Mauricio Cárdenas, exministro de Finanzas de Colombia y miembro del Panel Independiente de Preparación y Respuesta a la , confiesa que cuando comenzaron su labor, pensaron que hoy en día “la situación sería mucho mejor”, que las recomendaciones que la Organización Mundial de la Salud les encomendó hacer “iban a ser para evitar otra pandemia”.

Sin embargo, dice en entrevista con EL UNIVERSAL, la realidad es distinta, con países que aún enfrentan picos graves de la enfermedad, incluyendo muchos en América Latina. Frente a este escenario, las recomendaciones que el panel da hoy a conocer tienen que ver con la necesidad de fortalecer a la Organización Mundial de la Salud, darle “más autonomía, recursos”, y garantizar que todos puedan acceder a las vacunas. “No podemos estar a merced de las vacunas que nos quieran ceder”.

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Ha pasado más de un año desde que comenzó esta pandemia. Muchas cosas, tal como señala el informe, se hicieron mal o por lo menos fueron insuficientes. Y en el reporte queda claro que el mundo todavía no está preparado para una siguiente pandemia. ¿Qué sensación le produce ver todo esto?

Cuando empezamos a trabajar hace un año, pensamos que cuando llegara el momento de entregar el reporte final la situación iba a ser mucho mejor de lo que está siendo hoy. Pensamos que nuestras recomendaciones iban a ser para evitar la próxima pandemia. Pero francamente hablando, lo que hemos tenido que trabajar es, ante todo, pensar cómo salir de esta pandemia. Muchos países están todavía atascados. No han logrado resolver el problema. Están en un tercer pico que es muy complejo y es una generalidad en América Latina. Muchas de nuestras recomendaciones están orientadas en resolver el problema aquí y ahora. Entre ellas, las vacunas, porque si algo caracteriza a América Latina es que ha sido lento en el despliegue de vacunas y no hemos logrado frenar el ritmo en que avanza la pandemia.

En algunos países sí ya lograron reducir el número de casos. México es uno de ellos, pero en muchos no. Muchos están en el peor momento de la pandemia.

El primer llamado es a que los países avanzados que tienen excedentes de vacunas las pongan al servicio de más de 90 países en vías de desarrollo y economías emergentes. Que de aquí a septiembre se aporten mil millones de vacunas.

Segundo llamado: América Latina se quedó en una posición en la que no puede producir vacunas y eso es algo que nos hace muy vulnerables. Tenemos que empezar a producir vacunas en América Latina.

México está en una buena posición para hacerlo. Tiene buenos laboratorios, tiene buenas inversiones de la industria farmacéutica. Podría ganar mucho si una medida que sugerimos, que haya una cesión voluntaria de patentes y de tecnología para que nuestros países puedan empezar a producir. Le damos tres meses a que se dé ese mecanismo voluntario, pero si no, que se aplique una exención que existe en el Tratado Internacional de Protección de Derechos Intelectuales para que los países puedan usar las patentes y las fórmulas para la producción de la vacuna. Eso es para ya.

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En estos días, la idea de liberar patentes, al menos temporalmente ha cobrado más fuerza por la propuesta de Estados Unidos, pero hay otros sectores que se oponen, desde farmacéuticas hasta países como Alemania. El argumento que usan es que eso no servirá porque no hay capacidad de producción ni materias primas. ¿Qué responde ante estos argumentos?

No hay suficiente producción de vacunas en el mundo. Necesitamos más vacunas. Y necesitamos empezar a producirlas en dos continentes que no las tienen, que son África y América Latina. Eso requiere saber cómo hacerlo, requiere tecnología y se va a demorar un tiempo. Nosotros no podemos empezar a producir vacunas antes de un año, seguramente dos. Pero como esto puede volverse una endemia, vamos a necesitar vacunarnos todos los años. Es un escenario que nadie puede descartar en este momento. No podemos seguir a merced de las vacunas que voluntariamente nos quieran vender, o que nos quieran donar o a las que podamos tener acceso a través del mecanismo de COVAX. Necesitamos poder tener la certeza de contar con nuestras propias vacunas.

Ustedes señalan entre sus recomendaciones la importancia de fortalecer a la Organización Mundial de la Salud. ¿Una forma de hacerlo podría ser volver sus decisiones vinculantes?

Sí. queremos darle a la OMS más autonomía, más fuerza, más dientes, como se dice, y más recursos, porque hoy la OMS vive de la caridad internacional. Y eso no puede ser. Necesitamos vivir de las contribuciones de los países miembros, unas contribuciones que no estén amarradas, como están hoy en día, a unos propósitos específicos que son los que imponen los donantes. Que sea la propia organización la que decida en qué se utiliza el presupuesto. Y necesita más autonomía para declarar por ejemplo una emergencia sanitaria de carácter internacional, que en este caso se demoró, porque está un poco politizado ese proceso. Volver a una autonomía técnica de personas competentes, de funcionarios que sean expertos, que son los que digan si sí hay una emergencia o no, no entrar en una compleja negociación internacional donde intervienen e interfieren otro tipo de intereses, como los de carácter económico.

¿Qué tan factible es que se establezca un sistema mundial de vigilancia, de validación y alerta considerando que muchas naciones ni siquiera comparten del todo la información que está en sus manos? ¿Cómo podría funcionar?

No me puedo imaginar un mejor momento que este. Si esto lo va a hacer la humanidad tiene que ser ahora. No vamos a tener, espero, otra crisis de esta magnitud para que en ese momento decidamos actuar. Si no es ahora, cuándo.

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Se necesitó una crisis brutal, como la de Chernobyl, en Ucrania, en 1986, para cambiar las reglas de juego de cómo se vigila, se supervisa, se comparte información en el mundo de la energía nuclear. Este es el momento de Chernobyl para las pandemias y para la salud, para las emergencias sanitarias de carácter internacional. Si no se cambian las reglas del juego ahora, de transparencia, de suministrar información, que la OMS pueda ir a verificar qué está pasando sin pedir autorizaciones… Eso es lo que necesitamos, una OMS empoderada.

Esta pandemia golpeó a todos, pero no de la misma manera. Lo que la ha caracterizado es la gran desigualdad que existe en temas que van de medicinas al acceso a vacunas. ¿Cómo mejorar esta situación?

Esta pandemia agarró un mundo muy dividido y lo está dejando peor. Si algo estamos viendo hoy es que hay dos velocidades: la de los países que ya vacunaron, para los cuales esta pandemia es como una especie de memoria, y los que están muy atrasados, que están en una tercera ola, un tercer pico, y en una crisis económica profunda, muchos de ellos en América Latina. El mundo está quedando más dividido, y las secuelas, las cicatrices que deja todo esto serán todavía peores. Por eso hay que evitar estas pandemias. Hay que tomar medidas que nos eviten un problema similar después. Lo que ya era un mundo fracturado queda más resquebrado.

No es sólo conseguir vacunas para países como los nuestros. Son tratamientos, son terapias, equipos, insumos, unidades de cuidados intensivos, oxígeno. Todo eso es lo que se necesita y hay que suministrar como un bien público global; es decir, no como algo que va a beneficiar a un país o a otro, sino a todos. Nadie estará a salvo hasta que todos estemos a salvo.

De nada sirve tener a la población de Estados Unidos completamente vacunada si pasado mañana llega un vuelo de cualquier parte del mundo con personas infectadas con este virus o cualquier otro.

Ustedes hablan en su informe del sector salud, la línea de frente a la pandemia. ¿Cómo se le puede apoyar después de todas las carencias que se han identificado?

Lo primero es reconocer el trabajo. Es tentador decir que el mundo falló. Que este Covid le quedó grande al mundo. Pero el mundo político, los gobiernos tal vez fallaron, pero la gente no falló. También salió lo mejor de los seres humanos, esa consagración, esa dedicación del personal de la salud a las pacientes en todas partes del mundo. Esto le quedó grande al poder, pero no a la humanidad. Ese personal de la salud por lo general está mal remunerado, descuidado, ignorado. Los países harían bien en tenderle la mano al personal de la salud.

¿Qué diría a los países que no sólo no siguieron las recomendaciones científicas, sino que las desdeñaron?

Ese fue un error que no se debe repetir. El mundo hacia adelante necesita liderazgos que aprendan de estas experiencias, que reconozcan que los verdaderos líderes no sólo tienen empatía con sus pueblos, solidaridad, sino que saben utilizar la información científica, no le tienen miedo a la evidencia, a explicar las cosas por su nombre, los dilemas, los retos, e incluso a reconocer los errores ante la población. Esos son los líderes del siglo XXI, no los que tratan de manipular a la opinión pública, de llevarla con desinformación.

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No sólo vivimos una pandemia asociada a un coronavirus, sino una epidemia, de desinformación, de dar información equivocada. Hemos aprendido que la infodemia puede ser tan letal como la misma pandemia.

¿Qué tanto complicó el nacionalismo el combate a la pandemia?

Sigue habiendo mucho nacionalismo. Las vacunas son un claro ejemplo. Los países prefieren tener dos o tres veces las vacunas que necesitan que dárselas a los que no las tiene. No nos sirve tener países que están acumulando inventarios de vacunas cuando el mundo las está necesitando.

¿Cuál es el mensaje para la gente que se niega a vacunarse?

No entramos en ese tema. Son otras áreas de decisión. Pero la obligación de los Estados es suministrar información clara y confiable, de cuáles son las estadísticas reales de la efectividad de las vacunas, tener estudios, evidencias que muestren cuáles son las probabilidades de tener una dificultad, que hoy en día ya se ha visto que son marginales comparad a los beneficios. Y con esa información vencer los obstáculos que muchas veces vienen de prejuicios, creencias, ideologías, fetiches… La vacuna es buena y vacuna sirve.

Un elemento clave es que haya una Asamblea de la ONU para que se puedan adoptar las recomendaciones que ustedes están haciendo. ¿Qué tan factible ven que se adopten este tipo de decisiones?

Si no es ahora, cuándo. No vamos a tener otra oportunidad. El momento es propicio para convocar a quienes tienen la capacidad de liderar estos cambios. Nuestro panel sugiere las ideas, pero los agentes de cambio tienen que ser las personas que están en posiciones de poder y de influencia. Si logramos encontrar eco entre líderes que tengan influencia y la capacidad de movilizar a los países en esta dirección, habremos tenido éxito.

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Hay presidentes en América Latina que pueden ayudar enormemente a impulsar estas recomendaciones porque conocen mejor que nadie los problemas que ha generado esta pandemia y han sufrido mejor que nadie las consecuencias. Me sentiría muy honrado de que un grupo de presidentes latinoamericanos tomara estas iniciativas y las convirtiera en parte de una posición regional en los organismos internacionales, ya sea en la OMS o la ONU para impulsar una convención para definir las nuevas reglas del juego.

¿Cómo un brote se convirtió en pandemia? 13 momentos que lo explican


El Panel Independiente de Preparación y Respuesta a la pandemia de coronavirus, creado por instrucción de la Organización Mundial de la Salud, explica, con 13 momentos clave, “cómo un brote se convirtió en pandemia”.

1) A pesar de las advertencias, el mundo no estaba preparado.
A pesar de que existían experiencias previas, como el brote del SARS e incluso el ébola, el coronavirus, advirtió, “tomó a grandes partes del mundo por sorpresa”.

2) La detección de un nuevo coronavirus: SARS-CoV-2
El sistema de alerta, en el caso de patógenos respiratorios que se mueven con rapidez, no opera con la rapidez suficiente. En vez de facilitar una acción pronta, suele complicarlo todo.

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3) La realidad golpea en casa
Muchos países no actuaron frente al Covid-19 sino hasta que ha había una amplia transmisión local y los hospitales comenzaban a llenarse.
A aquellos países que actuaron con rapidez les ha ido mucho mejor que a los que adoptaron la estrategia de “esperar a ver qué pasa”.

4) La línea de frente bajo estrés y con necesidad de protección
Los sistemas sanitarios no estaban preparados y el personal de salud no sólo quedó bajo un enorme estrés, sino que corrió un riesgo personal muy alto.

5) La lucha por suministros
Conforme la pandemia avanzó, el mundo enfrentó escasez de insumos, desde medicinas hasta cubrebocas y otros materiales de protección básica.

6) Navegar en un ambiente digital y con déficit de confianza
Las herramientas digitales, que pueden ser muy útiles para compartir información y analizarla, mostró los peligros que se corren por la desinformación, erosionando la confianza de los ciudadanos. También mostró la desigualdad que existe, y que millones aún carecen de formas de acceder a la comunicación digital.

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7) Ritmo sin precedentes de investigación y desarrollo
La pandemia reveló un ritmo sin precedentes en materia de investigación y desarrollo y mostró la necesidad de equidad en el acceso a las herramientas necesarias.

8) Tensiones geopolíticas desafían el multilateralismo
La competencia entre Estados Unidos y China ha definido la respuesta general hacia el Covid-19. En otras palabras, han imperado el nacionalismo y el proteccionismo en vez del multilateralismo.

9) Las economías sufrieron duros golpes
El impacto económico definitivo del Covid-19 tardará años en revelarse pero, por lo pronto, la economía mundial se hundió en 3.5% en 2020. En el aspecto de la fuerza labora, las consecuencias han sido masivas, pero desiguales. Y fueron mayores cuando no se aplicaron medidas sociales.

10) La pandemia afecta a todos, pero no igual
El Covid-19 ha profundizado las desigualdades estructurales en ingresos, salud y educación.

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11) Nacionalismo de vacunas
Los gobiernos han tratado de cumplir las demandas de sus países. Países como Canadá, Estados Unidos o Reino Unido han asegurado vacunas para cubrir al 200% de su población. Se requiere un acuerdo para lograr una redistribución de dosis a los países que no pueden acceder a ellas y para permitir que otras naciones puedan producirlas.

12) Construir mejor a futuro, con una visión sustentable
El Covid-19 dejó claro que se requiere un desarrollo sustentable, que no se puede separar la salud de las personas de cuidar los ecosistemas y la salud de los animales.

13. ¿Un futuro con un SARS-CoV-2 mutante?
Es necesario reconocer que el coronavirus estará con nosotros en un largo tiempo. Un mundo con un SARS-CoV-2 endémico requerirá de sistemas de vigilancia y medidas de salud pública efectivos. Las variantes probablemente obligarán a tener que vacunarse repetidamente.