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“No pude hacer nada por mi familia”

Un grupo de pobladores, protegidos sólo con pañuelos en la boca, buscaban a sus amigos y vecinos entre los escombros

Un rescatista voluntario carga un perro que sobrevivió en la localidad de Escuintla, una de las afectadas por el volcán. Foto: LUIS SOTO. AP
05/06/2018 |03:17AFP |
Redacción El Universal
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Ciudad de Guatemala.— “¿Hay alguien que necesite ayuda?”, gritaban ayer los socorristas en una comunidad del sur de Guatemala con la esperanza de encontrar a sobrevivientes tras la devastación que dejó la erupción del Volcán de Fuego, con la muerte hasta ahora de 65 personas.

Bomberos, soldados y policías se abrían paso entre los techos de decenas de casas arrasadas por el deslave de lodo y ceniza ardiente que el domingo provocó el pánico en la pequeña comunidad de San Miguel Los Lotes, en la ciudad de Escuintla, 35 km al sur de la capital.

Mientras la búsqueda continuaba en las zonas devastadas, en la plaza del pueblo de San Juan Alotenango siete féretros de cuatro menores y tres adultos eran velados con un crucifijo y altares de flores.

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“Aunque nos duela aceptarlo, es la voluntad de Dios”, dijo Ana Celada, tía de las niñas Jenifer y Mildred Morales de 3 y 6 años, quienes murieron en la aldea El Porvenir.

En Los Lotes, Eufemia García, de 48 años, rompe en llanto al contar a los miembros de su familia, entre ellos sus tres hijos, su mamá, sus sobrinos y sus hermanos, quienes quedaron atrapados en el poblado por la erupción.

“Yo quería regresar por ellos. No me quería ir, sino regresar y no pude hacer nada para salvar a mi familia”, dijo entre lágrimas.

Agregó que se salvó porque su esposo la sacó del lugar.

A pesar de la insistencia de los socorristas por encontrar indicios de vida, los esfuerzos parecían en vano ante la magnitud del desastre. El panorama era desolador en toda el área. Ropa tendida cubierta de ceniza, comida aún en la mesa y aves de corral que deambulan, dan indicios del pavor que sufrieron los habitantes del caserío.

Perros y gatos también murieron quemados y las mascotas que quedaron vivas se refugian en las casas. En tanto, un grupo de pobladores, protegidos sólo con pañuelos en la boca, buscaban a sus amigos y vecinos entre los escombros.

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