Ciudad del Vaticano.— El papa Francisco aceptó ayer las renuncias de otros dos obispos chilenos en una nueva repercusión del escándalo por el abuso sexual de menores que afecta a la Iglesia católica.
El mes pasado los 31 prelados chilenos en actividad presentaron sus dimisiones por no haber sabido proteger a los niños de los curas pedófilos. El Vaticano informó que Francisco aceptó las renuncias de los obispos de Rancagua, Alejandro Goic Karmelic, y de Talca, Horacio del Carmen Valenzuela Abarca. Con éstas suman cinco las dimisiones aceptadas.
Recientemente el Pontífice sostuvo que la Iglesia en Chile vive desde hace décadas “una cultura de abusos y encubrimiento”.
En la diócesis de Rancagua hay 14 sacerdotes acusados de mantener relaciones sexuales con menores. El obispo Goic había presidido la comisión de protección de menores de la Iglesia chilena. Los sacerdotes fueron denunciados por presuntos delitos sexuales consumados en una red denominada “La familia” durante al menos una década.
Elisa Fernández, denunciante de los abusos cometidos en la diócesis de Rancagua, 80 kilómetros al sur de Santiago, reaccionó con ira por la aceptación de la renuncia de Goic, quien había dimitido hace tres años al cumplir los 75, edad a la que deben renunciar los religiosos.
“Estoy bastante desilusionada y defraudada, enojada”, dijo y señaló que tras reunirse con investigadores papales enviados por Francisco a Chile en febrero solicitó que no removieran a Goic para que “él asumiera su responsabilidad como encubridor en el caso Rancagua”.
Añadió que “aquí el hilo se quiere cortar por lo más delgado, que son los sacerdotes, pero los obispos que son los principales encubridores... van a pasar sin pena ni gloria”.
Una de las renuncias aceptadas previamente fue la del obispo de Osorno, Juan Barros, quien fue un estrecho colaborador de Fernando Karasima, el cura pedófilo más conocido de Chile. Francisco había defendido enérgicamente a Barros pese a la indignación de muchos fieles y algunos funcionarios eclesiásticos, quienes sostenían que había encubierto los abusos de Karadima, condenado en 2011 por el Vaticano a una “vida de oración y penitencia”, luego de que la justicia local declarase prescritos los cargos por abuso sexual.
En abril, el Papa recibió a tres víctimas de Karadima a quienes pidió perdón. Juan Carlos Claret, vocero de los laicos de Osorno, afirmó que el Papa “tiene la responsabilidad de remover a más obispos” y reclamó al Vaticano que dé acceso al informe de 2 mil 300 páginas realizado por los investigadores de abusos sexuales tras visitar Chile en febrero.