San José. – El presidente de Perú, Pedro Castillo, mostró que en los primeros 12 de los 60 meses de mandato apeló a sus habilidades de político, maestro, sindicalista magisterial y rondero o vigilante campesino y aprendió a correr como los soldados en campo abierto en una guerra: en zigzag y en diagonal hacia adelante para burlar el ataque enemigo.
Castillo llegará mañana a su primer año de su gobierno tras sobrevivir 365 días a una profusa hostilidad política, legislativa, judicial, mediática y empresarial en una zona de combate en la que sorteó a toda clase de atacantes, provistos de abundante arsenal y que, como francotiradores de lejos o pistoleros de frente, le convirtieron en objetivo principal de su tiro al blanco.
Castillo zigzagueó y, aunque quedó con sus fuerzas debilitadas por la oscilante carrera de un lado a otro en avance, logró cumplir el primer año de gestión y derrotó a un abanico de rivales que apostó a que sería destituido por el Congreso por incapacidad moral o, acorralado por un bombardeo político, finalmente dimitiría.
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Desde que asumió el 28 de julio de 2021, Castillo esquivó con éxito —en noviembre y en marzo— dos procesos de vacancia o sustitución en el Congreso por “incapacidad moral”.
Una realidad del primer año fue el constante cambio en el gabinete con inestabilidad política y crisis permanente: cuatro primeros ministros, tres cancilleres, tres ministros de Defensa, dos de Economía, cuatro de Interior o tres de Educación, con variantes que involucraron a 49 jerarcas de 19 ministerios.
El Ministerio Público de Perú recibió la semana anterior una denuncia contra el mandatario por presunto encubrimiento, en el cuarto caso judicial sobre el gobernante. Los otros son por los supuestos delitos de plagio de su tesis, ascensos irregulares en las Fuerzas Armadas de Perú y organización criminal, tráfico de influencias y colusión agravada en el Ministerio de Transporte y Comunicaciones.
“La situación caótica, disfuncional y deficiente del Estado peruano lamentablemente no tiene visos de solución en el corto plazo y la solución pasa por la salida de Castillo del gobierno”, afirmó el abogado y politólogo peruano Josef Zielinski, profesor de Ciencias Políticas de la (no estatal) Universidad de Lima.
“Muchos guardan la esperanza que esto se dé antes de abril del próximo año, en la medida que las investigaciones fiscales confirmen los indicios de corrupción”, dijo Zielinski a EL UNIVERSAL.
“Es por errores propios que él mismo (Castillo) se ha hundido en una espiral de debilidad e ilegitimidad. En solamente un año, su desaprobación ha subido a un 80%. Esto se debe no solo a los escándalos de corrupción que rodean su gestión y en los que él se encuentra involucrado como principal sospechoso, sino principalmente por su manifiesta y supina incapacidad de gestión”, adujo.
Choque inútil
Castillo alegó que “un año de gestión en este gobierno y los detractores hasta este momento no pueden encontrar una prueba” y acusó a sus opositores de continuar con una “confrontación inútil que no le hace bien al país”.
Al exhortar al Congreso a que abandone esta estrategia de choque, garantizó que su gobierno será respetuoso de la separación de poderes y que “no habrá ninguna intromisión”.
El fantasma de destitución de Castillo por vía legislativa resurgió esta semana con fuerza. La vicepresidenta peruana, Dina Boluarte, fustigó a los sectores políticos que insistieron en declarar la vacancia presidencia por la vía del Congreso por los escándalos judiciales de Castillo por supuesta corrupción.
“Hay un grupo minoritario de la sociedad política y de algún grupo de congresistas que no aceptan el triunfo del presidente Pedro Castillo, no nos han aceptado y no nos quieren seguramente porque es la primera vez que viene un presidente de Cajamarca, un profesor rural, y una mujer que viene de provincia”, argumentó.
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En referencia a que Castillo proviene de un departamento (estado) del noroccidente de Perú y ella del sur, en una nación con añejas expresiones de racismo, Boluarte declaró a medios peruanos de prensa que “seguramente por esa situación discriminatoria no nos aceptan como políticos que puedan poder llevar las riendas del país”.
Consultada acerca de que si el Congreso destituye a Castillo estaría dispuesta a reemplazarlo, contestó que “el pueblo peruano me ha elegido como vicepresidenta y es lo que voy a hacer porque esa es la voluntad del pueblo y al pueblo no se le puede defraudar”.
Como candidato del izquierdista y opositor partido Perú Libre, Castillo ganó en 2021 la primera (11 de abril) y la segunda (6 de junio) vuelta de las elecciones presidenciales.
En una muestra del conflicto peruano, el gobernante ya rompió con Perú Libre, que tiene 37 de los 130 escaños legislativos y es la bancada más numerosa. Con ese número de legisladores, Castillo habría podido protegerse de “cualquier intento de vacancia”, según Zielinski.
Castillo entró al gobierno “con todas las herramientas en su poder para no ser un gobierno débil”, recordó.
Con 26 congresistas en Perú puede presentarse al Congreso una solicitud de remoción del gobernante y con 52 se declara la vacancia o destitución por incapacidad moral.
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