El punto de encuentro fue a 900 metros del lugar del ataque, 20 minutos antes de las 23 de ayer. Allí se encontraron las nueve personas que luego arrojarían ocho bombas molotov frente a unos de los ingresos del diario Clarín , en la calle Piedras al 1700.
Según pudo saber LA NACION de fuentes de la investigación que ya analiza las grabaciones de las cámaras de seguridad, el punto de encuentro previo al ataque fue el anfiteatro del Parque Lezama, situado sobre la Avenida Brasil, entre la calle Balcarce y la avenida Paseo Colón.
Tras estar reunidos unos minutos, los atacantes se dividieron en dos grupos: cinco de ellos caminaron 800 metros hasta la calle Ituzaingó, antes de llegar a Piedras, donde está un ingreso de Clarín que permanece cerrado. Los otros cuatro se desplazaron en dos motocicletas.
Las cámaras de seguridad porteñas muestran el recorrido que hicieron. Luego de salir por la avenida Brasil, en contramano, bajaron por la avenida Paseo Colón, siguieron por la avenida Martín García hasta la calle Piedras y, aunque este último tramo no se ve porque no hay cámaras en esa cuadra, se deduce que los atacantes habrían hecho unos metros en contramano hasta llegar a Ituzaingó, donde estaba el resto de la banda.
Una vez en el lugar, donde dejaron las motos, se cambiaron las ropas claras por las oscuras con las que aparecen arrojando los elementos incendiarios contra la puerta de vidrio de la sede Clarín, a las 23.05.
Tras el ataque, que duró un minuto, los videos de cámaras de seguridad muestran cómo los atacantes vuelven sobre sus pasos por la calle Piedras, doblan en Ituzaingó y allí se vuelven a separar.
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Uno de los integrantes del grupo podría ser extranjero. Esa es una de las hipótesis más fuertes que tienen los investigadores a partir de una huella digital nítida recuperada sobre un explosivo que no detonó y se la comparó con la bases del Registro Nacional de las Personas ( Renaper ) y de personas con antecedentes penales: el cotejo dio negativo. Eso les hizo pensar que el sospechoso puede ser extranjero y comenzaron a averiguar con autoridades de países limítrofes, como Chile.
A los investigadores, según supo este medio, les llamó la atención que el ataque no fue en la entrada habitual de los periodistas e invitados sino en una puerta lateral, sobre Piedras, que es la dirección que aparece registrada en Google Maps . Esto también los hizo pensar en la falta de una inteligencia previa de grupo y cierta improvisación.
El juez federal Luis Rodríguez, que quedó a cargo de la investigación, le dio intervención al Departamento Unidad de Investigación Antiterrorista ( DUIA ) de la Policía Federal Argentina, que depende del gobierno nacional, con lo que los primeros trabajos ya no quedarán exclusivamente a cargo de la Comisaría 4 D de la Policía de la Ciudad como hasta ahora.
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Es que esa seccional policial estaba desbordada porque es la misma donde cuatro efectivos fueron removidos por el asesinato de Lucas González de 17 años, el jugador juvenil de Barracas Central, que fue baleado en la cabeza en inmediaciones de la villa 21-24 de Barracas.
Los investigadores trabajaron con los rastros encontrados en el lugar del ataque, en particular con una huella digital nítida hallada en una botella con la que fue construida una de las bombas molotov que no explotó y quedó sobre la vereda.
Los desconocidos, encapuchados, arrojaron 8 bombas molotov, que son explosivos caseros fabricados con una botella, con combustible y una mecha de trapo.
De las ocho bombas arrojadas en una de las puertas de Clarín, sobre la calle Piedras al 1700, seis estallaron, una no explotó y la botella se rompió sin incendiarse y la última quedó apoyada sobre la vereda intacta. Esta botella es la que permitió aislar la huella digital.
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