La apuesta mexicana de cara a la COP26 oscila entre que los resultados de dicha cumbre sean o bien un fracaso, o sean irrelevantes. México ha hecho gala de su nula convicción en materia ambiental, así como de políticas orientadas hacia el cambio climático . Desde su insignificante compromiso con la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero mediante las Contribuciones determinadas a Nivel Nacional; pasando por la reciente extinción del Fondo para el Cambio Climático creado por la Ley General de Cambio Climático en 2012 y por último; con una reducción del presupuesto destinado para dicho tema. En 2021, se contempló únicamente el 1.1% de los recursos para atención del cambio climático y, de manera contraria, se destinó el 11.6% del PPEF a explotación de combustibles fósiles , una de las principales causantes del calentamiento global .
Por esto, es importante recordar que la estridencia populista puede ser siempre un recurso bajo la manga para esquivar los compromisos internacionales. En el marco de la COP16, celebrada en Cancún en 2010 , los entonces presidentes de Venezuela y Bolivia , Hugo Chávez y Evo Morales respectivamente, aseguraban que dicha negociación era una “farsa impuesta por los países ricos” asegurando que era antidemocrática y manipulada. “¡Abajo la dictadura imperial y que vivan los pueblos y la democracia en este planeta!”, “¡ Planeta o Muerte !”, señalaban los mandatarios.
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