San José- Tras cumplir apenas los primeros siete de sus 48 meses de mandato, el presidente colombiano, Gustavo Petro , intentó sofocar un incendio político en su propia familia por los presuntos nexos de su hijo mayor —Nicolás— con mafias del narcotráfico de su país en financiamiento electoral y de su hermano —Juan Fernando— con tráfico de influencias, en un escándalo que minó su margen de maniobra para negociar la paz total en Colombia.

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Arrinconado por la avalancha de filtraciones, reproches y denuncias contra sus dos parientes, Petro tomó la iniciativa para tratar de aplacar el fuego y solicitó el 2 de este mes a la Fiscalía General de Colombia abrir una investigación sobre la ruta del dinero y los aspectos políticos afines o paralelos involucrados en una trama con desenlace incierto.

“La presidencia de Petro se puede ver truncada si no tiene logros tempranos que mostrar y si las negociaciones [de paz] fracasan. Los escándalos no le ayudan”, afirmó el economista y relacionista internacional colombiano Sergio Guzmán, profesor de Administración de Empresas de la (no estatal) Universidad Externado de Colombia, de Bogotá.

Al subrayar que “claramente faltan muchas respuestas”, Guzmán dijo a EL UNIVERSAL que en Colombia “hay una ansiedad y un malestar general” con la forma como el gobierno lleva “estas negociaciones” con la guerrilla del comunista Ejército de Liberación Nacional (ELN) y con narcotraficantes y otros delincuentes.

“Las conductas del hijo afectan muchísimo más al presidente, porque aparenta hacer todo lo contrario a lo que su papá ha denunciado: no a la politiquería, a las mafias, a dineros mal habidos, a vivir más allá de sus propios medios. Se presume que el hijo recibió dineros que no se entienden (…). Eso sí definitivamente mina la credibilidad del presidente”, alegó.

“La opinión pública, aunque quiere negociar y quiere la paz, no siente que esta ha sido tratada de forma transparente”, subrayó.

El politólogo y consultor político colombiano Leonardo García, de Speak Consultoría de Reputación, firma privada de Bogotá, adujo, por su parte, que “la percepción ciudadana sobre el presidente viene en tendencia de descenso desde noviembre del año pasado”.

“Sin duda que las acusaciones e inclusive la respuesta del presidente (‘que investiguen a mi hermano y a mi hijo’) ahora se convierten en una segunda ola de posicionamiento para los opositores al gobierno”, describió García a este diario.

“La desaprobación presidencial genera como efecto de conducta una mayor dificultad para movilizar sus propuestas de reforma. El ‘precio’ de la transacción se ha incrementado frente a un presidente con menos apoyo ciudadano. El Congreso, las cortes, los medios han empezado a endurecer posiciones respecto a la gestión del gobierno”, relató.

El panorama confirmó un rápido deterioro del capital político que Petro acumuló al ganar la presidencia en 2022 con el voto del descontento con partidos y líderes tradicionales y lograr un hecho inédito: arrebatarle el poder a la vieja clase dominante y convertirse en el primer presidente izquierdista de Colombia desde que se independizó de España en 1810.

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Las revelaciones

El lío con el hijo y el hermano del mandatario surgió en febrero anterior y se agravó este mes. La colombiana Day Vásquez, exesposa del hijo, reveló en una entrevista este mes con la revista Semana, de Colombia, que su exmarido recibió unos 124 mil dólares del narcotraficante colombiano Samuel Santander para financiar la campaña electoral de Petro padre, pero que el donativo nunca entró a las arcas partidistas.

También denunció que el empresario colombiano Alfonso Hilsaca donó unos 41 mil dólares al hijo de Petro para la contienda de su padre y que esos recursos tampoco entraron a la campaña. Vásquez recalcó que Petro hijo se dejó los dos aportes.

El hermano del mandatario, entre tanto, habría pactado con criminales colombianos en cárceles de Colombia el cobro de gran cantidad de dinero para incorporarlos a un plan de Petro de “paz total” y beneficiarlos con la reducción de sus condenas. Colombia es el principal productor mundial de cocaína y base clave del narcotráfico global.

Petro hijo desmintió a su exesposa, negó conocer a Santander y a Hilsaca y haber obtenido apoyo de ambos y pidió indagar para proteger “mi honra y buen nombre”. El hermano replicó que actuó con legalidad.

Al asumir el 7 de agosto de 2022, Petro prometió negociar la paz con el narcotráfico y otras redes criminales y luego ofreció rebajarles sus sentencias y que preserven parte de sus ganancias para que se salgan de sus negocios ilícitos y cesen la violencia.

El concepto de “paz total” emergió luego de que, en diciembre de 2016, entró a regir un acuerdo de paz (parcial) que el gobierno colombiano y la ya disuelta insurgencia comunista Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en guerra desde 1964, firmaron en noviembre de ese año. La paz sigue incompleta, ya que el ELN, alzado desde 1964, continuó en guerra, aunque en 2022 abrió un diálogo con Petro para la pacificación.

Tras destaparse los casos de su hijo y de su hermano, Petro ratificó su compromiso de paz y advirtió que “quien quiera interferir en ese propósito, o sacar provecho personal de este, no tiene cabida en el gobierno, incluso si son miembros de mi familia”.

Al confiar en que su hijo y su hermano prueben “su inocencia”, anunció que “respetaré las conclusiones a las que llegue la justicia” y alertó que “mi gobierno no otorgará beneficios criminales a cambio de sobornos”.

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