Lima.— “Confíen en nosotros”. Una petición difícil, en un país con tres presidentes en una semana, y sumido en una crisis política que sacó a miles de personas a las calles, a exigir el fin de la prevalencia de intereses políticos y atención a las necesidades ciudadanas.

Fue la petición que hizo el parlamentario centrista Francisco Sagasti, elegido ayer como nuevo presidente del Congreso y quien esta tarde jurará como presidente interino de Perú.

Sagasti, ingeniero de 76 que trabajó para el Banco Mundial, debutante en la arena poítica y apodado El Quijote por su parecido físico y su barba canosa, enfrentará desde hoy desafíos monumentales: unir a los peruanos; enfrentar la corrupción que permea la clase política; mantener la estabilidad económica, y luchar contra la pandemia de Covid-19 que suma en el país más de 937 mil casos y más de 35 mil decesos.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) calcula que el Producto Interno Bruto de Perú caerá 14 puntos este año, y las muestras de eso se ven en los casi siete millones de desempleados

Sagasti, casado tres veces y padre de siete hijos, es considerado un moderado, algo que faltaba en el gobierno peruano y que ayudó a que ayer el Congreso lograra un consenso cobre su figura.

Su oposición, y la de su Partido Morado a la destitución de Martín Vizcarra, el pasado 9 de noviembre, en medio de acusaciones de corrupción sin pruebas concluyentes, también contribuyó a que Sagasti fuera elegido por los legisladores en una lista única acordada antes para dirigir el Parlamento. Al no existir presidente, ni vicepresidente, ni segundo vicepresidente, de acuerdo con la ley, el líder del Parlamento se convierte en mandatario.

Sagasti, quien se convertirá en el cuarto presidente peruano desde 2016, sucederá a Manuel Merino, quien dimitió el domingo tras gobernar seis días entre manifestaciones de una magnitud no vista desde hace 20 años cuando los peruanos protestaban contra la corrupción del mandatario Alberto Fujimori (1990-2000).

Unas protestas que el sábado dejaron dos jóvenes muertos, uno de ellos con 10 balazos. Por esas muertes, la fiscalía acusó a Merino de homicidio doloso y abuso de autoridad.

“No bastó la pandemia, la crisis económica, la inseguridad, tuvimos que esperar la muerte de dos jóvenes para que nos caiga encima toda la enormidad de la situación que estamos viviendo”, dijo Sagasti en su discurso. “No hay nada qué celebrar —reconoció—. Cuando un peruano muere, y más aún si es joven, todo Perú esta de luto, y si muere defendiendo la democracia al luto se suma la indignación”.

Ahora, señaló, será tarea del Legislativo y el Ejecutivo “tomar las medidas” para que la violencia con que se reprimió a los ciudadanos “no vuelva a suceder”.

“Don Quijote Sagasti es el nuevo presidente de Perú. Ahora a trabajar contra la corrupción y la crisis política”, escribió en Twitter la legisladora izquierdista Rocío Silva Santisteban, quien presidió una lista para la presidencia del Congreso que no fue apoyada el domingo por la mayoría de legisladores, lo que impidió que Perú tuviera una presidenta por primera vez en su historia.

“Soy un convencido de que solo podremos salir adelante trabajando juntos, colaborando”, insistió Sagasti, quien salió del Palacio Legislativo y se acercó a pocos metros de los manifestantes, que lo saludaron a distancia e hicieron sonar sus bocinas.

Tiene poco tiempo para enfrentar el desafío que le espera: en abril se realizarán las elecciones presidenciales y legislativas en el país, y Sagasti culminará su gestión el 28 de julio de 2021, cuando entregue el poder al ganador de los comicios. Uno de sus retos será conciliar con los jóvenes, una nueva generacuón peruana que se ha mostrado muy activa en los últimos años.

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