Washington.— El asesinato de Abu Bakr al-Bagdadi, líder del grupo extremista Estado Islámico, no pudo llegar en mejor momento para el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Su tumultuoso periodo al frente de la Casa Blanca está en uno de sus peores momentos, viendo en el horizonte el proceso de impeachment y con más críticas que nunca a su política exterior y de gestión militar.

La eliminación de Al-Bagdadi es una victoria para Estados Unidos y particularmente para el mandatario, que ve cómo su imagen sale reforzada, al menos parcialmente. “La incursión exitosa refuerza la visión del presidente Trump como un líder decidido en seguridad nacional, particularmente entre los republicanos”, aseguró a EL UNIVERSAL Karen Hult, doctora en ciencia política y catedrática de la universidad Virginia Tech.

Para la experta, todo lo sucedido este fin de semana en Siria “ayuda a sofocar al menos algunas de las preocupaciones de los críticos republicanos en el Senado estadounidense”, especialmente duras tras la decisión poco consultada y nada consensuada de retirar las tropas de Medio Oriente.

“Hará poco para reducir las preocupaciones sobre una política exterior inconsistente y desorganizado o sobre abandonar a los kurdos y abrir la región a un aumento de la influencia rusa”, reflexionó la especialistas en política.

Como pasó durante el fin de semana, el propio Trump se encargó de ensalzar su triunfo, un éxito que convirtió en algo personal y adulador. “Otros presidentes lo tendrían que haber hecho”, reiteró ayer en un evento con agentes policiales en Chicago.

Lo lógico es que el presidente use la decapitación del Estado Islámico como arma electoral, igual que en 2011 Barack Obama hizo con la muerte de Osama bin Laden para las elecciones de su reelección en 2012. “Entre los seguidores del presidente es algo positivo y al menos por un momento está arengando a su base”, reconoció Hult, hablando de la situación actual de Trump.

Lo interesante, “irónico e instructivo” de todo esto, para los analistas Aaron David Miller y Richard Sokolsky, del Carnegie Endowment for International Peace, es que Trump ha conseguido este triunfo gracias al trabajo de fuerzas que ha “maldecido constantemente” como las agencias de inteligencia, el intercambio de información con aliados y la política de tener soldados sobre el terreno.

Para ambos, además, demostró cómo Trump es capaz de convertir un éxito rotundo en una más de sus retahílas de retórica partidista y muestra de falta de estrategia a partir de ahora con Siria y el Estado Islámico. “Le roba a la administración cualquier ganancia política y estratégica duradera por un logro bien merecido”, subrayaron en un texto publicado en CNN.

Hult, por su parte, apuntó que el impacto “no será universal o muy longevo”, porque las preocupaciones sobre política exterior seguirán. Asimismo, recordó que la Casa Blanca “aparentemente fracasó” en la notificación de la operación a los líderes demócratas (pero sí lo hizo con Rusia), lo que despertará todavía más críticas por parte de la oposición.

La presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, declaró que era “inapropiado” que Moscú se hubiera enterado de la operación antes que el Congreso. El líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer, dijo directamente que se enteró de todo a través de la televisión.

Ayer, Estados Unidos todavía estaba de resaca de la operación del fin de semana, sigue tratando de conocer más detalles de cómo se consiguió matar a Al-Bagdadi. Pocos detalles han salido del Pentágono, más allá de dejar claro que “manda un mensaje a los que cuestionan la determinación de Estados Unidos y provee un aviso a los terroristas que creen que se pueden esconder”, aseveró el secretario de Defensa, Mark Esper.

Según reportes de prensa, fue un informante infiltrado del Estado Islámico el que ayudó a confirmar la identidad y la localización del líder yihadista. Todo el país, sin embargo, celebró y se preocupó durante toda la jornada por uno de los perros que resultó herido en la operación, cuyo nombre no se reveló por cuestiones de seguridad.

La presión e interés social fueron tan fuertes que incluso Trump tuiteó una foto del “magnífico” cánido.

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