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A las 11:00 de la noche del viernes 7 de mayo de 2021, Cristina Palomo Lima gritó para pedir ayuda porque estaba a punto de ser asesinada en una vivienda del callejón Estévez, en Chalchuapa , Santa Ana , departamento de El Salvador . Ese aviso reveló una barbarie: la casa donde mataron a Cristina y a su madre era en realidad un cementerio clandestino.
Esa misma noche, Hugo Ernesto Osorio Chávez , de 51 años, confesó haber sido el responsable del doble crimen de las mujeres y de más asesinatos, cuyos cuerpos había enterrado en un terreno colindante con la ayuda de otros hombres.
La Policía Nacional Civil ( PNC ) acordonó el recinto y los investigadores comenzaron a remover la tierra en busca de víctimas supuestamente asesinadas en casa de Osorio.
Después de 15 días de aquel hallazgo, los vecinos aseguran que nunca escucharon ni vieron nada raro sobre Osorio Chávez , un expolicía al que describen como alguien "amable", que "no se metía con nadie" y hasta "buena persona".
Osorio
vivió por años en el lugar y pasó desapercibido, como ocurre con una mina oculta bajo tierra que está diseñada para detonar cuando la víctima finalmente la pisa o hace contacto.
El psicólogo y especialista en crímenes sexuales, Óscar Vásquez, destaca que las características de un psicópata, o mejor llamado un afectado por trastorno antisocial de la personalidad, pueden permanecer ocultas por mucho tiempo y son muy difíciles de identificar.
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"No se dan en el discurso (los parámetros) se dan en los hechos y, por lo tanto, hasta que no se desarrolla el hecho y no vemos una consistencia no podemos catalogar a estas personas, no las podemos identificar. Es hasta que suceden las cosas, hasta que son puestos en una situación y acción. No hay forma de detectarlos previamente si no vemos las conductas a través de la historia de esta persona. Puede ser callado, introvertido, pero en lo que debemos fijarnos es en sus actos. La manifestación de esto no es solamente individual, hay un contexto donde se pueden mover", enfatiza el especialista.
En cuanto a las víctimas, los fiscales aseguran que en su mayoría son mujeres. Una condición que a juicio de los expertos puede ayudar a normalizar posibles conductas delictivas, puesto que un hombre ingrese mujeres a su casa constantemente es considerado como algo normal. "El consumo de los cuerpos de las mujeres ha sido normalizado", considera la antropóloga y activista Mariana Moisa.
Moisa relaciona lo sucedido en Chalchuapa como responsabilidad de toda la sociedad, de la comunidad, de los vecinos. "Porque vivimos en un contexto social donde se normaliza la violencia. Es cierto, vemos estas cosas, pero creemos que son asuntos domésticos y privados y por lo tanto no nos metemos, pero también se debe actuar ante ello. Es un asunto que nos compete a todos, es un asunto de la convivencia de toda la sociedad", dice.
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La forma de "potenciar" a las personas como Osorio se lleva a cabo preparando un terreno fértil compuesto principalmente por un contexto social que se lo permite y que se abona con un discurso invisibilizador, donde se pretende hacer creer que una persona no desaparece, solo cambia de domicilio, dice Vásquez.
"La expresión más grave la tenemos allí, con esta persona que se declara responsable de todas las muertes y es porque el contexto social facilita toda esta situación y se abona con el discurso invisibilizador de que las personas cambiaron de domicilio y sí, cambiaron de domicilio, pero para el suelo encementado de su asesino", expone el especialista.
La antropóloga también coincide con el discurso invisibilizador de las autoridades, donde existe una negación de la violencia sobre el fenómeno, así como una normalización del mismo y entre ambas intentan ocultar la situación. Añade quelo peligroso de esta práctica es que va generando más impunidad.
¿Asesino serial?
Del interior de la vivienda de Osorio , el Instituto de Medicina Legal retiró seis cuerpos el 20 de mayo. La misma dependencia de la Corte Suprema de Justicia revela que es difícil hablar de un número de víctimas final en esta etapa de las investigaciones. Mientras tanto, el criminalista forense de la Fiscalía General de la República (FGR), Israel Ticas, ha asociado los hallazgos con 13 personas.
Las declaraciones de las autoridades perfilan a Osorio como alguien que solo quiso satisfacer sus deseos sexuales y que luego intentó deshacerse de la evidencia de los cuerpos. Por eso asumen que los enterró en su misma casa.
También lo han presentado como un asesino en serie que contactaba y convencía a sus víctimas en redes sociales y luego cometía los crímenes. Otra versión también relata que sus víctimas femeninas hicieron contacto con él para poder salir del país y otras fueron engañadas con ofertas laborales como excusa.
Ese mismo "psicópata y asesino en serie", como lo han llamado, es el mismo que la FGR confesó tener como prueba en el caso donde 10 personas más están siendo procesadas por estar, presuntamente, vinculadas con el que desde un inicio señalaron como el principal culpable.
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En caso que el diagnóstico del expolicía sea definido como el de un psicópata, que los especialistas comprueben que actuó a causa de un trastorno mental y que puedan probar que este mismo estuvo presente cuando cometió los delitos, la condena que hasta ahora la Fiscalía ya menciona es de 100 años como pena mínima, la cual podría enfrentar solo por asesinar a Cristina y a su madre.
El sistema judicial salvadoreño podría realizarse una exclusión de la pena privativa de libertad e imponer a cambio medidas de seguridad, explica la abogada penalista Cindy Rivera.
"El asesino de Chalchuapa ", como también ha sido perfilado, permaneció tan oculto que fue invisible hasta para la Policía, a pesar de andar huyendo de la justicia. La PNC no lo capturó ni por la orden de captura vigente que Osorio mantenía desde el 22 de diciembre de 2020 por violación a una menor. Fue hasta aquella noche del viernes 7 de mayo, cuando el grito de Cristina, su última víctima, lo delató. Por ahora la Fiscalía tiene seis meses para terminar de perfilarlo.
agv