Bruselas.- Como suele ocurrir cuando se encuentra bajo presión, el presidente ruso Vladimir Putin recurrió al camino que le es más familiar, el de la escalada.
En un mensaje pregrabado, el hombre fuerte en el Kremlin, informó a la nación que había llegado el momento de la movilización parcial de reservistas, unos 300 mil hijos y padres de familia, para combatir a los “neonazis ucranianos” equipados con “todo el arsenal occidental”.
Renovó la amenaza de “usar todos los medios a su alcance” en este conflicto, incluyendo armas de destrucción masiva.
El mensaje Putin, como todos los que emite, estaba perfectamente calculado; se produjo en un momento en el que sus tropas retroceden ante el avance de las fuerzas del presidente ucraniano Volodimir Zelensky.
Puede interpretarse como una alerta para que el ejército de Kiev , que muestra superioridad numérica, mejor equipamiento y mayor arrojo, no intente hacerse de los territorios ucranianos que Putin todavía tiene en sus manos y que en cuestión de días pretende anexarlos a Rusia.
El martes, las autoridades de las autoproclamadas repúblicas de Luhansk y Donetsk anunciaron que celebrarán el 23 y 27 de septiembre consultas para decidir si se adhieren a la Federación Rusa. También se harán la misma pregunta en la región de Kherson y Zaporiyia.
El objetivo de estos supuestos referéndums, cuyo resultado ya está más que cantado, es llevar la guerra a casa, puesto que el intento por recuperar los territorios sería considerado una agresión a la Federación Rusa con armamento de la OTAN.
La adhesión de los territorios ucranianos, como ocurrió con la península de Crimea en 2004, sirve además para justificar el despliegue de armamento táctico.
“No estoy fanfarreando”, sentenció Putin al referirse al uso de armamento de destrucción masiva para defender las nuevas fronteras rusas.
En julio, Rusia acusó a Ucrania de atacar con misiles la ciudad rusa de Belgorod, cerca de la frontera, cobrándose la vida de al menos tres personas. La agresión pasó sin respuesta de Moscú. Queda por ver si Putin volverá a ser pasivo cuándo las tropas ucranianas comiencen a incursionar en los territorios ucranianos anexados. El domingo pasado Zelensky reportó que el próximo blanco es recuperar Melitopol y Mariupol, en Zaporiyia y Donetsk.
“El discurso de Putin fue un intento de convertir la guerra imperialista en una guerra patriótica. Los apresurados e inesperados referéndums en los territorios ocupados de Ucrania son un intento del Kremlin por capturar estos territorios políticamente, ya que no pudo hacerlo militarmente”, sostiene Nikolay Petrov, investigador del programa para Rusia y Eurasia del instituto londinense de relaciones internacionales Chatham House.
El anuncio de Putin no sorprendió en Ucrania. “Hay noticias sobresalientes desde Rusia. Generan muchas preguntas. Pero, ¿qué sucedió realmente? ¿Qué escuchamos que no se había escuchado antes?”, reaccionó Zelensky.
En Kiev se interpreta como una señal de desesperación. La situación en el frente de batalla claramente muestra que la iniciativa la tienen las fuerzas ucranianas, agregó el mandatario.
Los servicios de inteligencia occidentales anticiparon la convocatoria de reservistas. Antes de que comenzara la guerra, la OTAN informó que Rusia había concentrado 150 mil soldados alrededor de las fronteras de Ucrania. De acuerdo con Moscú, menos de 6 mil soldados rusos murieron durante los primeros seis meses del conflicto. Dato que contrasta con la información manejada por el Pentágono, en agosto estimó las bajas rusas entre 70 mil y 80 mil soldados muertos o heridos.
Las bajas en el ejército y la ausencia de voluntarios, han puesto en situación delicada a los altos mandos militares rusos. Según diversos reportes, para llenar las filas han tenido que reclutar hombres en las prisiones con la oferta de “libertad a cambio de seis meses de servicio”.
En los últimos días, Rusia ganaba aproximadamente 1 kilómetro a la semana en el Donbás. Con el llamado a filas, Moscú pretende recuperar la iniciativa. Sin embargo, la movilización tendrá mínimo impacto en el tablero bélico, asegura Orysia Lutsevych, titular del Foro sobre Ucrania en Chatham House.
Afirma que no sólo llevará tiempo reunir a los convocados, se trata de individuos que no están entrenados y ni listos para el combate. La infraestructura militar rusa tampoco está en condiciones de asimilar una movilización general, las recientes reformas y políticas de austeridad han degradado sus capacidades.
“Es una maniobra de desesperación para salvar los territorios apropiados en el este”, sostiene.
El mandatario ruso también se equivoca si piensa que las conocidas amenazas nucleares van a provocar que el apoyo a Ucrania disminuya. El jefe de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell, reaccionó anunciando más sanciones y armas para Ucrania.
El Instituto de Economía Internacional de Kiel, Alemania, estima que hasta el 3 de agosto pasado, las fuerzas de Zelensky habían recibido de nueve países alrededor de 13 mil millones de euros en armamento. Estados Unidos enviará más armas por 6 mil 600 millones.
La guerra de Putin se ha caracterizado por ser una de cálculos equivocados. La convocatoria de reservistas supone una apuesta arriesgada, reflejará qué tan genuino es el apoyo en casa, debido a que una cosa es simpatizar a la distancia y otra estar en el frente de batalla.
Para evitar que se abra la caja de pandora en suelo ruso, el Kremlin ha endurecido drásticamente la legislación al estilo de la época de Stalin, indica Nikolay Petrov.
“Significa severas sanciones para cualquiera que evada la movilización, se niegue a participar en la guerra o deserte. La naturaleza represiva del régimen inevitablemente aumenta. El cambiar radicalmente el juego y aumentar las apuestas parece una manifestación de la debilidad de Putin en lugar de fuerza”, afirma.
La noche del miércoles unas mil 300 personas fueron detenidas en manifestaciones de protesta en Moscú, San Petersburgo y otras ciudades.
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