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Miami. En la carrera hacia las primarias republicanas de New Hampshire en 2024, el tablero político se ha reconfigurado drásticamente tras la inesperada salida del gobernador de Florida Ron DeSantis, dejando un escenario donde Donald Trump y Nikki Haley emergen como las figuras centrales de una contienda completamente inesperada, especialmente cuando es apenas el segundo punto del arranque de las primarias republicanas.
El expresidente Trump, cuyo dominio sobre el Partido Republicano ha sido durante mucho tiempo indiscutible, continúa liderando las encuestas republicanas con un sólido 44%. Su figura, tan polarizarte como carismática, sigue resonando profundamente entre una base de votantes que lo ve no solo como un líder, sino como un símbolo de una era de desafío y cambio radical.
Mientras tanto, Haley, exembajadora ante Naciones Unidas y exgobernadora de Carolina del Sur cuyo perfil ha crecido exponencialmente en los últimos meses, se ha posicionado como una contendiente que viene de abajo, acumulando un 28% de apoyo en las encuestas republicanas más recientes que, no le sirven para alcanzar, pero sí para reforzar su imagen en todo Estados Unidos.
A pesar del avance de Haley, “su carrera está terminada y ella lo sabe” dice a EL UNIVERSAL Hernán Molina, analista y politólogo, desde Los Ángeles, California. “pero no va a desistir por el momento porque quiere acumular puntos a su favor para después canjearlos políticamente y porque quiere intentar a ver qué pasa en Carolina del Sur, donde fue gobernadora”.
“Podríamos decir que Haley ha resonado entre un electorado que busca una alternativa viable que pueda combinar la firmeza en la toma de decisiones con un enfoque más unificador y pragmático” dice a este diario Pablo Salas, politólogo, desde Florida.
“La salida de DeSantis era una muerte anunciada, quizá no se esperaba tan pronto” señala Molina; “pero lo mismo va a pasar con Haley, porque no va a ganar en New Hampsher y seguramente no le va a ir tan bien como tendría que irle en Carolina del Sur” considerando que gobernó el estado.
“Nikki va a tratar de aguantar lo más al final que pueda, pero si no es después de las primarias en Carolina del Sur -en febrero-, donde se supone tiene sus bases más afianzadas porque fue gobernadora, el supermartes de marzo la va a terminar de reventar” augura Salas. Sin embargo, agrena, “Haley puede usar su campaña como una plataforma para influir en las políticas y la dirección del Partido Republicano más adelante. Esto podría ser especialmente relevante en temas donde ella tiene posturas firmes y diferenciadas”.
Ya quedó claro que Haley no será propuesta por Trump como compañera de fórmula. El expresidente estadounidense a desestimó el fin de semana diciendo, entre otras cosas, que Haley no tiene la experiencia ni el carácter para lidiar con determinadas situaciones y personajes como las guerras de Ucrania e Israel o con Putin y el presidente chino.
Haley respondió que en sus planes no está el ser vicepresidente de nadie, dejando claro que va por todo o nada.
La ausencia de DeSantis de la contienda ha reconfigurado no solo la estrategia de campaña de Haley, sino también las expectativas y las dinámicas internas del partido. La retirada de un candidato tan prominente ha dejado un vacío que, aunque beneficioso para la consolidación de la campaña de Trump, también abre una ventana de oportunidad para que Haley fortalezca su propuesta y amplíe su base de apoyo antes de que se retire.
“Hay que recordar que todas las primarias también son una oportunidad para construir reconocimiento nacional, una red de donantes y una base de apoyo para futuras contiendas electorales” subraya Salas.
New Hampshire juega hoy un rol crucial en el proceso de selección republicana. Conocido por su independencia y su capacidad para sorprender en el panorama político, este estado no solo servirá como un termómetro para medir el pulso del partido, sino también como un campo de prueba para las estrategias y los mensajes que se redefinirán a partir de los cambios tan drásticos que se han visto.
Para los demócratas, más allá de la presencia o ausencia de los republicanos, New Hampshire es un laboratorio electoral. Por primera vez desde 1968, las papeletas de las primarias en este estado clave no lucirán el nombre de un presidente en busca de su reelección, dejando la casilla de Joe Biden en blanco.
“Por razones que solo ellos comprenden -lo demócratas-, el nombre del presidente Biden va a aparecer en las boletas de votaciones durante las primarias -demócratas- a partir de Carolina del Sur” explica Salas. “Dicen que quieren darle el privilegio de ser los primeros en votar a las diversas razas que confluyen en ese estado -latinos, afros, asiáticos y anglos- y que con eso van a tener una idea más clara de cómo se va a comportar el país -los votantes de Estados Unidos-”. En ese pleito, quedó fuera de la boleta de New Hampshire, que es el estado donde empieza tradicionalmente el proceso electoral estadounidense.
Por no dejar, los líderes locales del Partido Demócrata han estado haciendo llamados en New Hampshire para que sus correligionarios acudan de cualquier manera a las urnas de su partido y en las boletas en blanco, escriban el nombre del presidente Biden como una muestra de unidad.