San José.- Una nueva generación criminal del cártel mexicano de los se alió con parientes del narcotraficante mexicano Rafael Caro Quintero, detenido en 1985 en una mansión aledaña al principal aeropuerto internacional costarricense, y lanzó un intenso operativo para contrabandear cocaína por mar de Colombia y Ecuador a Costa Rica, Honduras y Guatemala en ruta a México y Estados Unidos.

La vasta red criminal incluyó blanqueo de dinero y tráfico de fentanilo de México a Estados Unidos.

La información está contenida en un informe del Departamento del Tesoro de EU al que tuvo acceso

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Los parientes de Caro Quintero asociados a los nuevos jerarcas del cártel de los Beltrán Leyva son dos mexicanos y aún en fuga: su primo, José Gil Caro Quintero, y el hijo de este, Jesús José Gil Caro Monge, precisó el reporte, emitido el pasado 6 de diciembre.

Las piezas claves del engranaje, también prófugos, fueron identificadas por el Tesoro como los mexicanos Óscar Manuel Gastélum Iribe, alias “El Músico”, Pedro Inzunza Noriega y Fausto Isidro Meza Flores.

“El violento narcotraficante José Gil Caro Quintero ha trabajado estrechamente con Gastélum Iribe. Además, el hijo de José Gil Caro Quintero, Jesús José Gil Caro Monge, también participa en el envío de cargamentos marítimos de droga desde Sudamérica a México”, describió el Tesoro.

“José Gil Caro Quintero está imputado con cargos federales de tráfico de drogas” un tribunal de Washington “y, si es capturado, será procesado conjuntamente” por la Sección de Narcóticos y Drogas Peligrosas del Departamento de Justicia y la Fiscalía General de Estados Unidos, puntualizó.

 José Gil Caro Quintero. Imagen: Especial
José Gil Caro Quintero. Imagen: Especial

Acusado del asesinato en 1985 en Jalisco de Enrique Camarena, un agente mexicano—estadounidense de la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos (DEA por sus siglas en inglés), Rafael Caro Quintero huyó en marzo de ese año a Costa Rica, donde fue detenido al mes siguiente en una residencia de lujo a unos 20 kilómetros al noroeste de esta capital y expulsado casi de inmediato a México.

Integrante del ya desaparecido Cártel de Guadalajara, mafia mexicana que operó, dentro y fuera de México, de 1978 a 1989, y famoso con los alias de “Narco de Narcos”, “R1” y “Don Rafa”, permaneció preso 28 años en México hasta 2013, cuando fue sorpresivamente liberado en un confuso proceso judicial.

Una nueva orden de captura en su contra fue emitida en 2015 por el caso Camarena, pero siguió en fuga, mientras la DEA lanzó una oferta de recompensa por su detención de 20 millones de dólares, la más alta en la historia criminal estadounidense por un narcotraficante. En un despliegue de autoridades militares y fiscales mexicanas, fue recapturado en 2022 en México.

La sombra de Caro Quintero en Costa Rica, por los nexos que forjó en la década de 1980 con la Agencia Central de Inteligencia (CIA), de Estados Unidos, y con el Cártel de Medellín, Colombia, que operó de 1976 a 1993 e inundó al mundo de cocaína. Con la CIA y Medellín, desarrolló un trueque de drogas, de Colombia a México y Estados Unidos, por armas de México a Centroamérica para la guerrilla de los “contras” nicaragüenses que, sostenida por Washington, combatió al régimen sandinista, que gobernó en Nicaragua de 1979 a 1990.

La detección de los dos parientes de Caro Quintero ligados a la red de los Beltrán Leyva para el contrabando de estupefacientes en países centroamericanos y suramericanos, reactivó el fantasma de lo que fue la todavía misteriosa primera captura de un capo narcotraficante mexicano de alto rango en Centroamérica, y en especial en Costa Rica.

Cuatro elementos claves aportados por el Departamento del Tesoro de EU

  • Gastélum Iribe, un narcotraficante notoriamente violento, supervisa el transporte de drogas desde múltiples países, incluidos Colombia, Ecuador, Costa Rica, Honduras y Guatemala, a varios estados de México, incluidos Quintana Roo, Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Sinaloa, para su distribución final en Estados Unidos, incluidos California, Arizona, Oregón, Washington, Illinois, Nevada, Pensilvania, Ohio y Massachusetts”.
  • Inzunza Noriega trabaja estrechamente con Gastélum Iribe para traficar cargamentos marítimos de cocaína y gestiona las fuentes de suministro de la droga”.
  • “La red de traficantes asociados de Gastélum Iribe y Meza Flores también incluye coordinadores de logística (…), quienes coordinan los cargamentos de droga desde Sudamérica a México por vía aérea, terrestre y marítima, para su distribución en los Estados Unidos, en nombre de la organización”.
  • Gastélum Iribe, Inzunza Noriega y Meza Flores “constituyen el liderazgo actual de la OBL”.

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Mafia experimentada

Fundado en la década de 1990 dentro del Cártel de Sinaloa, la más poderosa organización criminal mexicana de producción y contrabando de drogas ilícitas, “lavado” de dinero y otras modalidades de la delincuencia criminal, el Cártel de los Beltrán Leyva se debilitó a finales del decenio del 2000 por sus mortales pugnas internas y con socios externos.

La cúpula de la organización, con sus tres hermanos líderes que construyeron una cadena de tráfico de cocaína a Estados Unidos y de producción de marihuana y heroína, fue desarticulada.

Nacido en 1958, Arturo Beltrán Leyva murió en 2009 en un choque a balazos con militares mexicanos en México. Alfredo Beltrán Leyva, nacido en 1971, fue detenido en México en 2008 y extraditado en 2014 a Estados Unidos, donde en 2017 se le condenó a cadena perpetua por narcotráfico. Carlos Beltrán Leyva, nacido en 1969, fue capturado en 2010 en México y está preso.

“En su ausencia, una nueva generación de narcotraficantes violentos subió al poder y asumió el control de la actual OBL”, describió el Tesoro, que ahora identificó oficialmente a la mafia como Organización Beltrán Leyva (OBL) y recordar que los hermanos Beltrán Leyva, “miembros fundadores” fueron capturados o asesinados.

“Durante más de dos décadas, la OBL ha sido un importante transportista de cantidades de varias toneladas de cocaína a los Estados Unidos. La ruptura de la OBL con el Cártel de Sinaloa en 2008 desató años de derramamiento de sangre en México, mientras estas organizaciones luchaban por el control de las rutas estratégicas del narcotráfico hacia Estados Unidos”, relató.

Alfredo Beltrán Leyva. Foto:  Archivo/ EL UNIVERSAL
Alfredo Beltrán Leyva. Foto: Archivo/ EL UNIVERSAL

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Los Beltrán Leyva estuvieron aparentemente relegados en América Latina y el Caribe frente a la implacable potencia y a la irrupción incesante de los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, pero EU reveló su accionar con otros cabecillas.

El Tesoro advirtió sobre el fuerte resurgimiento de lo que ahora identificó oficialmente como Organización Beltrán Leyva (OBL), comandada por herederos—no por lazo sanguíneo—de sus jerarcas originales.

La Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC por sus siglas en inglés) del Tesoro informó el 6 de este mes que dictó sanciones financieras contra 15 mexicanos, “varios de los cuales son fugitivos” de las autoridades estadounidenses, y dos empresas establecidas en México y “vinculadas, directa o indirectamente”, a la OBL.

Por las sanciones, detalló, “todos los bienes e intereses en los bienes” de los 15 mencionados por OFAC “que estén en Estados Unidos o en posesión o bajo el control de personas de Estados Unidos quedan bloqueados”.

“La epidemia de opioides, así como el panorama cambiante del tráfico ilícito de drogas, ha envalentonado aún más a la OBL para aprovechar el lucrativo mercado del fentanilo ilícito (opiode sintético) en comunidades de todo Estados Unidos”, añadió.

Al recalcar en que “la OBL sigue siendo una de las organizaciones de narcotráfico más poderosas del mundo”, narró que “está muy involucrada en el transporte y distribución de drogas mortales, incluido el fentanilo, a Estados Unidos. Ha sido uno de los mayores proveedores de cocaína al mercado estadounidense durante más de dos décadas”.

Por su ubicación entre Colombia—principal productor mundial de cocaína y punto de exportación del estupefaciente vía Venezuela y Ecuador—y Estados Unidos—mayor consumidor global de esa droga—, Costa Rica, en particular, y Centroamérica, en general, se consolidaron en el siglo XXI como bases vitales de los cárteles mexicanos.


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