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Washington.— El presidente estadounidense, Donald Trump, visitó ayer la sinagoga de Pittsburgh, Pennsylvania, donde un hombre asesinó a tiros a 11 personas el sábado pasado, mientras cientos protestaban por su presencia en la ciudad y le exigían condenar claramente a los supremacistas blancos.
Acompañado por su esposa Melania y por dos de los miembros judíos de su familia, su hija Ivanka y su yerno Jared Kushner, el presidente se desplazó a la escena del tiroteo del sábado y se reunió con al menos cuatro de los seis heridos en el suceso.
Su visita generó una enorme polémica en la ciudad, cuyo alcalde, el demócrata Bill Peduto, le pidió sin éxito cancelar el viaje para no interferir con el duelo de las familias, mientras cientos de personas se manifestaban a dos calles de la sinagoga al grito de “¡Váyase de Pittsburgh, váyase de Penn-sylvania!”. Además, más de 76 mil personas firmaron una carta abierta difundida en internet por la organización judía de Pittsburgh Bend the Arc, que sentenciaba que Trump no era bienvenido en la ciudad hasta que “denuncie inequívocamente el supremacismo blanco” que motivó al presunto autor de la matanza en la sinagoga, Rob Bowers.
“Durante los últimos tres años, sus palabras y sus políticas han dado alas a un creciente movimiento nacionalista blanco”, señalaba la misiva dirigida a Trump.
La familia de Daniel Stein, una de las víctimas mortales, se negó a reunirse con Trump, al considerar “inapropiada” la afirmación del presidente de que, si hubiera habido “un guardia armado dentro del templo, habría podido detener” al autor del tiroteo.
La Casa Blanca invitó a los cuatro líderes del Congreso, los republicanos Mitch McConnell y Paul Ryan, y los demócratas Chuck Schumer y Nancy Pelosi, a que acompañaran a Trump en su visita a Pittsburgh, pero todos rechazaron la oferta —los conservadores citaron compromisos previos—.
Trump visitó la sinagoga de la Congregación del Árbol de la Vida, el escenario del tiroteo. Él y su esposa colocaron una rosa blanca y una pequeña piedra sobre cada una de las 11 estrellas de David erigidas frente al templo en memoria de las víctimas de la matanza. El mandatario fue también a un hospital que atendió a varios heridos. Ayer mismo se realizaron los funerales de las primeras víctimas del ataque.
En tanto, judíos reaccionaron indignados luego de que el vicepresidente Mike Pence organizara un evento electoral con el llamado “rabino cristiano”, quien al orar por lo ocurrido en Pittsburgh no mencionó a ninguna de las víctimas.