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El papa Francisco abogó ayer por la unidad y una mayor inclusión de los postergados pueblos originarios de Chile en una misa masiva en Temuco, capital de la región más pobre y corazón de un largo conflicto entre indígenas y el Estado, donde también denunció el uso de la violencia en la lucha por reivindicar los derechos indígenas.
Desde un terreno reclamado como ancestral por la etnia mapuche y que también fue ocupado como centro de torturas durante la dictadura de Augusto Pinochet, el Sumo Pontífice pidió más tolerancia para preservar la riqueza de cada pueblo.
“La unidad que nuestros pueblos necesitan reclama que nos escuchemos, pero principalmente que nos reconozcamos”, dijo el líder religioso, quien saludó a los fieles en lengua mapudungún con la frase “Mari Mari, Küme tünngün ta niemün” (Buenos días, la paz esté con ustedes). “Nos necesitamos desde nuestras diferencias”, agregó. “Es la única arma que tenemos contra la deforestación de la esperanza”.
En la antesala de la llegada de Francisco a la región, se registraron incendios en dos iglesias que la policía investiga como presuntos ataques, que se sumaron a otros en las jornadas previas en los que se hallaron panfletos en los que estos atentados eran reivindicados por grupos extremistas con reclamos de tierras afines a los del pueblo mapuche, y que rechazan la visita del Pontífice.
También tres helicópteros de una empresa forestal fueron quemados en otra zona del sur del país y un policía resultó herido con perdigones en un enfrentamiento con grupos de desconocidos cuando resguardaba una hacienda.
El presidente electo Sebastián Piñera condenó vía Twitter la violencia. “Mi rechazo absoluto a los cobardes y violentos ataques ocurridos en el sur”. Agregó que “vamos a combatir el terrorismo con mayor voluntad y eficacia, para lo cual necesitaremos de la colaboración y unidad de todos los chilenos”.
El conflicto ha escalado en los últimos años en la región de La Araucanía, donde grupos mapuche demandan a empresarios madereros que devuelvan territorios ancestrales y al Estado que avance en el traspaso de tierras a los pueblos originarios.
En la misa, que dedicó a las víctimas de la dictadura de Augusto Pinochet, el Papa dijo que “no se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro, porque esto lo único que despierta es mayor violencia y división... Más que impulsar los procesos de unidad y reconciliación, terminan amenazándolos”.
Unos 600 mil mapuches viven en Chile, principalmente en la Araucanía y Biobío, sectores empobrecidos situados a más de 500 kilómetros al sur de Santiago que durante siglos fueron el límite del imperio español en Sudamérica. Famosos por ser guerreros, los mapuches mantuvieron a raya a los conquistadores y sólo fueron derrotados por el ejército chileno entre 1860 y 1870. Las relaciones con el Estado han sido difíciles desde entonces.
La policía desplegó un inusual anillo de seguridad en Temuco con más de 4 mil efectivos, lo que generó sentimientos encontrados entre algunas comunidades mapuche de la zona.
El líder de la Iglesia católica viajó temprano en avión a Temuco y luego arribó en papamóvil a la base aérea de Maquehue, ocupada en el pasado como centro de detención y tortura, y donde fue recibido por unos 200 mil asistentes, menos de lo previsto. Familiares de víctimas de la dictadura se quejaron de que la misa se haya celebrado en el viejo centro de detención, por donde pasaron cerca de medio millar de personas.
En Santiago, el Papa encabezó un encuentro con jóvenes, donde comparó el uso que dan al celular y a internet con el compromiso con la Iglesia. Los animó a no quedarse “sin conexión” con Jesús, a no perder “la señal” ni dejar que se gaste “la batería” que mantiene vivo el fuego de Dios en sus corazones. Luego, en un acto en la Universidad Católica, fueron detenidos ocho jóvenes que protestaban en su contra.
Hoy concluirá su viaje a Chile con una visita a Iquique y una reunión con víctimas de la dictadura.