Lima.— Dayibeth, de siete años, dejó su natal Maracaibo acompañada de su madre y hermano. Llegaron al puesto de control fronterizo de Zarumilla, en Tumbes, una ciudad de Perú, el pasado 25 de agosto.

La niña narró su largo periplo desde Maracaibo, en el norte de Venezuela, hasta Perú, pasando por Colombia y Ecuador.

Cuenta que “en el colegio se pusieron tristes porque me iba” y de su país dice: “Había muchos ladrones, no se podía hacer nada”.

La menor es una de los 300 niños que han sido atendidos por la ONG Plan Internacional y Unicef mediante su programa Plan de la Alegría, que han implementado en el Centro Binacional de Atención Fronteriza de Tumbes.

Voceros del plan indicaron que los niños migrantes llegan a la frontera estresados por lo que implica la travesía de cruzar tres países.

El defensor del Pueblo de Tumbes, Abel Chiroque, dijo que su despacho ha atendido hasta ahora a 65 niños que no podían ingresar al país porque carecían de pasaporte. Con sus gestiones logró solucionar este problema. “También hay seis niños que permanecen en el centro de refugio Medalla Milagrosa de Zarumilla, Perú. Hay un caso de un niño solo, cuyos papás están en Venezuela”, agregó Chiroque.

A la fecha, más de 414 mil venezolanos han ingresado a Perú. Diversos especialistas coincidieron en que los niños migrantes son una población muy vulnerable, al igual que los adultos mayores.

Más de un millón de venezolanos han ingresado a Colombia en el último año y medio, más de 400 mil a Perú y unos 300 mil a Chile. En Ecuador este año entraron 600 mil, la mayoría en tránsito.

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