Bruselas.— En su retorno al poder, los talibanes se han encontrado con un Afganistán distinto al que gobernaron hace dos décadas en lo que respecta a derechos fundamentales de mujeres y niños.
En la actualidad, principalmente las zonas urbanas afganas son muy diferentes como resultado de una cadena de avances sobresalientes registrados durante el funcionamiento de la República Islámica de Afganistán, en acompañamiento de la comunidad internacional.
“Para 2021, las mujeres eran ministras, parlamentarias, soldados, policías, periodistas y casi cualquier otra ocupación que puedas imaginar”, acota Barr.
Por ejemplo, Afganistán tiene tantas mujeres en el Parlamento como EU. De acuerdo con el Banco Mundial, 27% de los escaños del Congreso afgano eran ocupados por mujeres en 2020.
De manera paralela, mejoraron drásticamente los distintos indicadores de salud, incluyendo el de mortalidad materna, y aumentó la alfabetización; millones de niñas a las que se les habría negado la educación pudieron estudiar. “Las mujeres practicaban deportes y participaban en eventos culturales, desde música y actuación. Estos logros se vieron facilitados por el fin del gobierno de los talibanes y la presencia y financiación de la comunidad internacional, pero también gracias al arduo trabajo y la determinación de las mujeres afganas”, destaca Barr.
Un balance semejante hace Joe English, de la Agencia de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), quien dice a este diario que a pesar de los enormes obstáculos y el contexto hostil al que se enfrentan las mujeres y niñas, el progreso fue considerable durante este periodo. “Las posibilidades de supervivencia de los niños y las mujeres han aumentado considerablemente; hay más niños y adolescentes matriculados en la escuela en todos los niveles, y un mayor número de familias tiene acceso a agua potable y segura, especialmente en las zonas urbanas”, destaca.
Los expertos señalan que el progreso fue desigual, los cambios beneficiaron principalmente a los habitantes de las áreas de más fácil acceso. Los afganos que viven en zonas rurales, remotas o distritos inseguros siguen enfrentando dificultades para acceder los servicios básicos, mientras que aquellos que han crecido en zonas de conflicto, padecen un mayor rezago en acceso a educación, atención médica, agua, saneamiento y de derechos.
La justicia sigue siendo difícil de alcanzar para las niñas y mujeres afganas, porque la policía, los fiscales y jueces a menudo las disuaden a presentar denuncias y las presionan para que busquen mediación, principalmente en casos de violencia intrafamiliar.
Ahora que los talibanes han vuelto triunfantes a Kabul, prevalece la incertidumbre sobre lo que aguarda a mujeres y niñas, una población que ya se encontraba en condición de vulnerabilidad extrema, y que al igual que el resto de la población era víctima de una triple crisis: escalada de violencia, el cierre de escuelas por la pandemia de Covid-19 y la sequía.
“La otra cuestión es que aun cuando los talibanes estén a la altura de sus declaraciones más moderadas, éstas no son cercanas a brindar una igualdad genuina, como exige el derecho internacional en materia de los derechos humanos. La igualdad genuina significa que las mujeres pueden usar lo que quieran, ir a donde quieran, trabajar en cualquier profesión, vivir donde y con quien elijan, casarse o no. No hay ninguna sugerencia de que los talibanes tolerarán este tipo de libertades para las mujeres”.
Ante este escenario incierto, Barr considera que la comunidad internacional debe actuar con urgencia para garantizar que cualquier persona que sienta la necesidad de huir de Afganistán pueda hacerlo de manera segura; el 90% de los refugiados afganos en el exterior se encuentran en Irán y Paquistán.
También debe presionar a los talibanes para que respeten plenamente los derechos humanos, incluidos los derechos de las mujeres y las niñas; y garantizar que la situación no se traduzca en una crisis adicional, de tipo humanitario por falta de fondos para servicios esenciales como educación y atención médica.
“Lo que necesitamos ahora es un compromiso renovado con la asistencia humanitaria para mujeres y niños en Afganistán. El apoyo de nuestros donantes ha sido fundamental en lo que hemos podido lograr y no podemos continuar este trabajo sin ellos”, sostiene Joe English, quien subraya que UNICEF ha estado presente en el país por 65 años y no se retirará por la llegada de los talibán.
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