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San José.-
La fragmentada oposición política venezolana sufrió esta semana uno de los más demoledores golpes desde 2019, luego de que el presidente electo de Colombia, el izquierdista Gustavo Petro , formalizó la reanudación de relaciones diplomáticas con el gobierno del cuestionado presidente de Venezuela, Nicolás Maduro , a partir del próximo 7 de agosto.
Sin importar que la oposición acusó a Maduro de dictador y represor y de que el gobernante enfrenta desde 2019 un proceso en la Corte Penal Internacional—máximo tribunal mundial de derechos humanos—por crímenes de lesa humanidad, Petro confirmó los anuncios que hizo en campaña electoral de que normalizaría los nexos con el régimen izquierdista de Caracas .
El acto significó que Petro reconocerá a Maduro como presidente legítimo y constitucional de Venezuela y desconocerá al opositor Juan Guaidó como presidente interino o encargado. En consecuencia, la oposición venezolana perderá a Colombia como su principal aliado, junto a Estados Unidos.
La decisión de Petro significó un severo retroceso para Guaidó, ya que Colombia se convirtió desde 2019, con Estados Unidos y Brasil, en el trío de aliados cruciales de las fuerzas adversarias a Maduro.
“Es un golpe, pero es un golpe esperado”, afirmó el periodista venezolano Miguel Henrique Otero Castillo , presidente y director del periódico El Nacional, de Venezuela, sobre la actitud de Petro de concretar lo que prometió en campaña con respecto a Caracas. “Golpe es, sorpresa no”, dijo Otero a EL UNIVERSAL en una entrevista telefónica desde Madrid.
“Lo que hay en América Latina es una batalla entre libertad y dictadura. Estos pasos en el mundo diplomático tienen que ver con un cambio fundamental que pasa por la democracia o la dictadura”, agregó.
“Guaidó, ya de por sí, está muy debilitado”, adujo, por su parte, el politólogo venezolano Fidel Canelón, profesor de Teoría Política de la (estatal) Universidad Central de Venezuela.
“¡Claro que es un golpe! Que nuestro principal vecino reconozca a Maduro sin duda que es un golpe. Guaidó viene de capa caída. Su apoyo interno es muy débil y es débil también dentro de la misma oposición”, narró Canelón a este diario, en referencia a las frecuentes divisiones que caracterizan a los opositores.
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Júbilo
Por los fuertes roces bilaterales, Maduro rompió relaciones diplomáticas con Colombia en febrero de 2019. El gobernante recibió jubiloso la decisión de restablecerlas, adoptada el pasado jueves en un encuentro, en el lado venezolano del sector fronterizo de ambos países, entre Álvaro Leyva, canciller designado de Petro, y Carlos Faría, canciller de Venezuela.
Al agradecer a Petro por lo que catalogó como “exitosa, virtuosa y extraordinaria” cita entre Leyva y Faría y aseguró que “el futuro viene a ser mejor”, proclamó que “Colombia y Venezuela nos reencontramos en paz, en amor, en libertad, viendo al futuro”.
Tras subrayar que “todas” las oportunidades “se abren para toda la región occidental” de Venezuela, con la reapertura de la frontera con Colombia (cerrada desde 2015), recalcó que las dos naciones deben fusionarse bajo el ideal de “la paz, la colaboración, la integración”.
Para la expresidenta costarricense Laura Chinchilla (2010—2014), “quienes trabajamos preocupados por la situación de los derechos humanos en Venezuela, acciones como las de Petro nos resultan golpes difíciles de asimilar: es normalizar relaciones con gobiernos que no se lo merecen, por su historial antidemocrático ”.
“Hay cambios en la geopolítica global y regional para estos gestos o pasos que Petro adopta y que tampoco son sorpresivos. La región vuelve a moverse a la izquierda ideológica, que considera que el debate sobre el respeto a los derechos humanos está ideologizado y exagerado por la derecha de América Latina y de EU. Esa izquierda tiende a bajar las críticas a Maduro (en derechos humanos)”, declaró Chinchilla a este periódico.
“La oposición venezolana cometió muchísimos errores y perdió tiempo valioso cuando la comunidad internacional le apoyó y reforzó su lucha”, aseveró.
Éxito de Maduro
Con la reanudación de relaciones a partir del 7 de agosto, cuando Petro asumirá su cuatrienio, Maduro logró apagar un foco de tensiones políticas, militares, diplomáticas y de seguridad con Colombia.
De su lado, Petro consiguió el apoyo de Maduro para reanudar—en Cuba y en fecha a definir—las negociaciones de paz con la guerrilla comunista colombiana del Ejército de Liberación Nacional (ELN), suspendidas desde enero de 2019 por el presidente de Colombia, Iván Duque , al acusar a esa insurgencia de un mortal atentado terrorista en Bogotá.
Al referirse al restablecimiento diplomático, Maduro reveló coincidentemente que “se habló de los planes de paz y seguridad para toda la frontera” e insistió en que “Colombia y Venezuela somos hermanas siamesas y tenemos que marchar juntos, unidas, fusionadas”.
Petro está empeñado en conseguir la paz completa en su país, luego de que en diciembre de 2016 entró a regir el acuerdo de pacificación que la ahora extinta guerrilla comunista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el gobierno colombiano de turno firmaron en noviembre de ese año tras cuatro años de gestiones en Cuba.
En ese proceso, el entonces presidente de Colombia, Juan Manuel Santos (2010—2018) debió obtener el respaldo de Venezuela y de Cuba como factores influyentes sobre las FARC, para alivianar las pláticas de paz.
Tras asumir su cargo el 7 de agosto de 2018 para un cuatrienio que concluirá el primer domingo de agosto próximo, Duque se transformó en uno de los más sólidos aliados de la oposición venezolana—en asocio con Washington—y atacó con fuerza a Maduro al calificarlo de dictador, represor y enemigo de la democracia y de la libertad.
Duque apoyó siempre a Guaidó, en particular, y a la oposición venezolana, en general. Guaidó perderá el respaldo de Bogotá mientras se tambalea el que tiene de Washington.
Tras la crisis energética mundial que estalló por la guerra que Rusia lanzó el 24 de febrero de este año contra Ucrania, el presidente estadounidense, Joe Biden , empezó a acercarse a Maduro para negociar el levantamiento de las sanciones que la Casa Blanca impuso desde 2017 a Caracas y eventualmente restablecer la compra de petróleo de Venezuela por parte de EU.
“La crisis en Ucrania hace que se relativicen a las autocracias que producen petróleo y se vio con la visita (este mes) de Biden a Arabia Saudita (por el asunto energético). Maduro ha recibido (este año) frecuentes visitas de funcionarios de Biden”, recordó la expresidenta Chinchilla.
La Casa Blanca sancionó económicamente a Maduro al acusarlo de violación de los derechos humanos , represión política y ruptura del orden democrático. Pese a las dudas, Biden ratificó este año su apoyo a Guaidó.
La proclamación de Guaidó se produjo luego de que, el 4 de enero de 2019, un bloque de países americanos calificó de ilegítimos los comicios de mayo de 2018 en los que Maduro se reeligió para un segundo sexenio consecutivo a partir del 10 de enero de 2019 y desconoció a Maduro como mandatario. Maduro gobernará al menos hasta enero de 2025.
Basado en la Constitución de Venezuela y como presidente de la Asamblea Nacional, Guaidó se proclamó presidente interino o encargado el 23 de enero de 2019 y prometió terminar con la usurpación de la presidencia por parte de Maduro, encabezar un gobierno de transición y llamar a elecciones libres para restablecer la democracia.
Más de medio centenar de países esencialmente de América, Europa y Asia desconocieron a Maduro como presidente y reconocieron a Guaidó.
“La oposición venezolana cometió muchísimos errores y perdió tiempo valioso cuando la comunidad internacional le apoyó y reforzó su lucha”, aseveró.
Guaidó y los jerarcas de la oposición seguían este sábado sin pronunciarse sobre el impacto de la normalización diplomáticas.
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vare/rcr