Tel Aviv.— El líder de la derecha radical israelí, Naftali Bennett, anunció ayer su apoyo al jefe de la oposición, Yair Lapid, allanando el camino hacia una coalición que podría sacar del poder a cuyo mandato como primer ministro es el más largo en la historia de Israel y quien denunció “traición”.

Lapid, un político de centro al frente de la oposición israelí, necesita lograr el apoyo de cuatro diputados más para formar una coalición capaz de cerrar el capítulo de la era Netanyahu.

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El encargo para formar gobierno, que el presidente israelí, Reuven Rivlin, le concedió a principios de mayo, está vigente hasta la noche del miércoles 2 de junio. “Haré todo lo posible para formar un gobierno de unidad con mi amigo Yair Lapid”, dijo anoche Bennett, quien llevaba semanas alimentando el misterio en torno a sus intenciones.

“A la hora de la verdad, hay que saber asumir sus responsabilidades”, agregó Bennett, exministro de Defensa.

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“Yair y yo tenemos nuestras diferencias, pero compartimos el amor por este país”.

Ambos partidos debían empezar las negociaciones de cara a un acuerdo ayer por la noche, indicaron en un comunicado.

“La izquierda asume compromisos que distan de ser fáciles, cuando me da a mí [...] el papel de primer ministro”, indicó Bennett. Según los medios israelíes, el acuerdo establecería que él esté al frente del gobierno durante los primeros años de mandato y, luego, le ceda ese puesto a Lapid.

La reacción de Netanyahu no se hizo esperar.

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“Este gobierno será un peligro para la seguridad del Estado de Israel. Se trata de la estafa del siglo”, declaró.

“En lugar de crear un gobierno de izquierdas peligroso, podríamos conformar un Ejecutivo de derechas” con rotación en la jefatura de gobierno junto al mismo Bennett y el derechista Gideon Saar, manifestó Netanyahu, reiterando una oferta que ya fue rechazada por el político ultranacionalista.

Para formar gobierno, Lapid, que dirige el partido Yesh Atid (“Hay un futuro”), debe conseguir el apoyo de 61 diputados. Con el respaldo de la izquierda, del centro y de dos formaciones de derechas, había logrado 51, antes de que Bennett anunciara que también le dará su aval.

Bennett, al frente de la formación Yamina (“A la derecha”), recabó siete escaños en las legislativas del 23 de marzo, las cuartas celebradas en dos años. Pero uno de sus miembros indicó que no colaboraría con el campo antiNetanyahu.

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Hace 25 años, Netanyahu derrotó al laborista Shimon Peres y se convirtió en primer ministro por tres años. En 2009 regresó al poder y no lo ha abandonado desde entonces.

Lapid lidera un amplio bloque de partidos de gran diversidad ideológica —desde la izquierda hasta la extrema derecha—, incluso antitético, cuyo único elemento de unión es su oposición a Netanyahu. Para llegar a una mayoría, debería conseguir también el respaldo directo o externo de la Lista Unida (seis diputados) o del islamista Raam; ambos, partidos árabes.

Esto sería un paso sin precedentes en Israel, y es que formaciones árabes-israelíes que representan a comunidades de origen palestino del país no apoyaron antes a gabinetes integrados por partidos derechistas y marcados a menudo por una narrativa antiárabe.

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