El Parlamento de Georgia adoptó una polémica ley sobre los "valores familiares", rechazada por la Unión Europea (UE) y organizaciones de derechos humanos por restringir los derechos de las personas LGTBI+.
Con 84 votos a favor y cero en contra, la medida -similar a la vigente en Rusia- fue aprobada por los diputados del oficialista Sueño Georgiano en una votación boicoteada por la oposición.
La adopción del texto ratifica el giro conservador y antioccidental del gobierno, a la vez que podría avivar las tensiones en el país caucásico de cara a las elecciones legislativas del 26 de octubre.
La iniciativa prohíbe "la propaganda de las relaciones homosexuales y el incesto en los centros educativos y los programas televisivos, al igual que los "encuentros y manifestaciones" a favor de estos vínculos.
También veta la transición de género, la adopción para personas homosexuales y transgénero y anula la validez en el país de los matrimonios igualitarios celebrados en el extranjero.
La UE señaló a principios de septiembre que este proyecto "atenta contra los derechos fundamentales de los georgianos y podría estigmatizar y discriminar aún más a una parte de la población".
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Además, advirtió que su adopción tendría "importantes repercusiones" en el proceso de admisión del país a la comunidad europea y tensaría las relaciones.
Los detractores del partido Sueño Georgiano, que desplegó una política proocidental a su llegada al poder en 2012, acusan a la formación de acercarse cada vez más a la órbita del Kremlin y poner en peligro la integración del país en la UE y en la OTAN.
En los últimos meses, Georgia se vio sacudido por una ola de protestas contra una ley sobre "la influencia extranjera", criticada por países occidentales y similar a la normativa rusa que llevó a la represión de toda oposición en el país.
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