Madrid.— La violencia contra las mujeres en México sigue enviando señales alarmantes, porque no se han registrado cambios significativos durante la administración de Andrés Manuel López Obrador.
“Por desgracia no ha habido grandes avances, a pesar de que colectivos y particulares teníamos muchas esperanzas en el actual gobierno mexicano. La perspectiva de género o feminista sigue brillando bastante por su ausencia, por lo que imagino que hay otras prioridades”, señala a EL UNIVERSAL Sonia Herrera, profesora del Máster en Género y Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).
“Hay una frase muy recurrida dentro del movimiento feminista, y es que no hay nada más parecido a un machista de derechas que un machista de izquierdas. Si no hay una voluntad política firme y una transversalidad de la perspectiva de género en las políticas públicas, es muy difícil que haya transformaciones reales respecto a la violencia contra las mujeres o cualquier otra cuestión relacionada con la igualdad de género”, agrega la doctora en Comunicación Audiovisual en referencia a las carencias de la 4T para enfrentar el fenómeno. “Por suerte, una cosa es el nivel gubernamental y otra muy distinta la conciencia social, porque el movimiento a pie de calle es cada vez más fuerte en México”, matiza.
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La académica española considera que la violencia contra la mujer siempre tiene características específicas, porque responde a una estructura social, patriarcal, que la sitúa en una posición de vulnerabilidad y subordinación.
“En contextos de alta violencia como en México, la violencia contra la mujer se exacerba”, relata tras enfatizar la complicidad del Estado mexicano, por acción u omisión, en este tipo de delitos.
“Sigue habiendo miles de feminicidios y desapariciones sin contabilizar oficialmente en México; sólo hace falta contrastar los datos que recogen las organizaciones de la sociedad civil. La violencia institucional se ha señalado desde hace años, pero es sabido que cuando una madre iba a denunciar la desaparición de su hija, las autoridades le decían que andaría por ahí de vaga o con el novio. Estas actitudes han perjudicado mucho”, lamenta.
La profesora de la UAB estudió a fondo los feminicidios de Ciudad Juárez y su representación en el cine documental.
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“Son un caso paradigmático, sobre todo por la movilización ciudadana que conllevaron, incluidas las asociaciones de madres. Una de las conclusiones a las que llegué es que los medios de comunicación juegan un papel importante para mantener viva la memoria de las muertas y los crímenes de género que, en países como Argentina, lo tienen bastante trabajado por el tema de la dictadura”, indica.
La especialista resalta la necesidad de que los medios no sólo ofrezcan datos duros, sino que deben hacer hincapié en contextualizar lo sucedido, explicarlo detalladamente, porque hay muchos tipos de violencias y feminicidios.
“El mismo material documental puede ser una herramienta de denuncia, que es algo esencial. También es importante el sólo hecho de ser plataforma de difusión. Creo que es muy clasista esa frase de ser la voz de los que no tienen voz, porque no se trata de eso. Todo el mundo tiene voz. Muchos de estos documentales sobre los feminicidios de Ciudad Juárez consiguieron abrir grietas en el panorama mediático, no sólo de México”, refiere.
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Cuanto más precaria es su situación, más vulnerable es la mujer a la violencia machista y más expuesta está a ella, lo que no significa que el fenómeno no se produzca en las clases altas; pero obviamente cuantos más recursos se tienen, también resulta más fácil salir de la violencia, agrega.
En relación a la pandemia, la experta asegura que el coronavirus ha contribuido a invisibilizar la violencia contra la mujer no sólo en México, sino en todo el mundo, sobre todo a nivel informativo.
“Cuando los medios de comunicación bajan los brazos, perdemos todas”, concluye.