Brayan tiene 12 años. Es una más de las millones de víctimas de la crisis política, económica y social que vive Venezuela. Él tuvo que huir de ahí con sus padres y sus cinco hermanos.
En Venezuela, Carlos, el padre de Brayan, era un exitoso empresario del sector de la construcción, pero cuando la economía colapsó, lo perdieron todo. Ahora viven en Maicao, una localidad fronteriza colombiana, semillero del tráfico y de la brutalidad y donde radican miles de venezolanos que dejaron su nación debido al hambruna, la extrema pobreza y la violencia que prevalecen ahí, con el régimen de Nicolás Maduro, que se aferra al poder, y una oposición con un proclamado presidente, Juan Guaidó, que no ha logrado recabar la fuerza necesaria como para lograr un cambio.
Según el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), más de 3 millones de venezolanos han dejado el país en los últimos años. Para Brayan, aceptar el cambio ha sido muy difícil y constantemente se enfrentaba a sus padres. “Cuando salí de mi país, cuando salí pa’ca, yo pensé que íbamos a pasar puras vacaciones, y no, aquí nos vamos a quedar”, cuenta en un video grabado por la organización Save the Children, que lo contactó en octubre de 2018.
Su madre, Jaqueline, recuerda lo mal que estaba su hijo de recién llegados a Maicao. “No quería estar aquí”. Pero asistir al Espacio Amistoso de Save the Children, un lugar donde participa en actividades recreativas y platica con un tutor, le ha ayudado a cambiar de actitud. El estar ahí, dice Jaqueline, “lo puso más dócil y más tranquilo”. Brayan dice que ahí le han enseñado lo que es importante, “el respeto y los valores”. Al igual que él, muchos otros niños venezolanos han encontrado refugio en ese lugar y recuperado un poco de lo que perdieron al dejar su patria.