San José.— La Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) empezará hoy en Washington con la crisis nicaragüense como foco de roces regionales y bajo la decisión del presidente brasileño, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, de relanzar la influencia de su país, en una carambola que uniría a México y Brasil y beneficiaría al cuestionado régimen gobernante en Managua.
Previo a la cita, que concluirá el viernes próximo, Brasil maniobró para bajarle el tono a un acuerdo que la Asamblea emitiría sobre el mortal conflicto político que estalló en 2018 en Nicaragua y que provocó la más grave crisis de la institucionalidad democrática en ese país desde 1990, confirmaron fuentes diplomáticas en Washington.
El objetivo brasileño promovió que la resolución surja con un lenguaje menos confrontativo antes de cuestionar directamente al presidente nicaragüense, el izquierdista Daniel Ortega, por presuntamente cometer atrocidades contra los derechos humanos al reprimir a sus opositores.
Las fuentes explicaron que Brasil propuso que, en vez del “retorno” de la democracia en Nicaragua, la resolución solicite “el fortalecimiento”. También planteó que antes de manifestar “profunda alarma” por la política represiva de Ortega, la OEA sólo exprese “preocupación”.
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“Esta es la primera vez en cinco años, desde que en 2018 estalló la crisis, que Ortega cuenta con un defensor en un Estado del peso que tiene Brasil”, afirmó el diplomático Arturo McFields, exembajador de Nicaragua en OEA. McFields dimitió en marzo de 2022 a su puesto en ese foro y denunció la represión política en Nicaragua.
“México se va a plegar a la línea de Lula, no tanto por respaldo a la dictadura de Nicaragua, sino por respaldo a Lula y sus acciones que van en la línea de no injerencia y de lavarle la imagen al dictador”, dijo McFields a EL UNIVERSAL.
“Pese a que Argentina y México se abstenían de votar sobre Nicaragua, nunca tenían una posición de defensa de Ortega. Simplemente abstención. Y explicaban que creían en el no intervencionismo. Pero en cinco años, desde las protestas cívicas, Ortega jamás había tenido un Estado que se alzara como su abogado. Ahora lo tiene y es Lula”, aseveró.
Lula asumió su tercer mandato no consecutivo en enero pasado y buscó reposicionar a Brasil como factor mundial influyente.
México todavía no se pronuncia sobre la resolución de Nicaragua. A la Asamblea, en su edición 53 y en el 75 aniversario de la OEA en 2023, no acudirá la canciller mexicana, Alicia Bárcena, cuya gestión inició el 23 de mayo anterior. Las fuentes reafirmaron que la OEA seguiría dividida entre sus 33 miembros acerca de Nicaragua, acusada repetidamente por los opositores de ser una dinastía dictatorial y en una multitudinaria exigencia de libertad y democracia que emergió en 2018 en masivas protestas antigubernamentales.
Ortega rechazó los ataques en su contra y acusó que Estados Unidos y sus aliados pretenden intervenir en asuntos internos del país. Tras reelegirse en noviembre de 2021 en unos comicios calificados por la OEA como ilegítimos, Ortega sacó a Nicaragua de ese foro, en un proceso que cerraría a finales de 2023.
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Según los datos, en la Asamblea habrá un bloque “duro” ante Nicaragua: Estados Unidos, Canadá, Costa Rica, Panamá, República Dominicana, Ecuador, Uruguay, Paraguay y, pese a ser de izquierda, Chile. Perú se sumaría.
Las fuentes describieron que otro será el de izquierda —México, Brasil, Honduras, Bolivia, Argentina y San Vicente y las Granadinas— al que se unirían los gobiernos derechistas de El Salvador y Guatemala que, como Nicaragua, son fuertemente cuestionados por su historial en derechos humanos y temen a futuro transitar por la misma ruta de Managua en la OEA. Venezuela se retiró de la OEA en 2019.
En duda está la posición del gobierno izquierdista de Colombia, en severos roces políticos y de delimitación marítima con Nicaragua. En este escenario, los votos del Caribe anglosajón serán cruciales para aprobar o rechazar cualquier acuerdo sobre Nicaragua.
ayef