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En su mañanera del viernes, Andrés Manuel López Obrador , presidente de México , comparó el problema en el sector salud del país con las presiones que, en su opinión, tuvo el expresidente de Estados Unidos , Barack Obama , en su intento de aprobar una reforma sanitaria.
“Son muchos los intereses, nada más les recuerdo para documentar el porqué de esta polémica y este asunto, el presidente Obama inició una reforma de salud en Estados Unidos y no pudo por los intereses creados alrededor de todo lo que tiene que ver con la salud”, dijo.
Obama
sí consiguió aprobar una reforma de salud: tras meses de disputas, el Congreso aprobó, en marzo de 2010, la Affordable Care Act , ACA o más conocida como Obamacare , una sistema sanitario que sigue vigente con grandes índices de popularidad.
El texto que salió finalmente no incluía todas las promesas e ideas que Obama quería. Como es habitual en Estados Unidos (y gran parte del mundo), el juego legislativo impone ciertas concesiones y negociaciones.
Cualquier ley en Estados Unidos , venga de la administración que venga y la proponga quién la proponga, está sujeta por los intereses no sólo de las visiones ideológicas de los congresistas que van a tener que refrendarla sino, y muy especialmente, de los múltiples lobbys que dominan Washington con su influencia y sus dólares.
Las presiones a congresistas y toda clase de políticos para manejar la dirección de todo tipo de medidas y propuestas es el pan de cada día, y tampoco se libró Obama en ninguna de sus decisiones, cabildeado por congresistas y elementos externos con intereses individuales en sus políticas incluyendo la reforma sanitaria.
Obama
tuvo reticencias y presiones incluso dentro del propio partido, a pesar de controlar con solvencia el poder en las dos cámaras del Congreso.
Fue altamente reportado el acuerdo que llegó con la industria hospitalaria para controlar cuál sería el coste para su sector. O los pactos y pláticas con las farmacéuticas para poder sacar adelante una legislación que sería fundamental en el legado de Obama al país. También tuvo que desistir de la denominada public option, algo así como la creación de una agencia de pública que compita con las aseguradoras de salud privadas.
Además de por las divergencias ideológicas dentro del partido, mucho tuvo que ver el poder y presión de las farmacéuticas, que batió récords de gasto para tratar de influir en políticas. El año 2009, en pleno debate de la reforma sanitaria, el lobby del denominado Big Pharma , con un ejército de más de 1700 cabilderos, gastó cerca de 272 millones de dólares.
El año pasado, la cifra superó los 281 millones de dólares, según datos recopilados en la web OpenSecrets del Center for Responsive Politics .
agv/ml