Nikolas Cruz, el asesino confeso de 17 personas en la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas de Parkland, Florida, evitó la pena de muerte este jueves, luego de que un jurado de 12 personas recomendara que le sea impuesta una sentencia de cadena perpetua.
Ante la decisión, los familiares de las víctimas del ataque ocurrido el 14 de febrero de 2018 estaban visiblemente molestos y enojados.
Una próxima audiencia en la que la jueza confirmará lo recomendado por el jurado fue pautada para el 1 de noviembre.
Los familiares de las víctimas y sobrevivientes que lo deseen podrán ofrecer su testimonio antes de que se dicte la sentencia definitiva.
Cruz, de 24 años, se declaró culpable de los asesinatos en octubre de 2021. Fue el autor del tiroteo masivo más letal que haya llegado a juicio en EE.UU.
Los familiares de las víctimas, que pedían la pena capital para Cruz, calificaron el veredicto de "irreal" e "incorrecto" en una conferencia de prensa posterior.
"No podría estar más decepcionado por lo que sucedió hoy", dijo Fred Guttenberg, cuya hija Jaime, de 14 años, fue una de las víctimas de Cruz.
"Estoy aturdido. Estoy devastado", añadió. "Hay 17 víctimas que no recibieron justicia hoy. Este jurado les falló a nuestras familias hoy".
Los fiscales trataron de demostrar durante el juicio que los delitos fueron "fríos, calculados y premeditados", y que cumplían con la definición de Florida de "factores agravantes", que justificarían la pena de muerte según la legislación estatal.
Sin embargo, se habría necesitado una decisión unánime para dictar la también llamada pena capital.
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A medida que se leyó cada uno de los 17 cargos en el tribunal, se supo que, si bien los miembros del jurado acordaron que había factores que justificaban la pena de muerte, al menos uno de ellos creía que también había "factores atenuantes" que justificaban la cadena perpetua.
Mientras se leía esta deliberación, Tony Montalto, quien perdió a su hija, Gina, sacudía la cabeza con frecuencia. Su brazo rodeaba a su esposa, Jennifer, quien dejó caer la cabeza sobre su hombro cuando se leyeron los cargos relacionados con su niña.
Se podía ver a otros miembros de la familia llorando en silencio.
Corey Hixon, cuyo padre, Christopher Hixon, murió en el ataque, se puso de pie y salió de la sala tan pronto como escuchó la recomendación del jurado de cadena perpetua en lugar de muerte.
Hablando con los periodistas después de la audiencia, Ilan Alhadeff, padre de Alyssa, asesinada por Cruz, dijo que el atacante "no era un ser humano, es un animal".
"Rezo para que el animal sufra todos los días de su vida en la cárcel", dijo. "Y que tenga una vida corta".
Por su parte, Linda Schulman, madre de Scott Beigel, cuestionó con dolor: "¿Para qué tenemos la pena de muerte?".
"Mi hijo fue asesinado y este animal continuará con su vida en prisión", añadió.
El atacante tenía 19 años cuando ingresó en la escuela y abrió fuego con un rifle AR-15 comprado legalmente. En cuatro minutos, 34 personas habían recibido disparos. En el incidente, 17 de ellas, 14 estudiantes y tres miembros del personal, fueron asesinadas.
El ataque sigue siendo uno de los tiroteos escolares más mortíferos en la historia de Estados Unidos.
En el caos que siguió, Cruz logró escapar de la escena del crimen mezclándose con los estudiantes y se quedó en el área después de comprar una soda en un restaurante de comida rápida. Luego fue arrestado por la policía a unos 3 kms de la escuela.
Los fiscales tenían la tarea de demostrar que el ataque había sido premeditado.
El asesino investigó tiroteos anteriores y publicó comentarios en línea en los que dijo que "no mostraría piedad".
En un video, grabado días antes del tiroteo, Cruz dijo que planeaba ser el "asesino en masa escolar" del año y que su objetivo era matar al menos 20 personas.
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Los abogados del atacante intentaron retratarlo como una persona con una enfermedad mental, un joven psicológicamente destrozado por una infancia difícil en la que fue "envenenado" por la bebida y el abuso de sustancias de su madre biológica durante el embarazo.
El tiroteo agitó la ya polarizada conversación sobre las armas en EE.UU. y generó una ola de activismo liderado por jóvenes.
Apenas seis semanas después del ataque, unas 800.000 personas se dieron cita en Washington DC para la manifestación "Marcha por nuestras vidas" contra la violencia armada.
La organización continúa haciendo campaña por una mayor regulación y control de las armas de fuego y hacer que el lobby entre los políticos "rinda cuentas".
Pero sus objetivos legislativos, como la prohibición de armas de asalto y cargadores de alta capacidad, han resultado difíciles de alcanzar.
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