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El "supermartes" de elecciones primarias en Estados Unidos allanó el camino a lo que parece inevitable: la reedición de un duelo por la presidencia entre el demócrata Joe Biden y el republicano Donald Trump.
Una pelea en las urnas pocas veces vista entre el actual presidente y el anterior, que repiten las elecciones de 2020 desde posiciones opuestas y que es rechazada por una mayoría de votantes estadounidenses.
Tanto el actual presidente, de 81 años, como Trump, de 77, registran muy bajos índices de popularidad.
El 56% de las personas habilitadas para votar opina que Trump no debería volver a presentarse, mientras que el 70% dice lo mismo de Biden, según un sondeo de Reuters/Ipsos.
Un 54% tiene una opinión desfavorable de Trump, y en el caso de Biden se eleva a un 59%, según los datos publicado el último fin de semana en una encuesta de The New York Times y Siena College.
La desaprobación de Biden es la mayor novedad respecto a las elecciones de hace cuatro años, cuando el demócrata tenía mejor imagen. En ese momento, solo un 42% tenía una opinión negativa de él.
Si bien falta mucho para el 5 noviembre, las encuestas muestran una ventaja para Trump, que mantiene un nivel de desaprobación similar al de 2020.
En vista de esos números, va a resultar clave qué deciden hacer los votantes que en inglés se denominan como double haters, es decir, a quienes les disgusta tanto uno como otro.
¿Qué harán los republicanos moderados que están apoyando a Nikki Haley, la única rival de Trump en las primarias?
¿Y los demócratas que consideran muy viejo a Biden o que critican su política de apoyo a Israel en Gaza?
¿Qué papel tendría una tercera opción?
¿Se quedarán muchos votantes en casa tras la participación récord de 2020?
Michelle, de 64 años, es una de las 70 millones de personas que forma parte de los independientes, el mayor bloque político del país.
Durante años estuvo registrada en el Partido Republicano, pero en 2016 la victoria de Trump la hizo cambiar de opinión.
"Trump no es republicano. No tiene los valores de un típico republicano", le dice a BBC Mundo esta consultora de Miami Beach.
Hace ocho años, Michelle decidió marcar el casillero de "sin afiliación a un partido" en la solicitud de inscripción de los votantes del estado de Florida y ahora se siente con mayor autonomía al tomar decisiones políticas.
En 2020 votó por Biden, pero este año no quiere volver a hacerlo, aunque no lo descarta. "Votaré por el menos malo", dice con resignación.
Entre los double haters, Biden gana 45% a 33%, según la encuesta de The New York Times/Siena College. Los votantes que rechazan a ambos virtuales candidatos forman el 19% de los encuestados, un número alto que refleja su importancia.
Para Michelle, como para una parte importante de los votantes no adscritos a ninguno de los dos grandes partidos, las opciones no solo son poco atractivas sino que van en contra de sus convicciones políticas más elementales.
En 2023, el 43% de las personas habilitadas el sufragio se identificaron como "votantes independientes", empatando el máximo histórico de 2014, según una encuesta de Gallup.
Son votantes que no se sienten representados por ninguno de los dos grandes partidos, que cuestionan el modo en el que se seleccionan los candidatos y que prefieren elegir entre las mejores opciones en el último momento.
A estos votantes clave habrá que sumar en esta ocasión los demócratas y republicanos afiliados y convencidos que ahora pueden estarlo mucho menos ante lo poco atractivos que les resultan sus candidatos.
"Asqueados"
Cada vez son más las personas habilitadas para votar que no quieren ni al Partido Republicano ni al Demócrata en un clima de escasa confianza hacia la política.
Más de la mitad de los demócratas (55%) piensan que los partidos políticos tradicionales y los políticos no se preocupan por la gente. Ese número trepa al 70% entre los votantes republicanos y supera el 78% entre los independientes, según Reuters/Ipsos.
"Estamos asqueados con los demócratas y los republicanos. No solucionan los problemas de la gente, lo único que hacen es gritarse entre sí", le dice a BBC Mundo John Opdycke, presidente de Open Primaries, una organización que busca habilitar la participación de los "sin partido" en las primarias.
Y los casi seguros rivales por el cargo en la Casa Blanca no parecen ser las mejores opciones para captar el voto de los menos convencidos. Dos de cada tres votantes dicen estar cansados de ver a los mismos candidatos en las elecciones presidenciales y quieren a alguien nuevo.
En el caso de Biden, la crítica que se repite, sobre todo entre los independientes, es que es demasiado mayor para un nuevo mandato y que no ha sabido administrar bien la economía, lastrada por la inflación, a pesar de los buenos números macroeconómicos.
A Trump lo ven como un candidato incapaz de garantizar previsibilidad en la política, temen sus formas y sus políticas y a muchos votantes les pesan las acusaciones criminales su contra.
Los independientes cuestionan también el modo en que los candidatos son elegidos. "No hay lugar para que llegue a la presidencia alguien que realmente sea del centro con el sistema que tenemos", dice Michelle.
"En este país no existe la competencia real a la hora de elegir candidatos. Y si no hay competencia, ¿hay democracia?", se pregunta Opdycke.
Para Biden y Trump será vital encontrar formas de atraer sobre todo a esos votantes "sin partido" registrados para votar y que, en la mayoría de los casos, quieren participar de las elecciones a pesar de ser muy críticos con el sistema de partidos y electoral en Estados Unidos.
"Los independientes son difíciles de categorizar", escribe Thom Reilly, autor de The Independent Voter (El votante independiente). "Porque ellos están, según su propia forma de identificación, resistiendo a las categorías usuales de la clasificación política".
"Mucha gente prefiere la etiqueta de independiente pero sigue sintiéndose más alineada con un partido que con otro", le explica a BBC Mundo el politólogo Michael Hanmer, director del Center for Democracy and Civic Engagement de la Universidad de Maryland.
¿Una tercera opción?
Las posibilidades de que un candidato que no represente a los dos grandes partidos llegue a ganar la presidencia de Estados Unidos son casi nulas.
Pero en una lucha cerrada que se puede definir por unos pocos miles de votos en algunos estados clave, esos apoyos a una tercera vía pueden ser cruciales.
Se espera que el movimiento No Labels (Sin Etiquetas) anuncie en unos días si presenta un candidato que abra la puerta a una tercera opción.
De momento está en carrera Robert Kennedy Jr., sobrino del presidente John Kennedy e hijo de Robert Kennedy.
"Si tuviéramos el voto popular, el independiente tendría alguna oportunidad. Pero, mientras exista el voto por Colegio Electoral, eso nunca jamás va a suceder", dice Michelle respecto al sistema en el que el ganador en cada estado se lleva todos los votos del colegio electoral. El número depende de la población que reside en cada estado: California es el que más reparte con 55.
En 1992, Ross Perot pasó de ser uno de los candidatos más improbables a conseguir el 18% de votos en 1992 (casi 20 millones de apoyos), frente al 37% de George H. Bush y el 43% de Bill Clinton.
Si bien nunca un candidato independiente llegó a la Casa Blanca, Barack Obama en 2008 se impuso al republicano John McCain gracias, en parte, al gran apoyo de los independientes al punto que New York Magazine lo llamó con ironía el "primer presidente independiente".
"El candidato que consiga ganarse a la gente que no se siente muy identificada con ninguno de los dos partidos tendrá una gran ventaja", dice el politólogo Michael Hanmer, quien agrega que la atención deberá estar puesta en ver cómo se comporta un número relativamente pequeño de personas en los principales estados en disputa.
"Yo quiero ver candidatos que terminen con la división", dice Opdycke. "En una elección que se prevé reñida es fundamental que cada partido designe a un candidato capaz de atraer a los votantes independientes".
Pero los candidatos ya parecen estar definidos salvo sorpresa mayúscula.
Y deberán seducir a los independientes y a los double haters, que incluyen a algunos demócratas y republicanos.
En 2016 Trump ganó en ese electorado a Hillary Clinton, cuya desaprobación creció durante la campaña.
En 2020, Biden, que había sido vicepresidente del popular Barack Obama durante ocho años, capitalizó la baja popularidad del entonces presidente Trump.
Esa desaprobación del republicano continúa. Lo que ha cambiado ahora es que la de Biden ha crecido.
Por ello y si como se espera se confirma el Biden vs. Trump, muchos estadounidenses votarán en noviembre por el candidato que consideran "el menos malo".
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