Madrid. Bajo el nombre de Las Kellys, las empleadas del servicio de limpieza de los hoteles españoles se agruparon en 2016 para hacerse visibles ante la opinión pública y reivindicar sus derechos laborales.
“Las Kellys proviene de un popular juego de palabras: 'la Kelly, la que limpia'; en nuestro caso, limpiamos hoteles”, explican en su página web las mucamas, que estamparon su apodo en las camisetas verdes con las que siempre acuden a las concentraciones.
La presidenta de Las Kellys es Myriam Barros, una limpiadora de hotel que vive en Lanzarote (Islas Canarias) y que, por su lucha incansable a favor de los derechos laborales del gremio, se ha convertido en una de las figuras más emblemáticas de la asociación. A golpe de coraje y motivación, Myriam ha contribuido a la pujanza del movimiento que agrupa a más de 3 mil trabajadoras en toda España.
Desde que se organizaron, las camareras de piso han denunciado en todos los ámbitos la sobrecarga laboral que padecen. Para atender sus necesidades familiares, muchas de las mujeres se ven obligadas a aceptar horarios desmedidos y salarios insuficientes a cambio de asear a marchas forzadas las habitaciones de los hoteles.
“Lo que me impulsó a luchar fue la injusticia. Vi la necesidad de que alguien diera la cara por ellas y a mí no me importó. Es un trabajo penoso y queremos que así se reconozca”, señala a EL UNIVERSAL la presidenta de Las Kellys.
“Siempre escuché historias sobre ellas, lo mal que estaban y lo duro que era su trabajo. Cuando yo entré como camarera de piso en 2014 me encontré con la madre de un amigo mío y la veía tan frágil y tan mayor haciendo lo mismo que yo, que para mí era duro y tenía 30 años menos que ella. Eso fue lo que más me motivó para dar el paso”, agrega Myriam.
Las Kellys se conocieron en las redes sociales, a través de una de las limpiadoras que creó un grupo en Facebook para comentar los problemas y las dolencias derivadas del trabajo.
Al principio Myriam se mantuvo expectante, pero un día se animó a escribir y resultó ser una de las usuarias que más comentaban.
“Nos dimos cuenta de que teníamos los mismos problemas en todo el territorio. Y empezamos a pensar en crear una asociación, sobre todo porque nos sentimos amenazadas por los grandes sindicatos que se querían apropiar del movimiento. Ese fue el momento en el que decidimos agruparnos como Las Kellys”, recuerda Myriam.
Uno de los objetivos de la agrupación es acabar con la llamada externalización, ya que las limpiadoras contratadas temporalmente por una compañía multiservicios tienen peores condiciones laborales que una camarera contratada directamente por el hotel.
“También pedimos que se reconozcan las enfermedades profesionales derivadas de nuestro trabajo y que se vincule la categoría de los hoteles a la calidad del trabajo que ofrecen, porque nos parece una vergüenza que hoteles con flamantes cinco estrellas en la puerta estén explotando a su personal”, señala Myriam.
Las camareras de piso cobran entre 800 y mil 400 dólares brutos al mes, según denuncian Las Kellys. Muchas de ellas necesitan limpiar unas 400 habitaciones para ganar algo más de 900 dólares.
“Tenemos compañeras que están limpiando 30 habitaciones en 6 horas, lo que implica una sobrecarga de trabajo y que enfermemos muchísimo más rápido. Ninguna de las camareras de piso llega a la edad de jubilación”, lamenta la lideresa de Las Kellys.
Para Myriam, lo más importante es haber conseguido sacar a la luz a un colectivo totalmente oculto, ya que mucha gente no sabía lo que era una camarera de piso.
“Ahora hablas de Las Kellys y son un punto de referencia. Hemos situado nuestra problemática en primera línea de la agenda política en un tiempo récord. El objetivo fundamental es acabar con la precariedad laboral”, concluye.
Myriam está separada, tiene dos hijos y, aunque nació en Uruguay, reside desde los 12 años en España. La dirigente de Las Kellys responde desde hace tiempo al perfil de la mujer comprometida socialmente, ya que estuvo ligada a movimientos como el 15-M, que aglutinó a los indignados españoles, y ha participado activamente en plataformas ciudadanas y feministas.