San José.— Como trabajadora sexual en El Salvador de 1971 a 2006, la salvadoreña María Consuelo Raymundo Cándido llegó a una conclusión con 35 años en un oficio al que llegó de niña: el Covid-19 discrimina más que el VIH/sida , que comenzó a atacar en la década de 1980.
De 59 años, con dos hijos, retirada hace 15 y representante legal de Orquídeas del Mar , movimiento de defensa de las mujeres, María Consuelo contó a EL UNIVERSAL que la crisis perjudicó a sus colegas en activo. Desde su hogar en el central estado de Cuscatlán, dijo que “ha sido difícil ser mujer en El Salvador en lo mejor de la pandemia. La verdad es que esta situación no se ha superado”.
“Ninguna de nosotras estaba preparada para la situación a la que se llegó. Lo peor es que las trabajadoras sexuales vivimos el día a día. Lo que vamos ganando, lo vamos comiendo, pagando recibos. Las deudas que tenemos son muy puntuales”, explicó.
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“Hay menos mujeres trabajadoras sexuales en El Salvador por el miedo a contagiarse de Covid-19. Hoy ya no es tanto el VIH/sida. Esta enfermedad ha sido más discriminadora que el VIH. Es una situación bien terrible, porque todo el mundo huyó a confinarse por el coronavirus y las trabajadoras sexuales, muchas veces por mantener a sus familias, sí se expusieron a ir al trabajo sexual”, detalló.
“Hay menos clientes en las calles. Los hombres no quieren entrar [a los prostíbulos] (...) creen que se van a contagiar” del coronavirus, relató. Al aclarar que “eso es algo que no sólo las trabajadoras sexuales, sino que todo el mundo puede transmitir”, insistió en que “si no tenemos medidas higiénicas, igual nos podemos contagiar en cualquier lado”. “Son muchas cosas con las que nos podemos contagiar sin necesidad de tocar a una trabajadora sexual”.