“No importa que nos usen como moneda de cambio político. No podemos evitarlo. Lo importante es que se logre un avance en la protección que necesitamos, pero dentro de una situación digna y que el Dream Act —la propuesta de ley para proteger a los dreamers— pase y se terminen las deportaciones”, dice a EL UNIVERSAL Melody K, una joven de 23 años que nació en Chiapas y desde 2015 está inscrita en DACA, la orden ejecutiva Acción Diferida para los Llegados en la Infancia creada por el ex presidente Barack Obama, que protege a los jóvenes indocumentados de la deportación.
“Nosotros [los dreamers] queremos que todos se vean beneficiados, no sólo hispanos; todas las nacionalidades que estén en nuestra situación”, expresa Melody.
El pasado 25 de enero, el presidente Donald Trump dijo que está dispuesto a darle protección a un millón 800 mil dreamers y mencionó una vía a la ciudadanía, siempre que el Congreso de EU autorice, en el paquete del presupuesto federal 2018, 25 mil millones de dólares para la construcción del muro en la frontera con México.
“Nos está tratando como fichas de ajedrez”, afirma Melody: “Es lamentable y vergonzoso para quien lo hace, no sabemos qué camino va a tomar esto, porque no se vale negociar con el dolor para construir un muro que al final no va a detener nada. No estamos de acuerdo con ser usados, queremos resultados, pero que no afecten a terceras personas; en el último de los casos, no se da cuenta [Trump], de que nos está empoderando”.
Para la Coalición de Derechos Humanos de los Inmigrantes (CHIRLA, por sus siglas en inglés), la postura de Trump “es aberrante”, comenta Jorge Mario Cabrera, director de comunicación y vocero de la organización,
“Es una propuesta de inmigración indecente y grotesca; proponer la legalización de los jóvenes indocumentados a cambio de medidas destructivas y ofensivas”, señala.
Angélica Salas, directora general de CHIRLA, también está en contra de la negociación de Trump, “los estadounidenses queremos una solución humana, moral y práctica, que proteja a los dreamers de ser detenidos y deportados. La propuesta hecha por el presidente, es una oferta repugnante y ningún funcionario electo que esté con los soñadores debe apoyarla”.
“Si ellos quisieran [los congresistas], ya habrían votado por el Dream Act, mucha gente se olvida de todo el tiempo que llevamos peleando para que esto suceda de una manera u otra”, recuerda Melody.
“Desde 2001 estamos peleando por el Dream Act, ya han pasado 17 años y pocos se dan cuenta. Yo tenía seis años cuando las generaciones delante de mí comenzaron a pelear y ya después yo me uní”, relata esta chiapaneca. “También debemos recordar que las bases con las que Trump terminó DACA son falsas; él dijo que [el programa] es inconstitucional, que el presidente [Obama] abusó de su poder. Nosotros hemos dicho que no es verdad y por eso un juez federal en San Francisco tiene congelada la decisión de Trump; eso refleja que nosotros [los dreamers] estamos del lado correcto de la historia”, señala.
Reconoce que cuando el asunto llegue a la Corte Suprema de EU podría quedarse estancado, lo que sería un gran riesgo porque el DACA podría desaparecer, dejando a miles de jóvenes en riesgo de ser deportados.
Mario, un soñador que pidió el anonimato porque su situación legal está en problemas, destaca la importancia de informar y educar bien a la comunidad. “Mucha gente sólo escucha hablar del tema, pero no lo entiende”, explica este joven originario de Veracruz. “Hoy nos está usando [Trump] para negociar su muro, pensamos que es repulsivo; usar nuestras necesidades, nuestro miedo, nuestro sufrimiento para conseguir una necedad personal que no va a ayudar a nada, es casi criminal”, sigue con voz seria, “yo mismo tengo DACA y estoy en amenaza de deportación, ¿quién puede explicarme esta contradicción? ¡Tengo protección legal y el propio gobierno federal que me la dio, no la respeta! Esto sólo sucede con Donald Trump”, asegura el joven de 28 años, egresado en Sistemas Computacionales.
“Somos monedas y fichas y papelitos canjeables a voluntad y capricho del presidente, pero también el Congreso juega lo suyo”, insiste Mario.
Pese al panorama, Melody tiene esperanza: “Espero que todas nuestras protestas, manifestacoines pacíficas, visitas legislativas y todo lo que estamos haciendo, sirva para romper esas ideas antiinmigrantes que tienen muchas personas”, dice.
“Quiero que [los políticos] no se olviden que, si se trata de monedas de cambio político, este 2018 habrá elecciones de medio término y que sus votos cuentan para nosotros”, advierte la joven y concluye con un mensaje: “Espero que se toquen el corazón —los miembros del Congreso—, ya basta de enfrentarnos a otros grupos, de usarnos como fichas de ajedrez. Sinceramente, espero que los únicos muros que existen entre quienes no nos quieren y nosotros, se derrumben y comprendan que [los dreamers] somos tan estadounidenses como ellos y tenemos derecho a vivir como ellos”.