Madrid.- El príncipe Harry y Meghan Markle se encargaron de ventilar algunos de los episodios que la pareja considera más bochornosos de la familia real británica, entre ellos el que se refiere a la preocupación que surgió en el Palacio de Buckingham ante la llegada del primer hijo de los Duques de Sussex y su probable piel oscura.
Las diferencias que perviven en el Palacio de Buckingham volvieron a brotar por las supuestas muestras de racismo que exhibieron algunos de los `royals´ a propósito del aspecto físico que tendría Archie, el primer bebé de Harry y Meghan.
Las quejas de la pareja sobre el trato recibido por algunos de sus ilustres allegados, podría contribuir a empañar la reputación y la estima de algunos miembros de una monarquía que no ha recuperado el sosiego desde el escándalo que provocó el desplante de la desafortunada Diana de Gales; aunque otros expertos restan importancia a lo sucedido.
“Creo que no tendrá demasiada repercusión. Algo que puede ser anecdótico, se ha agrandado y sacado de contexto. No hay que ser tan puritano con comentarios que se pueden dar en cualquier familia. No tiene que haber una carga peyorativa de forma necesaria. Es ingenuo pensar que nadie en la casa real británica se fuera a preguntar si el niño tendría un poquito de color. Se agarran a ello todos los que quieren tirar contra la institución y obtener rentas periodísticas” señala a EL UNIVERSAL Ricardo Mateos Sáinz de Medrano, licenciado en Historia y especialista en casas reales y élites de poder en Europa.
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Para Olusoga hay sectores de la sociedad británica atrapados en la negación del racismo cotidiano, del racismo estructural, de la esclavitud y del imperio, los cuales no solo parecen incapaces de cambiar, sino de dar el imprescindible paso de la autorreflexión.
“Cuando se admite que hay racismo en Reino Unido no se presenta como un problema social estructural, sino como un hecho menor, un hecho lamentable pero parte de la vida, algo que los negros tienen que tolerar y con lo que deben aprender a vivir”, agrega el historiador.
No obstante, hay especialistas que ponen en duda que la familia real británica tenga problemas de racismo, ya que sus integrantes siempre se han mostrado respetuosos cuando han sostenido encuentros con ciudadanos de diferentes etnias y culturas. El príncipe Guillermo, segundo en la línea de sucesión, también desmintió a su hermano Harry: “no somos para nada una familia racista”, sentenció.
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Una encuesta de The Daily Mail destaca que la mayoría de los británicos consideran que Meghan y Harry se equivocaron al conceder la entrevista, y creen que los Duques de Sussex han defraudado a la reina, por lo que sus títulos nobiliarios deberían ser revocados.
Las declaraciones de la pareja inconforme, que algunos expertos consideran exageradas, han servido asimismo para cuestionar el papel que juegan los periódicos sensacionalistas (tabloides) en algunas sociedades como la británica. Harry comparó su situación con el acoso mediático sufrido por su madre, por lo que no faltaron los que aprovecharon las críticas a la prensa amarillista para rememorar el trágico final de Lady Di en la ciudad de París, cuando a bordo de un automóvil que huía a toda velocidad de los paparazzi que buscaban fotografiarla, se topó con el accidente que le costó la vida. Distintos informes europeos consideran que los tabloides publican material ofensivo que fomenta los prejuicios.
“Esa prensa sensacionalista vive de esto, de sacar basura y de agrandar las cosas. Esta gente está muy perseguida por ese tipo de prensa interpretativa, que lo que no sabe se lo inventa o lo ficciona, con fuentes muy dudosas. Tiene sentido que los Duques de Sussex se hayan defendido como personas privadas que son en este momento”, subraya Mateos Sáinz de Medrano.
El escándalo protagonizado por Harry y Meghan y su progresivo alejamiento de Buckingham, han sido aprovechados mediáticamente para destapar algunos de los problemas de las monarquías basadas en modelos difíciles de encajar en sociedades cada vez más críticas con los privilegios que acompañan a los miembros de la realeza por el mero hecho de serlo. En cualquier caso, las confesiones de la pareja rebelde, más allá de su grado de credibilidad, vuelven a poner de manifiesto las dificultades que tienen los Windsor para adaptarse a los tiempos modernos y hacer de la transparencia una virtud familiar.