Washington.— La pandemia de coronavirus está asestando un golpe al narcotráfico, al paralizar las economías, cerrar fronteras y eliminar las cadenas de suministros en China de las que dependen los traficantes para obtener químicos y fabricar drogas rentables, como la metanfetamina y el fentanilo.
Uno de los principales proveedores que suspendió sus actividades se encuentra en Wuhan, el epicentro del Covid-19.
Entrevistas realizadas por The Associated Press sobre dos docenas de agentes de cuerpos policiales y expertos en tráfico de drogas revelaron que los cárteles de México y Colombia continúan con sus actividades, como lo evidencian los recientes decomisos de drogas.
Sin embargo, las medidas de confinamiento que han convertido a las ciudades en pueblos fantasma están afectando toda su operación, de la producción, al trasiego y a las ventas.
A lo largo de la frontera de los 3 mil 219 kilómetros de Estados Unidos y México por la que cruza la gran mayoría de las drogas ilícitas, el tránsito generalmente ajetreado, que los traficantes aprovechan para pasar desapercibidos, se ha reducido a unos cuantos vehículos.
Los bares, clubes nocturnos y moteles de todo el país, que suelen ser centros fértiles de venta para los distribuidores, han cerrado sus puertas. Los precios se elevan a niveles exorbitantes.
“Ellos enfrentan problemas de abastecimiento y demanda (...) Una vez que llevan las drogas al mercado, ¿a quién se las van a vender?”, explicó Alejandro Hope, analista de seguridad.
Todas las sustancias han sido afectadas con la interrupción de las cadenas de suministro.
Los traficantes acumulan narcóticos y dinero en efectivo a lo largo de la frontera, y la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés) incluso reporta un decrecimiento en lavado de dinero y venta en línea de estupefacientes en la llamada dark web.
“Los padrinos de los cárteles se están viniendo abajo”, afirmó Phil Jordan, exdirector del Centro de Inteligencia de la DEA en El Paso, Texas.