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Narges Mohammadi ha llevado una vida en prisión por defender los derechos humanos en Irán, tiene un compromiso "feminista" y busca la justicia, incluso en medio de una reclusión que no la ha frenado, pero que ha conllevado "costos personales tremendos".
El Comité Nobel noruego le otorgó el Premio Nobel de la Paz 2023 por "su lucha contra la opresión de las mujeres en Irán y su lucha por promover los derechos humanos y la libertad para todos".
El Nobel también dijo que "el lema adoptado por los manifestantes – “Mujer – Vida – Libertad” – expresa adecuadamente la dedicación y el trabajo de Narges Mohammadi".
Sinónimo de defensa de los derechos humanos
La activista, que nació en 1972 en Zanyán, en el noroeste de Irán, no ha dejado de luchar por los derechos humanos y contra la opresión de las mujeres. Apenas el 16 de septiembre, ella y otras tres prisioneras quemaron sus velos en el patio de la cárcel, conmemorando el aniversario de la muerte de Mahsa Amini, según su cuenta de Instagram, gestionada por su familia.
Amnistía Internacional indicó en 2022 que "Narges continuó peleando. En noviembre de 2019, cuando las protestas y la represión se extendían por todo el país, participó en una sentada junto a otras compañeras presas en la cárcel de Evin para denunciar las muertes de cientos de manifestantes a manos de la policía.
Por esta acción le abrieron una nueva causa que ahora la ha llevado de nuevo a la cárcel y a estar en riesgo de ser azotada. La flagelación que se aplica en Irán constituye tortura, un delito prohibido en términos absolutos en el derecho internacional".
A la agencia AFP declaró, en septiembre, en respuestas escritas desde la prisión de Evin, Teherán, donde está recluida, que "el gobierno no pudo sofocar las protestas del pueblo de Irán" y calificó la ola de protestas de "irreversible".
"Este periodo fue y sigue siendo la era de mayor protesta en esta prisión", dijo Mohammadi a CNN en respuestas escritas a preguntas enviadas a través de intermediarios.
En una grabación, compartida también con CNN, el medio dijo que se escucha a la activista encabezando los cánticos de “mujer, vida, libertad”, el lema del levantamiento desencadenado el año pasado por la muerte de Amini, una kurda iraní de 22 años, quien falleció el 16 de septiembre de 2022 tras haber sido detenida por la policía por vulnerar presuntamente el estricto código de vestimenta para las mujeres.
En esta semana, activistas acusaron a la policía de la moral de Irán de golpear a Armita Geravand por no usar hiyab y publicaron una fotografía que supuestamente la muestra en coma.
Mohammadi, en comentarios recibidos el jueves por CNN, dijo que el comportamiento del gobierno una vez más había “planteado nuestras preocupaciones” y era “indicativo de sus esfuerzos concertados para evitar que la verdad salga a la luz sobre Armita Geravand”.
Mohammadi también envió recientemente a CNN una extensa carta criticando cuatro décadas de hiyab obligatorio en la República Islámica.
Ese compromiso feminista es uno que destaca su esposo, Taghi Rahmani, refugiado en Francia desde 2012 con sus dos hijos, gemelos de 17 años.
Para Rahmani, indicó la AFP, la activista "tiene tres causas en su vida: el respeto a los derechos humanos, su compromiso feminista y la justicia por todos los crímenes que se han cometido".
Ese compromiso se vio reflejado en una declaración escrita al The New York Times en junio, en la que dice que "el apoyo y el reconocimiento global de mi defensa de los derechos humanos me hacen más decidido, más responsable, más apasionado y más esperanzado".
El comité noruego declaró que el premio "también reconoce a los cientos de miles de personas que se han manifestado contra las políticas de discriminación y opresión del régimen teocrático contra las mujeres".
En reclusión y en contra de la pena de muerte
La activista también ha denunciado lo que ella dice es la hipocresía de un estado religioso que utiliza la violencia sexual contra las detenidas.
Además, ha alzado la voz contra la pena de muerte, recuerda la Federación Internacional por los Derechos Humanos (FIDH).
En su libro "White Torture" ("Tortura blanca"), Mohammadi denuncia las condiciones de vida de las prisioneras, especialmente en aislamiento, abusos que ella misma afirma haber sufrido.
Entre mayo de 2015 y octubre de 2020, fue encarcelada por haber "formado y dirigido un grupo ilegal", instando a abolir la pena capital, y fue condenada de nuevo en mayo de 2021 a 80 latigazos y 30 meses de detención por "propaganda contra el sistema" y "rebelión" contra la autoridad penitenciaria.
En noviembre de 2021 fue detenida cerca de Teherán, donde asistía a una ceremonia en memoria de un hombre muerto en 2019 durante una manifestación contra el aumento del precio del combustible.
Amnistía Internacional recordó hace un año que la activista "lleva entrando y saliendo de la cárcel injustamente desde hace más de 12 años debido a su trabajo en favor de los derechos humanos".
Mohammadi será al menos el cuarto premio Nobel elegido para recibir ese honor mientras está tras las rejas. Berit Reiss-Andersen, presidenta del comité, remarcó que “si las autoridades iraníes toman la decisión correcta, la liberarán para que pueda estar presente y recibir este honor, que es lo que principalmente esperamos”.
Las autoridades iraníes arrestaron a Mohammadi 13 veces, la declararon culpable cinco veces y la condenaron a un total de 31 años de prisión y 154 latigazos, durante su carrera de décadas de defensa de los derechos de las mujeres y los derechos humanos.
Cumple una condena de 10 años y 9 meses, acusado de acciones contra la seguridad nacional y propaganda contra el Estado.
Amnistía Internacional recordó en 2022 que "Narges está siendo sometida a tortura y otros malos tratos en la cárcel iraní de Shahr-e Rey, al serle negado el tratamiento médico que necesita para el corazón y los pulmones. El 3 de febrero, después de sufrir un ataque al corazón, el doctor de la prisión no le prestó una atención adecuada y la fiscalía prohibió su traslado a un hospital externo. Sólo después de que el 16 de febrero sufriera una serie de ataques cardiacos, fue trasladada a un hospital donde la operaron de forma urgente. En contra de la opinión médica y antes de recuperarse, el 19 de febero fue llevada de nuevo a la cárcel".
La activista también recibió este año el premio Guillermo Cano a la Libertad de Prensa de la Unesco y en 2022 ganó el Premio al Valor de Reporteros sin Fronteras (RSF). Incluso desde la cárcel, Mohammadi ha informado sobre la "lamentable" situación de los presos en Irán: ha escrito decenas de artículos desde allí, y ha sido maltratada y torturada a pesar de sufrir problemas cardiacos", según destacó RSF cuando anunció su distinción.
Un gran costo
Mohammadi, que ha trabajado durante años para diversas publicaciones, es también vicedirectora de la ONG Centro de Defensores de los Derechos Humanos en Teherán.
Estudió Física antes de volverse ingeniera y se inició paralelamente en el periodismo, trabajando para diarios reformistas. En los años 2000 se unió al Centro de Defensores de los Derechos Humanos, fundado por la también Premio Nobel de la Paz iraní Shirin Ebadi y del cual es hoy vicepresidenta.
Sin embargo, "el precio de la lucha no es solamente la tortura y la cárcel, es un corazón que se desgarra con cada privación, un sufrimiento que penetra hasta la médula", escribió Mohammadi a la AFP en septiembre.
"Hace más de ocho años que no veo a Kiana y Ali, y hace más de un año y medio que no he escuchado siquiera su voz. Es un dolor insoportable e indescriptible", lamentó.
Sus hijos gemelos, de 17 años, y su esposo, Taghi Rahmani, viven en Francia.
"Estoy realmente orgulloso de mi mamá”, dijo Ali a CNN, antes de que su madre recibiera el Premio Nobel de la Paz el viernes.
“Ella no siempre estuvo con nosotros, pero cuando estuvo, nos cuidó muy bien… era una buena mamá y todavía lo es… Ahora he aceptado este tipo de vida. Cualquier sufrimiento que tenga que soportar no importa”.
"En 24 años de matrimonio, hemos tenido solo cinco o seis de vida común", indicó Rahmani recientemente a AFP. Este último se preocupa por la salud de Mohammadi, quien tiene una dolencia cardiaca. Pero "es la persona más decidida que conozco. Nunca se ha rendido, no pueden romperla", asegura.
Amnistía Internacional también recordó que "en sus anteriores estancias en prisión le negaron hasta el contacto con sus hijos pequeños y en la cárcel su salud se deterioró gravemente".
Mohammadi admitió no tener "prácticamente ninguna perspectiva de libertad". No obstante, "el pabellón de mujeres de Evin es uno de los pabellones de presas políticas más activos, resistentes y alegres de Irán", agregó la activista."La prisión siempre ha sido el corazón de la oposición y de la resistencia en Irán, y para mí también encarna la esencia de la vida en toda su belleza", sentenció la nueva Premio Nobel de la Paz.
*Con información de AFP