Nueva York.— Para muchos neoyorquinos , las ratas han formado siempre parte de la ciudad de los rascacielos . Se han acostumbrado tanto a su presencia que ni siquiera se plantean su origen, que se remonta a más de 270 años atrás. Estos pequeños roedores pusieron su primera diminuta pata en la Gran Manzana entre 1750 y 1780, cuando la ciudad todavía era parte de la colonia británica. Llegaron en barcos procedentes de Francia y Gran Bretaña para invadir primero el extremo sur de Manha- ttan, y más tarde extenderse por el resto de la isla. Todos los alcaldes que han pasado por el ayuntamiento han intentado acabar con la presencia de estos incómodos vecinos, pero ninguno lo ha conseguido. A raíz de la pandemia, y sobre todo en los últimos meses, el número de avistamientos de estos animales ha crecido 71%, lo que ha llevado al alcalde Eric Adams a tener que poner en marcha serias medidas que han arrancado con la llegada de 2023.
La comisionada de Saneamiento Jessica Tisch, nombrada a finales de 2022, aseguró en una rueda de prensa que “las ratas no controlan esta ciudad, lo hacemos nosotros”, y anunció una serie de estrategias que, según ella, “las ratas iban a odiar” .
Entre las iniciativas destaca la inversión de más de 22 millones de dólares destinados al Departamento de Limpieza de la ciudad, al que también se han unido 200 trabajadores más (hasta ahora había alrededor de 10 mil).
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Se amplió la cantidad de contenedores públicos con programas piloto en lugares estratégicos como puentes y parques, y han aumentado las multas contra quienes incumplan las normativas de basura , que también han cambiado.
Con el fin de evitar que las bolsas de desechos permanezcan en la vía pública t iradas durante horas, el alcalde Adams anunció que “se reducirán las horas en las que se puede sacar la basura a la calle”, y desde que empezó 2023, sólo está permitido “de 4 a 8 de la noche. Este debería ser tiempo suficiente”, dijo el alcalde en una rueda de prensa. El problema es cómo imponer esta medida de manera contundente para que realmente se cumpla.
EL UNIVERSAL paseó por Manhattan, Queens y Brooklyn en las horas en las que las calles deberían estar libres de bolsas de basura, y no es lo que se ha encontrado. Los vecinos sacan sus desechos a la hora que mejor les viene, cuando les resulta más cómodo, que suele ser por la mañana, cuando salen de casa para dirigirse a su trabajo. Y no hay nadie que les multe, o les diga que no está permitido, así que la solución no está funcionando.
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El recorrido de EL UNIVERSAL llegó hasta el barrio de Brooklyn. Ahí el alcalde Adams tiene un edificio en propiedad que precisamente acaba de recibir una multa de 300 dólares por estar infestado de ratas.
“No vive nadie en los bajos y las ratas se cuelan por ahí”, explica a este medio Curtis Sliwa, activista y fundador de Guardian Angels, una organización que vela por el bienestar de los ciudadanos.
Sliwa también fue el contrincante republicano de Eric Adams en las elecciones a la alcaldía de la ciudad. Ante la imposibilidad de acabar con los roedores, Curtis propone al alcalde una solución más natural: soltar gatos salvajes por el barrio “y dejar que la naturaleza siga su curso”, ha explicado Curtis a EL UNIVERSAL.
Este medio paseó con él por el barrio de Brooklyn, donde muchos se acercan a pedirle que siga adelante con su plan de acabar con las ratas.
“Llevo aquí viviendo 50 años, nunca había visto tan pocos gatos por la calle, ¡parece que las ratas los hayan echado!”, le cuenta un vecino. En el recorrido, se ven muchas ratoneras, sobre todo en las esquinas de las calles, que según Curtis “no sirven para nada y cuestan miles de millones”. Lo cierto es que están todas vacías, viejas y no parece que se les dé mucho uso.
Se llega a una casa con una pequeña caseta de animal fuera, en el jardín, y dos recipientes a su lado con agua y comida. Desde lo alto de un muro observa fijamente un gato negro.
“Él es el motivo por el que aquí no hay ratones”, apunta Curtis señalando al felino.
“¿Ves?, aquí la dueña le tiene puesta su comida y agua y el gato no entra en la casa, pero sólo con estar aquí las ratas lo pueden oler y no vienen.
“Nuestro plan es ese, que los vecinos adopten nuestros gatos salvajes y les den de comer y beber. Que pongan estas casetas fuera que nosotros les daremos gratis para que los felinos se protejan cuando llueva”. La propuesta ha llegado hasta el alcalde, confiesa Curtis, quien la ha rechazado.
Se sigue el camino, y hay al menos cuatro coches abandonados, completamente destrozados. “Este es el otro gran problema, estos coches abandonados se convierten en las casas de los roedores, se esconden aquí durante el día, y por la noche salen como si fuera una estampida”.
Otro problema son las obras de construcción, que crean microclimas perfectos para que las ratas habiten en ellos y se reproduzcan. Por eso, ahora las empresas están obligadas a contratar un exterminador y asegurarse de que no hay ningún roedor antes de que el ayuntamiento emita el permiso de obra.
Según informes recientes, el número de calles calificadas como “aceptablemente” limpias disminuyó 4% durante los primeros seis meses de alcaldía de Adams en comparación con el mismo periodo del año anterior.
En Nueva York se calcula que hay cerca de 2 millones de ratas y el objetivo es “acabar con todas ellas”, ha dicho más de una vez el alcalde, que siempre ha hecho hincapié en lo mucho “que las odia”. Los roedores se ven en muchos puntos de la ciudad como en sótanos de edificios, calles donde se amontona basura, parques, en el Metro... la ciudad se ha convertido en un restaurante cinco estrellas para ellos.
“Es que aquí viven muy bien”, explica a EL UNIVERSAL Jonothon Lyons, que vive en Nueva York desde hace 15 años: “Tienen el Metro para refugiarse cuando llega el frío y muchísima comida en la calle producto de los cientos de restaurantes que hay en la ciudad”.
Jonothon es un actor conocido en la Gran Manzana por su personaje de Buddy Rat, que se viste con un disfraz de rata que él mismo creó y que le permite, de alguna manera, meterse en la piel de los roedores.
“¡Entiendo que les guste Nueva York! Es que aquí tienen de todo. El problema no son las ratas, es la comida que se tira y la basura. Lo que tenemos que hacer es invertir más dinero en limpieza y limpiar nuestras calles mejor, además de limitar la comida que tiran los restaurantes”.
Jonothon ha estado colaborando varios meses con el Departamento de Limpieza de la ciudad para concienciar a los ciudadanos que ha llegado el momento de hacer algo al respecto.
“El problema es que aquí no tenemos contenedores y nos toca poner la basura directamente en la calle”.
Nueva York genera diariamente cerca de 21 mil toneladas de basura que, por lo general, van a parar directamente a la vía pública en bolsas de basura.
La Gran Manzana ha buscado inspiración en otros países y no descarta copiar el modelo de limpieza de Barcelona. La ciudad condal utiliza contenderos de recolección selectiva que además de evitar que las bolsas estén en plena calle, se almacenan bajo tierra, por lo que el camión de la basura no tiene que vaciarlos diariamente, sino cada dos o tres días, pero esta solución aún está en el aire, y en lo que se centra ahora mismo el ayuntamiento es en encontrar a un exterminador de ratas, “con instintos asesinos”, indica el propio anuncio.
Estos son algunos de los requisitos que se buscan, el elegido tiene que buscar “soluciones desde varios puntos de vista para combatir el problema, tener eficiencia operativa, recopilar datos, exterminar las plagas y contar con innovación tecnológica”.
Se busca al “zar de las ratas”, para que las ahuyente de esta ciudad a cambio de un salario que ronda los 170 mil dólares anuales. La última esperanza de los neoyorquinos para poner fin a esta interminable guerra.
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