Pedro Castillo, el profesor de escuela rural que se convirtió en el inesperado ganador de las elecciones presidenciales peruanas, asumirá este miércoles el liderazgo de un país profundamente dividido. Consciente de ello, afirma que “no es momento de divisiones” y que gobernará “para todos”.
La toma de posesión de Castillo tendrá una fuerte carga simbólica, al coincidir con el bicentenario de la Independencia peruana. Sin embargo, mientras para algunos Castillo representa la esperanza de llevar a Perú por un camino distinto, para otros genera incertidumbre.
Castillo, de 51 años, exlíder sindical, no era conocido para la mayoría de los peruanos. Sin embargo, logró pasar a la segunda vuelta de las presidenciales junto a la derechista Keiko Fujimori. A pesar de que el balotaje se celebró el pasado 6 de junio, apenas el 19 de julio fue proclamado presidente electo.
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Castillo, del partido Perú Libre, obtuvo 50.12% de votos, contra 49.8% de Fujimori, con una diferencia de apenas 44 mil 263 sufragios. Sin embargo, Fujimori, candidata de Fuerza Perú, presentó acusaciones de fraude y recursos legales, lo que retrasó el anuncio de proclamación en tanto se resolvieran las denuncias.
La hija del expresidente Alberto Fujimori no reconoció su derrota sino hasta el mismo 19 de julio, aunque insistiendo en que hubo fraude. Es en este escenario que Castillo asume la presidencia.
“Sí, fue demorado [el resultado], pero esperamos con paciencia los resultados porque sabíamos y teníamos la seguridad de que habíamos ganado”, dijo en entrevista con EL UNIVERSAL.
La demora no le restó felicidad al momento de confirmarse su victoria. “Estoy muy contento y muy agradecido con nuestro pueblo”. Es, aseguró, “un triunfo histórico no sólo para la izquierda, sino para el pueblo de Perú”.
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Después de toda la polémica de la campaña, Castillo sabe que su primera tarea será unir a los peruanos. “Es momento de la unidad. Necesitamos ir juntos, tenemos que ir hacia adelante porque nuestro país se lo merece, llegó un nuevo momento para el Perú”.
Cristiano devoto, ajeno a la política, su gobierno genera dudas entre un sector peruano, que arquea las cejas frente a su propuesta de que el Estado tenga mayor intervención en la economía. Se le tachó de comunista, algo que Castillo rechaza, a la vez que critica la desigualdad que el libre mercado ha generado entre ricos y pobres. “No más pobres en un país rico”, aseguró durante toda la campaña.
Perú viene de meses complicados: el actual presidente interino, Francisco Sagasti, asumió apenas en noviembre pasado, como una solución a la crisis política que se desató ese mes y que llevó al país a tener tres presidentes en una semana.
Frente al desafío que le espera, Castillo es claro: “Perú tiene que saber que trabajaré y seré un presidente para todos y no para unos cuantos; creo que no es momento de divisiones, nuestro país tiene grandes necesidades que hay que resolver de inmediato, como la seguridad, la economía y erradicar la corrupción, etcétera”, señaló a este diario.
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El maestro rural, conocido por portar siempre su sombrero chotano, de paja y ala ancha, emblemático de los campesinos de Cajamarca, empezó a recibir felicitaciones desde el momento en que se le reconoció como el virtual ganador. Entre ellas, las del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, quien no dudó en expresar la hermandad de ambos países. “Es un triunfo histórico y así como agradezco a nuestro pueblo por confiar y darnos la oportunidad de servirle, porque lo haremos bien, con gran responsabilidad, expreso mi agradecimiento a los líderes que han reconocido nuestro triunfo, y por supuesto al mandatario de México”, concluyó Castillo.