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Pablo Escobar, un reinado de terror que acabó a balazos

En 1976 fundó el Cártel de Medellín, capital del noroccidental departamento (estado) de Antioquia, y se lanzó en un alud de muerte, sangre, corrupción, opulencia y fuga

Un hombre pasa junto a un mural del fallecido narcotraficante Pablo Escobar en el barrio Pablo Escobar en Medellín, Departamento de Antioquia, Colombia, el 18 de abril de 2023. Foto: AFP
02/12/2023 |06:42
José Meléndez
Corresponsal en América Latina y el CaribeVer perfil

San José.- El narcotraficante colombiano Pablo Emilio Escobar Gaviria irrumpió a la delincuencia como ladrón de lápidas de tumbas, mató y envió al cementerio a miles de personas dentro y fuera de Colombia y ensució a presidentes de América—de Fidel Castro a Daniel Ortega y de Ronald Reagan a George Bush padre—en un reinado de terror de 1971 a 1993 que acabó con su muerte a balazos, hoy hace 30 años, en el techo de una residencia en su natal Medellín.

Al cumplirse tres décadas del deceso de Escobar, la situación mundial del narcotráfico en 2023 mostró que hoy hay más drogas, drogadictos, narcotraficantes, corrupción y delincuencia organizada que en 1993 y las mafias de Colombia cedieron poder a las de México en una expansión criminal con redes en América, Europa, Asia, África y Oceanía.

Nacido el 1 de diciembre de 1949, Escobar irrumpió con menos de 20 años como ladrón de lápidas para revenderlas y de automóviles y contrabandista de electrodomésticos y ya en 1971, el mismo año en que EU declaró la guerra al narcotráfico, se involucró en secuestros, asesinatos y tráfico de marihuana y cocaína.

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Aliado a mafiosos colombianos, en 1976 fundó el Cártel de Medellín, capital del noroccidental departamento (estado) de Antioquia, y se lanzó en un alud de muerte, sangre, corrupción, opulencia y fuga.

En guerra contra el Estado colombiano para eludir su extradición a EU, con gran cantidad de atentados terroristas y asesinatos de policías, militares, políticos, jueces, magistrados, periodistas e infinidad de víctimas inocentes, murió baleado el 2 de diciembre de 1993 en Medellín en una cacería en su contra de Colombia y Washington, con su cártel ya desarticulado.

“Escobar fue el que convirtió al crimen organizado y al narcotráfico en imperio planetario. Inventó el terrorismo criminal y lo aplicó”, afirmó el abogado, economista, historiador y analista político costarricense Álvaro Ramos.

“Se hizo de Escobar un líder negativo para tener una política dura (de Colombia y EU) sobre sus centros de poder en Colombia y sus lazos externos en el Caribe, en Cuba y hacia México, que empezaba a dar esbozos de ese nexo”, dijo Ramos a EL UNIVERSAL.

Sin Escobar y con la destrucción del Cártel de Medellín y otras narcomafias, “el narcotráfico no desapareció. Se reprodujo en mini—cárteles o baby—cárteles. Docenas de pequeños sustitutos (de los grandes cárteles). La gran producción de hoja de coca (materia prima de cocaína) pasó de Perú y Bolivia a Colombia, que se convirtió en el principal productor mundial de hoja y de cocaína”, subrayó.

Las cifras oficiales evidenciaron que el narcotráfico creció tras Escobar. Con más hoja en Colombia, de unas 160 mil hectáreas en 1999 a unas 230 mil en 2022, la producción de cocaína aumentó de unas 890 toneladas en 1994 a unas mil 980 en 2020 y más de 2 mil 300 en 2021, surgió la marihuana de mayor calidad y aparecieron las drogas sintéticas.

“Todo ha empeorado. Las sintéticas son la victoria de los narcotraficantes sobre las sociedades. ¿Han triunfado los narcotraficantes? Totalmente. La guerra contra el narcotráfico ha sido un rotundo fracaso”, sentenció.

Asociado al Cártel de Guadalajara, mafia mexicana que operó, dentro y fuera de México, de 1978 a 1989, y al gobierno de 1981 a 1998 de Reagan (1911—2004) y Bush (1924—2018), en la década de 1980 traficó cocaína a EU vía suelo mexicano. El operativo fue un trueque de armas de México a Centroamérica para la guerrilla de los “contras” nicaragüenses que, sostenida por Washington, combatió al régimen sandinista, que gobernó en Nicaragua de 1979 a 1990.

En componenda con agentes cubanos al servicio de Castro (1926—201), contrabandeó cocaína vía Cuba a EU en el decenio de 1980. En esa misma época pactó con el régimen de Ortega para transportar cocaína de Colombia a Nicaragua en ruta a EU.

A consulta de este diario, el economista colombiano Jorge Restrepo, director del (no estatal) Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (CERAC), de Bogotá, adujo que la muerte de Escobar fue clave para la posterior extradición de narcotraficantes colombianos a EU, “rompió económicamente a los cárteles”, disminuyó y dispersó las “rentas ilegales” centradas en grandes mafias al aparecer “los baby—cárteles” y desconcentró la oferta de droga.

Ya sin Escobar, “se redujo notoriamente en la sociedad colombiana la aceptación de producir y traficar narcóticos. Antes de su muerte, era una sociedad que aceptó con facilidad el enriquecimiento ilícito como mecanismo de ascenso social. Eso se rompió. El crecimiento de la intolerancia al narcotráfico es importante”, narró.

Al aportar otro factor positivo luego del capo de Medellín, señaló que “terminó el terrorismo” y que el Estado “le ganó la guerra” a Escobar, pero destacó que en lo negativo está “el poder corruptor del narcotráfico”.

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