Donald Trump parece haberse echado en el bolsillo las primarias presidenciales republicanas de New Hampshire: el expresidente estadounidense cuenta con un 50% de apoyo entre los probables votantes, contra 39% de su competidora más cercana, la exgobernadora de Carolina del Sur Nikki Haley.
Sin embargo, Haley está decidida a arrebatarle votos al magnate y mostrar que la contienda se reduce a dos: ella y Trump, dejando fuera el gobernador de Florida, Ron DeSantis, quien en la encuesta de CNN se queda con apenas 6% de intención de voto.
Dos características hacen de New Hampshire un lugar más idóneo para que Haley recupere turbo: su vena independiente y el carácter moderado de sus votantes. La también exembajadora ante la ONU tiene 58% de apoyo entre los que están registrados como no declarados (independientes) y planean votar en las primarias republicanas, y 71% de apoyo entre los que se consideran ideológicamente moderados. También se sitúa por delante de Trump entre los votantes con título universitario (50% frente a 38% de Trump). Sin embargo, estos grupos son minoritarios en el estado, por lo que se prevé el triunfo de Trump.
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En Iowa, Trump arrasó con 51%, seguido por DeSantis con el 21.2% y Haley con un 19.1%. Vivek Ramaswamy, que suspendió su campaña y apoyó a Trump después de los caucus, obtuvo un 7.7%.
Haley recibió hace semanas el apoyo del Chris Sununu, el popular gobernador de Nuevo Hampshire y declarado antitrumpista, con el que ha recorrido el estado a medida que las encuestas iban, cada vez más, acercándola a Trump.
Después de New Hampshire, las primarias se trasladan a Carolina del Sur, el estado del que fue gobernadora, por lo que la oportunidad para Haley de hacerle algo de sombra a Trump y dejar a DeSantis fuera de juego es ahora, antes del Supermartes de marzo.
Biden no estará en la boleta
Del lado demócrata también habrá primarias en el estado. Los votantes en las primarias demócratas del martes se encontrarán con una lista de 21 candidatos, entre los que hay un artista no binario y un comediante con una bota en la cabeza, pero no el principal aspirante: el presidente Joe Biden.
Esta situación inusual es resultado de una mezcla de luchas internas y tecnicismos legales, que han resultado en una campaña confusa y el temor de un resultado pobre para el mandatario en unas primarias, las primeras del año, con gran atención mediática.
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Durante más de 100 años, New Hampshire ha sido el primer estado en celebrar las elecciones primarias en EE.UU., una tradición que en 1975 pasó a estar inscrita en la ley local.
Esta vez, a petición de Biden, la dirección del Partido Demócrata alteró el calendario electoral, iniciando la temporada de consultas internas en Carolina del Sur, que tiene más diversidad demográfica en comparación con Nuevo Hampshire, donde más del 90% de la población es blanca.
Pero las autoridades estatales de New Hampshire, obligadas por la ley, mantuvieron la fecha que tenían propuesta y siguieron adelante con las primarias.
Como resultado, el nombre de Biden no figurará en la papeleta, algo muy extraño, dado que al ser presidente tiene prácticamente asegurada su nominación.
El Partido Demócrata anunció que no reconocerá los resultados y tildó los comicios de "insignificantes". El diferendo dejaría a Biden teoricamente tercer lugar entre los candidatos demócratas, detrás del poco conocido empresario Dean Phillips y de la autora de libros de autoayuda Marianne Williamson, de bajo apoyo en las encuestas.
"Debería hacer campaña en New Hampshire, debería presentarse frente a los votantes", dijo Phillips en un debate con Williamson al que no acudió Biden. Según el empresario, el presidente "da por sentado" que ya tiene descontado su triunfo.
"Por el amor de Dios, debería estar en las boletas electorales de New Hampshire. Es el presidente", subrayó.
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