San José. – Una misión de la Sociedad Interamericana de Prensa ( SIP ) inició hoy una visita a Nicaragua, que concluye este miércoles, con la reiterada advertencia de que el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, cercenó la libertad de expresión y el libre ejercicio del periodismo en la aguda crisis política, socioeconómica e institucional que estalló en abril de 2018 en ese país.
Integrada por periodistas de México, Estados Unidos, Colombia, Perú, Ecuador, Jamaica y El Salvador, la misión abogará por la liberación de reporteros nicaragüenses presos y, si el gobierno rechaza su solicitud para que los visiten en la cárcel, se acercarán a las afueras de los centros penales para solidarizarse con sus colegas.
En Nicaragua “no hay libertad de prensa”, dijo Ricardo Trotti, director ejecutivo de la SIP , organización privada que aglutina a gran número de rotativos americanos.
“Simplemente, hay libertad para los medios oficialistas, pero no para los medios críticos o independientes”, agregó, en declaraciones en Managua.
La SIP, que rendirá este miércoles un informe de su viaje, gestionó citas con oficialistas, opositores y otros protagonistas de la crisis y pidió al gobierno un permiso para visitar a los periodistas presos, pero sin obtener respuesta.
El periodista mexicano Roberto Rock, columnista de EL UNIVERSAL , es miembro de la comitiva. Una delegación de la SIP estuvo en agosto de 2018 en Nicaragua, en un primer análisis del impacto de la crisis en la libertad de prensa.
Ortega fue acusado de una intensa represión policial y paramilitar para enfrentarse a los opositores, con un saldo de unos 325 muertos, según conteos independientes.
El presidente rechazó los cargos, desmintió que haya presos políticos y ataque a la libertad de expresión y alegó que su gobierno sufrió un intento terrorista de golpe de Estado de la oposición en asocio con Estados Unidos y que los detenidos pretendieron romper el orden constitucional.
La crisis, que surgió por el masivo rechazo popular a una reforma a la seguridad social que el gobierno debió derogar, detonó un movimiento cívico antigubernamental que, sin éxito, exigió que Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, adelantaran los comicios presidenciales de 2021 a 2019, liberen a los prisioneros políticos y permitan que Nicaragua entre a su reconstrucción democrática.
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