Madrid.— El catálogo de las secuelas sicológicas provocadas por la está siendo cada vez más completo, a medida que se detectan nuevos casos que abarcan desde la niebla mental al miedo a salir de casa, pasando por la depresión, la ansiedad o las fobias.

Sin embargo, enlistadas las dolencias, falta por saber si las personas afectadas acabarán recibiendo la atención profesional que necesitan, algo que por ahora se antoja sumamente difícil ante la escala de prioridades que los gobiernos han establecido nivel.

La falta de recursos humanos y materiales que afecta a la gran mayoría de los sistemas nacionales de salud, y que es especialmente deficitaria en áreas destinadas a la , hace que la situación se vuelva doblemente complicada.

“Se le está prestando menos atención a la salud mental porque es menos visible. El sistema de respuesta de salud mental es quizás el hermano pobre de los sistemas de salud, el recién llegado y el que ya de por sí era más endeble. En una situación de pandemia esa debilidad se revela todavía más”, señala a EL UNIVERSAL Guillermo Fouce, doctor en sicología y profesor de la Universidad Complutense de Madrid (UCM).

“Es la que menos recursos tiene y por eso cuando llega una situación de este tipo que se lo lleva todo por delante, los más vulnerables son los primeros en caer”, asegura el también presidente de Psicología sin Fronteras.

El grado de atención a las secuelas mentales no sólo depende de la voluntad, sino de los recursos de los que disponen los sistemas de salud que, absorbidos por la pandemia y sin equipos ni personal suficientes, han dejado de atender algunas enfermedades crónicas que están emergiendo ahora.

Las muertes o los percances físicos son evidentes, al contrario que otras secuelas más subterráneas, como las mentales, que tienen que ser igualmente atendidas, porque la salud sicológica individual se halla íntimamente conectada con la salud social y la física, advierte el profesor

“Es fundamentalmente una cuestión de recursos, pero también de atajos. La mayoría de la gente está respondiendo con fármacos a esas necesidades que tiene de ser escuchada y ser atendida, lo que le permite superar un sufrimiento, dormir bien un tiempo o reducir la irritabilidad. Pero son atajos que luego crean dependencia”, agrega.

“Lo que proponemos también son acciones escalonadas. No se trata de que todo el mundo vaya al sicólogo, sino más bien que en cada caso vayamos actuando en función de lo que necesite esa persona o de lo que pueda responder esa persona con el mínimo de intervención posible desde el exterior, intentando que resuelva lo que le ocurre activando sus propios recursos.

El especialista estima que el Covid-19 persistente constituye un reto añadido a la hora de atender las secuelas mentales, ya que se sabe muy poco tanto de sus orígenes como de sus consecuencias, entre ellas la ansiedad recurrente.

“La crisis está durando mucho tiempo y lo que conocemos como condicionantes sociales de la salud están agravándose. Mucha gente no tiene empleo ni sabe dónde va a volver a trabajar en la mayoría de los casos. Tampoco se relaciona debidamente, por lo que le falta el apoyo social que es un factor clave en la salud. Y a veces la gente tampoco tiene esperanza. Si a eso se le suman enfermedades que son secuelas y que no se conoce muy bien su etiología, con una amplísima carga de inseguridad, pues se genera un coctel sumamente peligroso”, advierte el sicólogo.

Ausentismo por miedo

“Ciertas profesiones han resistido, pero están en crisis permanente, como los sanitarios, los que trabajan en residencias de mayores o los que desempeñan su actividad de cara al público, como los profesores. Hay un grado de exposición evidente, por lo que algunos profesionales se ven al borde de una situación realmente peligrosa.

“El nivel de exposición no es igual en todas las profesiones, por lo que debería haber una atención preferencial valorando el nivel de exposición y de riesgo que existe en cada caso”, refiere el sicólogo.

Tras el final todavía incierto de la pandemia sanitaria, los especialistas auguran la llegada de una pandemia mental.

“Estamos hablando ya de la ola de la salud mental. Esta pandemia ha dejado muy tocada a la gente desde el punto de vista sicológico, tanto individual como social”, concluye el experto.


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