15 millones de electores chilenos acudirán a las urnas a un plebiscito para votar “A favor” o “En contra” de un nuevo texto de Constitución Política para Chile. La pregunta quedó clara: “¿Está usted a favor o en contra del texto de Nueva Constitución?”.
La izquierda pidió votar en el renglón del “En contra”, porque alegó que los términos del documento que se presentó a la consulta popular fueron negociados y definidos por la derecha en una componenda “entre cuatro paredes”.
La derecha solicitó sufragar por el del “A favor” para reconstruir a Chile, optar por un país “mejor” y sepultar, “de una vez por todas”, los intentos “refundacionales” de la izquierda, pero la ruta quedó signada por un camino de dominio constante de la derecha.
Por eso es que, si hoy gana la opción “En contra”, como demandó la izquierda, Chile seguirá regido por la Constitución Política heredada por la dictadura militar del general derechista Augusto Pinochet (1915-2006) que gobernó de 1973 a 1990. En caso de que la alternativa “A favor” triunfe hoy, será un éxito de la derecha.
De manera irónica, la derecha también se sentirá victoriosa y tranquila ante la eventualidad de que el “En contra” venza. Si así ocurre, Chile tampoco dará un giro violento para modificar sus actuales rangos constitucionales y, para serenidad de la derecha, seguirá regido por los que Pinochet le legó: ya sin posibilidades de pretender modificarlos por la vía de una tercera cita constituyente y sólo hacerlos con reformas parciales o parches.
“Uno quizás pensaría que no hay nada que pueda ser peor que la Constitución de Pinochet”, afirmó la diputada chilena Lorena Pizarro, del Partido Comunista de Chile (PCCh) y expresidenta de la (no estatal) Agrupación de Familiares de Detenidas y Detenidos Desaparecidos (AFDD) de ese país.
“Sólo que ésta [que será votada hoy] agrega otras acciones en contra de la población civil y que no eran un tema cuando se redactó la Constitución de Pinochet y que son temas que han cobrado fuerza en este tiempo”, dijo Pizarro a EL UNIVERSAL. “No es que [la que hoy se votará] sea más mala o más buena, sino que agrega restricciones, violencia a la población también con las nuevas temáticas manteniendo las anteriores”, denunció. “La mayor dificultad que ha tenido este tipo de convocatoria en dos oportunidades, al redactar una Constitución y luego aprobarla o rechazarla, o estar en contra o a favor, tiene que ver, y en eso hay que ser muy claro, en que su origen no es el de una demanda popular colectiva”, admitió.
La sugerencia de Constitución sobre la que el electorado decidirá hoy si se archiva, para que continúe en vigor la de Pinochet, o si entra a regir, “es un acuerdo entre cuatro paredes que nunca fue el camino correcto”, aseveró la legisladora.
“Las democracias son reales cuando la participación de la sociedad civil, del pueblo, se materializa en hechos concretos que le permiten ser parte de los procesos de gobernanza y democráticos de los distintos países. En Chile sin duda es una contradicción: una realidad de una discusión que no se dio”, explicó.
Aparte de los factores estrictamente constitucionales, en la trastienda o detrás del telón del escenario político chileno persistirá hoy una perspectiva sobre el futuro electoral de Chile, con la mira puesta siempre en el cono sur de América: en Argentina, su vecino por el este.
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El avance de la derecha en América Latina y el Caribe, que se posicionó el domingo anterior con el ultraderechista argentino Javier Milei en la presidencia de Argentina con la libertad como su bastión victorioso de propaganda y de plataforma política, podría proseguir hoy en Chile con los resultados del referendo.
Más allá de dirimir un asunto crucial de la institucionalidad interna en el país que es la quinta economía de América Latina y el Caribe (luego de Brasil, México, Argentina y Colombia), la votación de hoy en Chile podría convertirse en un trampolín electoral para el abogado chileno derechista José Antonio Kast, líder del opositor Partido Republicano, de derecha. Como principal figura de la derecha chilena y aliado ideológico de Milei, en ruta a los comicios presidenciales de 2025 (primera ronda en noviembre y segunda en diciembre), Kast apostó fuerte a que hoy ganará el “A favor” y logró mover las piezas que se encargaron de redactar la propuesta que será dirimida en el referendo.
Un Consejo Constitucional electo en mayo anterior y que, con mayoría de integrantes de la derecha, se instaló en junio, aprobó el 30 de octubre el texto, que fue entregado el 7 de noviembre al presidente de Chile, Gabriel Boric, y que estará en el centro del plebiscito. Boric derrotó a Kast en los comicios presidenciales de 2021 y asumió su cuatrienio en marzo de 2022. Entre los 50 miembros del Consejo escogidos en mayo, la derecha y la ultraderecha contaron con 34, mientras que la izquierda y la centroizquierda con 16.
Con 17 capítulos, el trazado de la nueva Constitución recorrió asuntos fundamentales como defensa nacional, seguridad pública, protección del medio ambiente, justicia electoral, defensoría de víctimas y gobiernos locales, regionales y nacional. Desde la perspectiva de la derecha, será “la Constitución de la libertad”, porque se fundamentó en libertad religiosa, de salud, de educación, de conciencia y hasta de escogencia para jubilarse. El respeto a “la libertad de conciencia, de culto” avanzará en la nueva constitución como “no lo hace” la de Pinochet, argumentó Kast al promover el “A favor”.
“Con viento a favor seguimos recorriendo cada rincón de Chile sumando voluntades para cerrar de una vez este proceso y proyectar un Chile libre, justo y seguro”, escribió el ingeniero chileno derechista Sebastián Figueroa, dirigente del Partido República y coordinador de la campaña por el “A favor” del movimiento (no estatal) Chile Vamos y de ese partido. La batalla colocaría a Kast frente a Boric. La derecha confirmó que el entarimado superará el futuro constitucional: “Si Boric vota En Contra Chile vota A Favor”.
“Este plebiscito es sobre un texto, pero también sobre Boric y el fracaso de su gobierno”, aseguró Figueroa el 9 de este mes al diario La Tercera, de Chile. Kast podría catapultarse como estrella política o sufrir un accidente en su plan hacia 2025 y con la meta de sentarse en marzo de 2026 en el Palacio de La Moneda, sede de la Presidencia.
Boric enfrentó un severo traspiés el 4 de septiembre de 2022 como presidente en el plebiscito constitucional previo, cuando una mayoría rechazó un primer diseño de Carta Magna y Chile entró a un profundo fraccionamiento político.
Kast desempeñó una tarea vital para rechazar el texto, redactado de junio de 2021 a julio de 2022 por una Convención Constitucional electa por voto popular en mayo de 2021 y considerado por la derecha como un peligro porque intentó imponer un aparato ideológico de izquierda.
Enfrentados a la pregunta de “¿Aprueba usted el texto de Nueva Constitución propuesto por la Convención Constitucional?”, la mayoría escogió “Rechazo”. “Chile es una gran nación y después de esta noche, un país más libre y con más esperanza”, dijo Kast en Twitter (ahora X).
El voto en contra de la mayoría de los más de 15 millones de electores, en un país de más de 19 millones de habitantes, significó para Boric un frenazo en sus intenciones políticas como primer presidente izquierdista chileno. Chile siguió gobernado por la Constitución Política hecha a gusto, modo o antojo de Pinochet, que entró a regir en forma transitoria en 1980 y con validez total en 1990, al retornar la democracia.
Pinochet derrocó en 1973 al presidente constitucional izquierdista, el médico Salvador Allende (1908-1973), en medio de otra pelea que estableció un régimen de extrema intolerancia política derechista de 17 años que dejó más de 3 mil detenidos-desaparecidos y asesinados, con masivas violaciones a los derechos humanos y la desintegración social.
Boric anunció el 16 de noviembre que tras los referendos constitucionales de septiembre de 2022 y de hoy, tampoco habrá un tercero y que, “sea cual sea” la voluntad popular de hoy, será “el veredicto definitivo” y que el proceso “llegará a su fin”.