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Bruselas.— La jornada de la sana distancia decretada contra el Covid-19 no incidió de forma adversa en la violencia registrada en México por parte de la delincuencia. La crisis de inseguridad y violencia continuó en ascenso en el país, a pesar del inédito paro de actividades decretado para hacer frente a la pandemia.
Esa es la evaluación que hace Armed Conflict Location & Event Data Project (ACLED), en un análisis sobre el impacto de la pandemia en la violencia criminal registrada en México y Centroamérica. Señala que las restricciones de movilidad y la suspensión de actividades comerciales como resultado del llamado a quedarse a casa obligó a los cárteles a adaptarse con las consecuencias para la seguridad y la estabilidad. “Los datos de ACLED muestran un incremento de la violencia entre agrupaciones delictivas en toda la región. En México y el Triángulo Norte, las bandas compiten por un mercado que se ha contraído y las autoridades gubernamentales se ven confrontadas con una violencia ascendente, mientras tratan de afrontar una crisis de salud sin precedentes.
“Conforme la pandemia avanza, la violencia parece aumentar”, apunta. El informe realizado por tres investigadores, entre ellos Franziska Pfadt, especializada en la protección de poblaciones civiles en contextos bélicos modernos, exhibe cómo la emergencia sanitaria decretada por el gobierno federal no puso en cuarentena a los cárteles de la droga.
Señala que por el contrario, el virus profundizó la escalada de violencia que ya se venía registrando como resultado de la fragmentación de los cárteles, la competencia por las rutas de tráfico y la diversificación de las actividades criminales. “La pandemia ha intensificado estas tendencias. Las perturbaciones en los mercados y las rutas de tráfico por Covid-19 han agravado la lucha por el control de los territorios disponibles para la actividad criminal.
“Los datos de ACLED exhiben tras un breve descenso de la violencia delictiva en torno a los días en que fue declarado el estado de emergencia, los cárteles de la droga intensificaron la actividad en abril, en competencia por recursos limitados”.
A finales de febrero, México registró su primer caso de coronavirus y fue hasta el 30 de marzo cuando decretó oficialmente la emergencia sanitaria a nivel nacional. De acuerdo con los datos de la organización financiada por instancias como el Ministerio de Exteriores de Holanda y la Oficina de Exteriores del gobierno federal Alemán, en primera instancia bajó el número de los enfrentamientos, tanto entre grupos criminales, como los registrados entre asociaciones del crimen y fuerzas del Estado, pero conforme transcurrieron las semanas los incidentes aumentaron, por ejemplo, el indicador sobre México descendió a un solo evento violento entre grupos criminales de acuerdo con el reporte del 6 de abril, con un saldo de aproximadamente cinco fatalidades; para el informe del 20 de abril, el índice se disparó a seis choques y más de 25 muertos.
“Los enfrentamientos entre los cárteles son cada vez más letales, con un aumento sustancial en el número de muertes reportadas”.
Identifica al Cártel Jalisco Nueva Generación, Los Viagras y La Unión Tepito, entre las bandas que aumentaron su actividad.
El documento sostiene que la urgencia sanitaria también creó condiciones para que los cárteles ejercieran autoridad y profundizaran su legitimidad en las comunidades bajo su control. Entre las agrupaciones que sacaron mayor provecho de las necesidades de salud y económicas desencadenadas por el confinamiento figuran el Cártel de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación, Los Viagras, La Familia Michoacana y el Cártel del Noroeste. “Estas actividades parecen estar particularmente concentradas en estados en disputa entre diferentes cárteles, incluyendo Guerrero, Guanajuato, Michoacán y Tamaulipas”. “Es probable que los esfuerzos por conseguir apoyo local a través de actos de buena voluntad durante la pandemia, afiancen aún más el control del cártel sobre el territorio y profundicen la codependencia de las poblaciones marginadas”.
Plantea que conforme la pandemia se prolongue y las consecuencias económicas se intensifiquen, es probable que la violencia criminal suba. Sostiene que las guerras territoriales se intensificarán y los abusos cotidianos quedarán en impunidad, en la medida que los sistemas de seguridad estén sobrecargados y la competencia entre agrupaciones aumente.