San José.— La nicaragüense Sayda Ximénez Hernández no necesitó de conferencias internacionales ni de investigaciones políticas o de abultados estudios socioeconómicos y voluminosas encuestas para describir, en 15 palabras, lo que ocurrirá hoy en Nicaragua. “Habrá votaciones, pero no habrá elecciones, porque hay elecciones sólo cuando uno sí puede elegir”, aseguró esta mujer de 35 años, con 15 de vivir en Costa Rica, con tres hijos varones y trabajadora del servicio doméstico.

Sin recurrir a complicados análisis de interpretación política, esta nicaragüense que lucha a diario por sacar avante a sus hijos, residentes en Costa Rica, exhibió con sencillez la realidad de su atribulado país: el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, cruzarán hoy una línea institucional para afianzarse como dictadura y reelegirse con facilidad en un proceso en las urnas catalogado como farsa.

“Se consolidará en el corazón de las Américas una nueva dictadura”, advirtió la expresidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla (2010-2014). “Iniciamos una vigilia activa en apoyo a las hermanas y hermanos nicaragüenses que luchan por la democracia y en repudio a la gran farsa que organiza el régimen Ortega-Murillo”, agregó en un mensaje en redes sociales en el que expresó la profunda congoja mundial por el futuro de Nicaragua. Con la verdadera dirigencia opositora encarcelada o en el exilio, la pareja tampoco se preocupa de los cinco partidos minúsculos que entraron al juego electoral para intentar decorar el torneo político y pintarlo con una supuesta legitimidad.

En un país con unos 6.6 millones de habitantes y en una contienda que semeja a una partida con dados cargados en beneficio de un bando, un total de 4 millones 478 mil 334 nicaragüenses podrán votar hoy para escoger presidente y vicepresidente y 92 legisladores y sus suplentes.

Los ganadores deberán asumir el 10 de enero de 2022 y ejercerán por cinco años.

Sin importar si los nicaragüenses votan a su favor o en contra, Ortega y Murillo, candidatos respectivamente a presidente y vicepresidenta por el gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), siempre supieron que son los seguros vencedores. Tras el estallido de masivas protestas antigubernamentales desde abril de 2018, que dejaron más de 300 muertos y centenares de presos políticos y heridos y repudiaron al dúo presidencial como cabecilla de lo que la oposición catalogó como dictadura dinástica, Ortega y Murillo alegaron que la acción opositora respondió a un movimiento terrorista de golpe de Estado y negaron ser dictadores y represores. Para coronar su maniobra, los dos gobernantes ordenaron desde junio de este año la detención —carcelaria y domiciliaria— de los probables candidatos opositores y de la dirigencia adversaria, con lo que aplastaron cualquier signo de supuesta o probable amenaza en las urnas.

En una curiosa confesión sin que ni siquiera se hayan iniciado las votaciones, el nicaragüense Francisco Bautista Lara, exembajador de su país en el Vaticano, exsubdirector de la Policía Nacional y defensor de Ortega y de Murillo, admitió que “la primera gran victoria electoral en Nicaragua 2021 ya ocurrió”.

“Fue la que ha permitido llegar a la fecha de elección en un ambiente social, económico y político, digno, estable, seguro y tranquilo”, afirmó Bautista en un artículo de opinión que publicó en El19, medio digital oficialista.

Nicaragua está “desmontando con legítima contundencia, una vez más, el intento de agresión que pretendía frustrar el proceso político institucional mediante la descarada intromisión externa para contaminarlo y desvirtuarlo, imponer organismos de fantasía, mensajes, plataformas y personajes dóciles”, aseveró.

Ortega y Murillo consuman hoy farsa electoral en Nicaragua
Ortega y Murillo consuman hoy farsa electoral en Nicaragua

Tempestad

El episodio electoral de hoy en Nicaragua simplemente será una copia de la turbia historia de esa nación en las urnas en los últimos 15 años. Como candidato presidencial a perpetuidad por el FSLN, porque lo fue en los comicios de 1984, 1990, 1996, 2001, 2006, 2011 y 2016, Ortega se convertirá hoy en el único de los actuales presidentes de América Latina y el Caribe que logra reelegirse por tercera vez y obtiene visa para gobernar por 20 años.

La entre comillas contienda de hoy repetirá los escenarios de las votaciones de 2011, que registraron lo que observadores electorales de la Unión Europea calificaron como fraude, y de 2016, cuando tampoco hubo real participación opositora y la única ruta para confrontar a “ORMU” y expresar rechazo fue el abstencionismo, que superó 70%.

La fórmula abstencionista resucitó para hoy, con un consejo en tiempos de la pandemia del coronavirus: “¡Quédate en casa!”.

Una imagen que circuló esta semana por redes sociales mostró a un veterano magistrado electoral “ormusista” que, sonriente y en tono de burla, proclamó: “Los resultados de estas elecciones ya están listos, lo que nos está atrasando son las elecciones”.

Derrotado en 1990, 1996 y 2001, Ortega ganó en 2006, asumió en 2007, con su esposa formalmente en la vicepresidencia desde 2017 y siempre como verdadero timón nicaragüense, y con una consigna del FSLN: se podrá perder todo… menos el poder.

Sin complicarse, así lo explicó fácilmente en 15 palabras aquella nicaragüense con tres hijos que vive en Costa Rica, porque una cosa es votar y otra es… elegir.

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