— Miles de panameños migraron a la fuerza, por causas políticas y socioeconómicas, en 1987, 1988 y 1989 a Costa Rica y Colombia y, los más pudientes, a Estados Unidos y España para huir de la dictadura militar panameña, encabezada en esos años por el general Manuel Antonio Noriega y establecida, vía golpe de Estado, en 1968.

¿Qué habría pasado si Costa Rica, Colombia, Estados Unidos y España, para quitarse un problema migratorio, hubieran devuelto, por la fuerza, a Panamá a esas personas perseguidas por Noriega?

El debate quedó oficialmente abierto con la toma de posesión del abogado derechista José Raúl Mulino como presidente de Panamá.

Lee también:

Siendo presidente electo, tras ganar los comicios del pasado 5 de mayo, Mulino prometió que cerraría el Tapón del Darién, gigantesco pasadizo selvático de migrantes irregulares que cubre el oriente de Panamá y el occidente de Colombia y marca su frontera. Anunció que, para acabar con la crisis migratoria en su país y con un problema que, alegó, tampoco es panameño, cerrará el Darién, retendrá a los migrantes y los repatriará.

El flamante mandatario devolverá a venezolanos y cubanos que debieron huir forzosamente de la represión política en los regímenes izquierdistas o socialistas de sus países, y a los haitianos que lucharon por escapar del caos de estado fallido en Haití. La nueva política panameña con Mulino agudizaría más las tensiones migratorias continentales, en un fenómeno que siguió urgido de soluciones humanitarias más que de políticas represivas generalizadas y sin discriminación.

La duda persistió en torno a si los planes de Mulino llegarán a aplicarse sin distingos, ya que el Darién no es paso exclusivo de cubanos, venezolanos y haitianos, cuya deportación a sus tierras de origen podría ser más barata. ¿Tendrá Panamá capacidad financiera para deportar a sus países a miles de migrantes irregulares de Asia, en especial de China, y de África o el proyecto de Mulino perjudicará en la realidad sólo a latinoamericanos y caribeños, entre los que están los ecuatorianos?

Sin éxito, EL UNIVERSAL solicitó repetidamente en junio anterior una entrevista con Mulino, quien asumió ayer para un mandato de cinco años, a fin de conocer su proyecto sobre estos asuntos migratorios, y si olvidó los dramas de miles de sus compatriotas que escaparon de la dictadura de Noriega.

Los panameños que fueron obligados a migrar en 1987, 1988 y 1989, pudieron retornar cuando se resolvió la crisis de su país, pero tampoco por su propia decisión soberana sino por la intervención de un actor foráneo. Estados Unidos invadió militarmente Panamá en diciembre de 1989 y Noriega (1934-2017) se derrumbó y cayó preso en enero de 1990 por narcotráfico, con lo que la nación inició el retorno a la democracia y a la libertad. De la mano militar de Washington, y sin disparar ni un tiro, los panameños que migraron pudieron regresar en paz a su país en 1990.

Disipada cualquier opción de que EU intervenga militarmente en la actualidad en Venezuela o en Cuba para desalojar a sus gobiernos rivales, la vía de cubanos o venezolanos quedaría marcada con el retorno por imposición a sus países, con riesgos de represalias políticas, por un factor: el muro del Darién.

“En su intento de parar la migración irregular, Panamá pretende copiar políticas restrictivas de Europa, EU, México, al indicar infantilmente que cerrará las fronteras de Panamá por el Darién para evitar que ingresen migrantes”, afirmó el ecuatoriano William Murillo, presidente ejecutivo, vocero y cofundador de 1800Migrante, firma no estatal de asesoría migratoria de Nueva York, Quito y Madrid.

Lee también:

Al subrayar que Guatemala y México “fracasaron en ese intento” en 2022, Murillo recordó a este diario que las redes de traficantes de personas hallaron y crearon “nuevas rutas” en ambos países y previó que “construir muros y militarizar fronteras” tampoco solucionarán la crisis migratoria hemisférica que se agravó este siglo.

“No quieren entender que el problema no es la migración: es el fracaso de las políticas de todos los políticos en el continente ante pobreza, violencia, impunidad, justicia y esperanza de vida digna. La gente ve a la migración como única fuente de escape”, adujo. “Panamá parece dispuesta a desperdiciar recursos valiosos en políticas que no funcionan. Carece de recursos físicos, humanos y financieros para manejar una ola migratoria imparable”, dijo.

Tras alertar que “Mulino debe entender que ver un tsunami a la distancia y parársele de frente no lo detendrá”, anticipó que “será arrastrado por la fuerza imparable de la convicción humana de que migrar es su única alternativa para su seguridad o tener una vida decente”.

El Darién se convirtió hace más de 10 años en trampa mortal y en base del crimen organizado a las que enfrentaron millones de americanos, africanos y asiáticos que migraron del sur al norte de América.

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.

Comentarios