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Ciudad del Vaticano.- El Papa Francisco llamó hoy a todos a abandonar el orgullo y la soberbia para prepararse a la llegada de la Navidad porque, dijo, no se puede tener una relación fraterna con los demás si existen “agujeros” en el alma.
En su comentario previo a la bendición dominical con la oración del Angelus , que dirigió ante más de 45 mil personas congregadas en la Plaza de San Pedro del Vaticano , el Papa también instó a abandonar “toda aspereza”.
“Estamos llamados a alisar los hundimientos producidos por la frialdad y la indiferencia, abriéndonos hacia los otros con los mismos sentimientos de Jesús, es decir con aquella cordialidad y atención que se hace cargo de las necesidades del prójimo”, señaló, hablando en italiano.
“No se puede tener una relación de amor, de caridad, de fraternidad con el otro si existen agujeros, como no se puede andar sobre una calle con tantos baches. Esto exige cambiar de actitud y, todo eso, hacerlo con una especial premura por los más necesitados”, agregó.
Las palabras de Jorge Mario Bergoglio surgieron de un reflexión sobre el Adviento, el tiempo litúrgico católico previo a la Navidad, durante el cual es necesario -insistió el pontífice- mantener una “espera vigilante”.
En esa espera, siguió, se requiere “bajar las tantas asperezas” causadas por el orgullo y la soberbia, sobre todo en aquellas personas que, quizás sin darse cuenta, son soberbias, ásperas y no tiene un trato de cordialidad.
Consideró necesario superar esas actitudes cumpliendo gestos concretos de reconciliación con los hermanos, de solicitud de perdón por las propias culpas; aunque reconoció que “no es fácil reconciliarse”, ya que siempre se piensa: “¿Quién da el primer paso?”.
“El señor nos ayuda en esto, si tenemos buena voluntad. La conversión, de hecho, es completa si conduce a reconocer humildemente nuestros errores, nuestras infidelidades, nuestros incumplimientos”, señaló.
Y apuntó: “No podemos rendirnos ante las situaciones negativas de cerrazón y de rechazo, no debemos dejarnos someter por la mentalidad del mundo, porque el centro de nuestra vida es Jesús y su palabra de luz, de amor, de consuelo”.