"Crecí hablando ruso y tengo sangre rusa, pero no me vinculo a Rusia ni al mundo ruso", sentencia Anatoly Deryugin, comandante del ejército de Letonia.
Como Deryugin, de 43 años, uno de cada tres letones habla ruso como primera lengua.
Este colectivo está ahora bajo presión para demostrar su lealtad debido a la invasión rusa a Ucrania.
Nacido y criado en Letonia, ha formado parte de las fuerzas armadas letonas más de la mitad de su vida. Su madre también habla ruso y es de Letonia, y su padre es del este de Ucrania.
Si Deryugin tuviera que defender a su país lucharía por Letonia, aunque hubiera rusoparlantes como él al otro lado del frente: "Si un ladrón o un asesino llega a tu casa, no importa de qué etnia sea, o si habla o no ruso. Te da igual de dónde venga".
Pero la mayoría de hablantes de ruso en Letonia han pasado casi toda su vida viendo la televisión estatal de Moscú por la falta de contenidos en ruso en su propio país.
Y por eso muchos ven la vida a través de la narrativa de un mundo ruso unido en torno al Kremlin.
Antes del colapso de la Unión Soviética en 1991, muchas familias rusas y ucranianas fueron enviadas a Letonia como parte de un programa de reubicación forzosa de mano de obra.
Otros son descendientes de rusos que se mudaron a Letonia hace siglos, originarios de Bielorrusia o descendientes de judíos.
Los líderes letones e internacionales desconfían de los planes de Vladimir Putin en las repúblicas bálticas.
Su justificación para invadir Ucrania fue que la región oriental de Donbás era hogar de rusoparlantes que necesitaban la protección del Kremlin.
Letonia teme que el presidente ruso, Vladimir Putin, pueda aplicar la misma lógica allí.
La OTAN ha respondido duplicando el tamaño de sus fuerzas en Letonia, que crecerán aún más, y el gobierno de Riga incluso baraja el servicio militar obligatorio.
Se han prohibido los canales de medios rusos y cualquier apoyo público a la guerra en Ucrania o a los ataques rusos ahora puede conllevar un proceso penal.
Se eliminarán los símbolos que glorifican a la antigua Unión Soviética, comenzando por el imponente monumento de la Victoria en un parque de Riga.
A los letones no se les permite tener doble ciudadanía rusa.
Y la vida se está volviendo más difícil para los ciudadanos rusos que viven en Letonia, después de que el presidente del país, Egils Levits, afirmara que aquellos que apoyan la guerra deberían perder su permiso de residencia.
"El patriotismo y la actitud de defender tu propio país no tienen relación con el idioma que hablas", alega Deryugin.
Deryugin está al mando del 34º batallón de infantería de la guardia nacional voluntaria "Zemessardze" de Letonia, con base cerca de la ciudad oriental de Daugavpils, a 30 km de la frontera con Bielorrusia.
En esta región el 90% de la población habla ruso como lengua materna, incluidos muchos efectivos militares.
Para las autoridades de Letonia la lealtad de sus ciudadanos es tan importante como sus tanques y soldados.
La cuestión que se debate a puerta cerrada es en quién creen realmente los letones rusoparlantes: en los líderes letones, occidentales y ucranianos, o en la propaganda rusa que circuló en las ondas de radio de Letonia durante 30 años.
Desde el comienzo de la guerra en Ucrania la empresa de encuestas SKDS ha evaluado las tendencias entre los hablantes de ruso en Letonia.
En marzo el 22% apoyaba a Ucrania tras la invasión iniciada por Rusia, y en junio la cifra había aumentado al 40%.
La prohibición de los medios estatales rusos claramente influyó, pero hay más factores que explican este cambio.
Hasta 2017 el partido socialdemócrata local Armonía, que representa los intereses de la minoría rusa, era visto ampliamente como prorruso y tenía vínculos con el partido gobernante Rusia Unida en Moscú.
Pero Armonía ha condenado la invasión rusa de Ucrania y uno de sus parlamentarios, Boris Cilevics, asegura haberse desilusionado por completo con la ideología expansionista del Kremlin.
La Rusia de Putin, opina, "es totalmente análoga a la política de la Alemania nazi: la única posibilidad de normalización es una derrota militar de Rusia".
Sus padres son profesores de ruso, por lo que la literatura y la cultura rusas son importantes para toda su familia. Pero, desde la invasión de Ucrania, confiesa que le resulta difícil amar su herencia rusa.
"La agresión en Ucrania desacreditó todo esto por completo y convirtió en tóxico todo lo relacionado con la palabra ruso", lamenta.
"Pero para muchas personas de habla rusa en Letonia la identidad rusa es muy importante. Para muchos de ellos admitir que Rusia es el agresor es muy difícil, es un colapso psicológico".
Alexander, de 19 años, fue arrestado después de ondear una bandera rusa y dar un discurso frente al enorme monumento a los caídos en la guerra soviética el 10 de mayo en Riga.
Asistía a una reunión no oficial para celebrar el Día de la Victoria, un feriado anual que conmemora la victoria soviética sobre la Alemania nazi.
Se prohibieron las celebraciones oficiales porque se consideraban una glorificación de Rusia, lo que provocó protestas como a la que asistió Alex.
"Vi la bandera como un símbolo de unidad, considero el Día de la Victoria un día de unidad. Había una atmósfera increíble, una sensación de unión que no había visto en Letonia en mucho tiempo", declaró a la BBC.
La policía letona vio su acción como una señal de apoyo a la agresión rusa en Ucrania, aunque Alexander y su familia alegan que no fue el caso.
Fue acusado en virtud de una ley que prohíbe la apología del genocidio y los crímenes de guerra y está esperando sentencia. La pena máxima es de cinco años de prisión.
"Mi abuelo luchó en la guerra. Creemos que este es un recuerdo que debe ser honrado y respetado", declara su madre, Svetlana, que estaba con él cuando fue arrestado.
Desde entonces ambos han recibido amenazas de muerte en las redes sociales.
"Nos obligan a avergonzarnos, a tener miedo de ser rusos, y eso también está mal".
El Día de la Victoria siempre ha sido importante para la mayoría de los hablantes de ruso en Letonia, aunque muchos condenan la agresión rusa y se consideran patriotas letones.
Pero cuanto más sientan que se les exige renunciar a su identidad por lealtad a Occidente, más se podría dividir la sociedad letona.
Mientras tanto, el gobierno de Letonia cree que debe prepararse para una posible agresión militar de su poderoso vecino.
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