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“Los 12 niños y su entrenador fueron encontrados. Todos están a salvo”, confirmó ayer el gobernador regional, Narongsak Osottanakorn, luego de una gigantesca operación de búsqueda en las cuevas de Tham Luang, en la norteña provincia de Chiang Rai.
Osottanakorn dijo que los menores y su instructor, de 25 años, fueron hallados por las fuerzas especiales navales y que ahora el desafío “será extraer al grupo de manera segura.
“Por ahora los hemos encontrado. La siguiente misión es sacarlos de la cueva y enviarlos a casa”, indicó el funcionario a la prensa local.
Sin embargo, esa misión no se prevé fácil. Anoche se informó que los niños deberán aprender a bucear para salir, o permanecerán en la cueva durante varios meses, dada la complejidad del rescate. En tanto, se continuará drenando el agua de la cueva, mientras se envían médicos para verificar la salud de los chicos.
“Si los médicos dicen que su condición física es lo suficientemente fuerte como para moverlos, los sacarán. Los cuidaremos hasta que puedan regresar a la escuela”, subrayó.
“Les llevaremos comida, pero no estamos seguros de que puedan alimentarse, ya que no comieron desde hace mucho. También llevaremos a un médico que sepa bucear”, dijo.
Los 12 niños, miembros del equipo de futbol Moo Pa (Jabalí) y su entrenador asistente, Ekkapol Janthawong, se perdieron el 23 de junio pasado durante una excursión al complejo de cuevas, situado a unos mil kilómetros al norte de Bangkok, cerca de la frontera con Myanmar. El lugar se extiende varios kilómetros y tiene amplias cámaras y pasillos estrechos.
El entrenador en jefe del club, Nopparat Kantawong, fue quien informó sobre la desaparición del grupo.
El equipo fue encontrado por elementos de la marina de Tailandia, quienes publicaron en su página de Facebook un video del momento en el que se escucha una conversación entre los rescatistas y los jóvenes, quienes fueron vistos sentados con sus camisetas rojas.
“¿Cuántos son?”, se escucha preguntar a uno de los buzos.
“Trece”, contesta uno.
“Fantástico”, responde el buzo.
El hombre intenta darles ánimos. “Hay mucha gente en camino” para ayudarlos, asegura. “Estuvieron acá 10 días, son muy fuertes”.
Además informaron que “ médicos se unieron a los buzos para reunirse con los chicos en la cueva. Llevamos con nosotros gel energético (una especie de bebida energética) y kits de supervivencia. Alguien se quedará con ellos un rato hasta que llegue la misión de rescate”.
Los buceadores se adentraron ayer más en la cueva, donde los niveles del agua se reducen lenta, pero incesantemente cada hora gracias al bombeo continuo.
Poco antes del anuncio del hallazgo, el gobernador había apuntado el problema que suponía el alto nivel del agua, que en algunas partes de la cueva llega a la altura de los ojos de un adulto. “El agua es el enemigo”, dijo. Para ayer, el nivel del agua incluso había aumentado.
Los jóvenes se adentraron en la cueva tras un entrenamiento. Las autoridades creen que se vieron sorprendidos por una inundación en la caverna, de unos 10 kilómetros de largo, y que tuvieron que internarse profundamente para salvarse.
No habían sido vistos desde entonces, pero sus bicicletas fueron encontradas junto a la entrada de la cueva. El hallazgo de huellas dactilares y de pisadas alimentaba la esperanza de que siguieran vivos en una cámara más profunda, pero no había más indicios.
Los padres permanecían desde hace días en la entrada de la cueva en espera de noticias. El gobernador había dicho que el grupo podría sobrevivir hasta 30 días, si lograban administrar su energía.
El fin de semana los equipos de rescate reportaron pequeños avances, como la llegada hasta una bifurcación en la que el túnel principal se divide en dos direcciones.
Decenas de buzos, incluyendo efectivos internacionales, estuvieron movilizados desde hace más de una semana para encontrar a los niños.
Especialistas de Australia, Reino Unido, Japón y China, así como unos 30 soldados estadounidenses, se desplazaron hasta la remota zona montañosa para apoyar a los equipos de rescate tailandeses.