Bagdad.— “Irak siempre estará conmigo, en mi corazón”, dijo ayer el Papa Francisco al concluir una misa en el estadio de Erbil, la última etapa de su viaje de tres días en este país asolado por las guerras y la pobreza.

“He oído voces de dolor y de angustia, pero también voces de esperanza y de consuelo”, afirmó el Pontífice ante miles de fieles: “Ahora se acerca el momento de volver a Roma”, agregó Francisco antes de bendecir en árabe, bajo el ululeo de la multitud.

Tras rezar por las víctimas de la guerra en los escombros de Mosul, la antigua capital del Estado Islámico (EI), el Papa celebró la mayor misa de su viaje, bajo estrictas medidas de seguridad. A su llegada, el Pontífice, de 84 años, había aparecido de pie en el papamóvil ante miles de fieles en el césped o en las gradas del estadio Franso Hariri.

El Papa comenzó la misa en latín, con la capa pluvial morada en la espalda y el solideo blanco en la cabeza, ante una asamblea silenciosa y recogida en el último día de su visita a Irak, la primera de un Papa en ese país.

Francisco consiguió acercarse a la multitud, primero en la devastada Mosul, donde deploró el exilio de los cristianos orientales. Rodeado de escombros y ante las cuatro iglesias cristianas destrozadas de la plaza Hosh al Bieaa, resultado de la devastación causada por el Estado Islámico durante su ocupación, el Papa rezó por las víctimas de todas las guerras: “Si Dios es el Dios de la vida, y lo es, a nosotros no nos es lícito matar a los hermanos en su nombre. Si Dios es el Dios de la paz, y lo es, a nosotros no nos es lícito hacer la guerra en su nombre. Si Dios es el Dios del amor, y lo es, a nosotros no nos es lícito odiar a los hermanos”, subrayó.

“¡Es el día más bonito!”, exclamó Hala Raad, quien lo vio pasar. “Ahora esperamos vivir con seguridad, eso es lo más importante”, dijo esta mujer cristiana que huyó de Mosul durante la irrupción yihadista.

“No comprendo por qué algunos no llevan cubreboca”, inquirió Bayda Saffo en las tribunas del estadio. Los organizadores limitaron las plazas en el Franso Hariri. Solamente fueron asignados pocos de los 20 mil asientos y sillas, distantes en el césped, para funcionarios y autoridades.

“Teníamos un primo joven que murió por Covid, es un verdadero peligro”, dijo Saffo, profesora universitaria de 54 años, con dos cubrebocas puestos.

En total, 726 mil 548 iraquíes han estado infectados, entre los cuales 13 mil 572 murieron, según datos oficiales. Durante la visita del Papa se impuso un confinamiento y podría extenderse, advirtieron autoridades.

En la localidad de Qaraqosh, en un discurso en la abarrotada iglesia de la Inmaculada Concepción, Francisco abogó por el perdón: “Lo que hace falta es la capacidad de perdonar, pero también el valor de no rendirse”, aseguró.

En Irán, la prensa celebró el encuentro en Irak del Papa Francisco con el gran ayatolá chiita, Alí Sistani, quien copó las portadas de la mayoría de diarios, algunos de los cuales lo vieron como una oportunidad para la paz en el país vecino. Agencias

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